Acusado por la ONU de genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra, también de pillaje de recursos mineros y otras materias primas en la República Democrática del Congo, el presidente ruandés Paul Kagame juega una última oportunidad para escapar de la soga que le ahoga, atrayendo a varios empresarios hacia sus sucios negocios.
Sus consejeros más allegados, sin ética ni ley, han maquinado un escenario digno de mafiosos, un plan tan fino que pueda seducir a inversores codiciosos e ingenuos, que busquen áreas de negocio con altas tasas de crecimiento ¡en un mundo en crisis económica!
A estos “amigos” inversores les presentó el Este de la República Democrática del Congo como un territorio bajo su protectorado, jugando con la cercanía de Kigali, capital de Ruanda, todo ello subrayando el alejamiento y la anarquía que reina en Kinshasa.
A la vez se les propone una asociación perfecta, aportando todas las garantías de un Estado del que él es el único garante. El negocio es tan lucrativo y jugoso que el retorno de la inversión se hace en 24 meses, ¡dos años! ¿Quién se puede resistir a ese timo que aparentemente tiene esas oportunidades tan atractivas?
El beneficio es tan deslumbrante que se olvidan rápidamente de que esas materias primas están manchadas de sangre de incontables víctimas que casi se pueden oír sus gritos de angustia.
Los inversores franceses contactados por el Presidente ruandés ignoran este drama económico del nuevo “Lejano Oeste africano”, región que alberga inmensas cantidades de oro, coltán, diamantes y maderas nobles entre otros.
¿Es que ellos no saben que esas materias primas que les interesan están explotadas por milicias de Kagame que se aprovechan impunemente de esta región?
Acaso ignoran que desde 1996 Kigali se ha convertido en lugar de tránsito y blanqueo de esas materias primas donde Kagame actúa como si fuera un “capo” de la Camorra.
Este jefe militar que no tenía nada hasta que conquistó el poder en 1994 se ha convertido en el hombre más rico de África central. Entre otras pertenencias tiene dos aviones de lujo que alquila al Estado a través de un contrato engañoso, es también propietario de casas en los barrios más elitistas de Londres y Hong Kong, cuentas bancarias en paraísos fiscales con un capital estimado en 1.350 millones de dólares.
Su imagen de hombre austero, así como su temperamento taciturno confunden a más de uno, excepto a los ingleses que lo conocieron y que marcaron distancias con una gran discreción.
¿Porqué su puesto no merece ser ocupado por alguien que mire por los intereses congoleños?
En el marco de la pretendida reconciliación ¿Francia no puede dejar pasar la ocasión sin pensar y sucumbir al mismo tiempo en el encanto de una estrategia de cínico empedernido esperando obtener grandes beneficios?
El cebo es atractivo, la máquina está en marcha, después de que su gabinete llevara a cabo los contactos en Kigali, el Presidente ruandés pisará suelo francés el 12 de marzo donde será recibido con todos los honores y fanfarrias de la patronal francesa que le ha invitado. ¡Se olvidarán que fue elegido con un resultado grotesco, que sus opositores políticos se encuentran en prisión y que tiene las manos llenas de sangre!
Este Kagame es completamente maligno sobre todo cuando él “jode” a Francia como diría un rapero cabreado. ¡Viva Francia y que aprendan a su costa!
En efecto, este dictador no para jamás. Después de haber acusado a los políticos franceses de complicidad en el genocidio, después de haber sido el porta-estandarte de lo anti-francés en África, ahora se rodea de operaciones económicas francesas cómplices de transformarse en pillaje de materias primas de la RDC.
Gracias a la concurrencia de estos hombres de negocios que merecen ser conocidos por las víctimas, el general Kagame espera silenciar el asunto de “pillaje” de los recursos de la RDC y continuar todavía con esta actividad tan lucrativa con total impunidad.
En el caso contrario, no estará sólo en la barra.
PAZ Y RECONCILIACIÓN
Jean Pierre Gauthier
Francia – Rwanda Tribune. 15 de Febrero de 2011.
Traducido por Juan Carlos Solís Santander.
