José María Cantal, un Padre Blanco en Argel

18/10/2016 | Noticias

José María Cantal Rivas, nacido en Granada, miembro de la Sociedad de Misioneros de África, más conocidos como Padres Blancos, es este año uno de los protagonistas del DOMUND en España. Presente en la Rueda de Prensa de presentación de la campaña, este misionero tuvo como primer destino Burkina Faso; hoy vive en Argel, la ciudad de la que fue arzobispo su fundador, Mons. Lavigerie.

José María ha pasado así de una misión típica, con labor de desarrollo y labor pastoral, a una de presencia entre los musulmanes. En Burkina Faso estuvo cinco años, en una zona rural, a 130 kilómetros al norte de Uagadugú, la capital. El lugar se llamaba Boken, que significaba “dentro de un agujero”, lo que te decía de manera clara que estabas en uno de los últimos rincones del mundo. Sí, era una misión típica, en la que los misioneros hacen de todo. Desarrollo humano, con construcción de pozos, de escuelas, lucha contra el sida, formación de enfermeros rurales, prevención del matrimonio forzado de chicas… Al mismo tiempo, se seguía el catecumenado de adultos, la preparación al matrimonio, la catequesis, la preparación de líderes comunitarios, la atención a las vocaciones. José María recuerda esta misión con cariño, porque la gente era sana, pobre, pero sana.

Volvió a España a cuidar a su madre enferma, junto a sus hermanos, y se dedicó también a la animación misionera en campamentos en Tánger, Ceuta…

El 11 de septiembre de 2001, el día de los atentados en las Torres Gemelas, se encontraba en un colegio de Madrid. Coincidía que un grupo del colegio estaba de viaje en Nueva York. El nerviosismo fue patente, ante la falta de noticias, aunque después se supo que a los chicos no les había pasado nada. José María intentó calmar un poco los ánimos ante expresiones como que los musulmanes son unos bárbaros… Uno de los padres de familia del colegio le dijo: “tú hablas así porque no vives con ellos”. José María le tomó la palabra y, exactamente un año después, en septiembre de 2002, llegaba a Argelia. Allí ha vivido desde entonces, salvo un paréntesis de dos años en Egipto, para aprender Árabe e Islamología.

Y no. No eran unos bárbaros. Ha tenido la oportunidad de conocer una sociedad como la argelina desde dentro. Ha entendido cómo nos ven a nosotros los cristianos y a los “occidentales” en general. Muchos argelinos jamás habían tratado a un cristiano, por lo que su experiencia de la “diversidad” era nula. Como no han tenido nunca que ver a alguien diferente no han podido poner en práctica la tolerancia, de la que otras sociedades con más diversidad pueden hacer gala. De alguna manera, se ha visto a sí mismo como una oportunidad para que los musulmanes puedan ejercitar uno de los valores más importantes del Islam, la tolerancia. Y es que la imagen que tienen de los cristianos no es precisamente buena… Gracias a los medios de comunicación occidentales, están convencidos de que no tenemos ningún freno moral. Si la tele muestra tanta inmoralidad es que el gobierno lo permite, porque si el gobierno no lo quisiera eso no se enseñaría. Para ellos es muy difícil distinguir entre gobiernos, medios de comunicación, libertad de expresión, moral, religión… La presencia de los cristianos en Argelia desmota tópicos, tales como que el cristiano, en el mejor de los casos, es alguien raro y, en el peor, un anti musulmán.

De hecho, como afirma José María Cantal, este reducir tensiones, este suavizar relaciones es lo que más enfada a los fundamentalistas. Los cristianos que atraen a la gente, que la ayudan, que la consuelan, sin buscar nada a cambio, ni conversiones ni nada parecido, desmontan la propaganda de los fundamentalistas. Una propaganda que afirma que siempre vienen a hacer conversiones. Después de todo, como afirma este Padre Blanco, no hacemos otra cosa que imitar a Jesús, que tras curaciones, milagros y enseñanzas decía más veces “vete en paz”, que “ven y sígueme”.

Hasta hace un año fue el provincial de los Padres Blancos en Argelia, ahora está en el Santuario de Nuestra Señora de África de Argel, una hermosísima basílica en un alto desde donde se ve toda la bahía de Argel. En él se recibe a todo el mundo y, lógicamente, el 99% de las personas que llegan son musulmanas. Es un lugar de encuentro, al que llega una señora mayor a poner una vela a la Virgen, tan querida para los musulmanes, para que proteja a su hijo que se ha lanzado a la aventura de cruzar el Mediterráneo en una patera. O una pareja de recién casados. Gente que se sienta en silencio, personas que hacen preguntas…

Una de sus tareas es el apostolado de la cultura Así se organizan exposiciones, festivales de música clásica y argelina, se enseña la basílica y se promociona todo lo que es cultura, de manera gratuita y con acceso a todos. Como se dice en árabe, Dios es hermoso y le gusta la hermosura.

Fuente: OMP

[Fundación Sur]

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