Intelectuales del Magreb: entre la cólera y el rencor

1/02/2012 | Opinión

Voces de mujeres árabes y magrebíes se elevan contra los estereotipos a través de los cuales las percibe occidente. Vassyla Tamzali y Hela Beji, dos intelectuales del magreb sitúan las cuestiones del debate en la historia de su propia familia y en la Historia contemporánea de su país.

En “Una mujer furiosa, carta de Argel a los europeos desengañados”, analiza las contradicciones de la actitud de los europeos con respecto a la mujer musulmana y a la que se siente originaria de la comunidad musulmana. Invita a los europeos a revisar sus opiniones.

¿ Cómo responder a Occidente y en particular al hexágono sacudido estos dos últimos años por el resurgir de viejas cuestiones de identidad erigidas en debates, ver en “reformas políticas”sobre la identidad nacional, la ley cobre el velo integral, el burka después del proyecto de ley abortado sobre la “colonización positiva”. Desde cualquier ángulo, estos temas candentes, provocan amalgamas peligrosas entre Islam y terrorismo desde el síndrome del 11 de septiembre de 2001. La prohibición de construir minaretes en Suecia, la prohibición en Francia de llevar el burka en lugares públicos, la expulsión de los sin papeles originarios principalmente de los países “considerados peligrosos” para los turistas de la comunidad europea, todo ese conjunto de medidas defensivas y ofensivas, jurídicas y políticas, esgrimido contra las comunidades musulmanas integradas, en el suelo europeo tiene un solo común denominador: Occidente se siente mal a causa de sus comunidades extranjeras, sobre todo de los que son originarias de la comunidad musulmana, que el auge del fundamentalismo religioso y de los atentados revindicados por Al Quaida, han diabolizado a los ojos de los Europeos.

¿ Cómo responder a esta guerra de imágenes deformadas, de opiniones discutidas, a esa agitación de textos jurídicos concebidos rápidamente sobre un problema político complejo y sensible puesto que tiene relación con el Islam, con los factores de identidad subyacentes, ya que el Islam es la segunda religión del hexágono? Las primeras víctimas de esta discriminación, como en toda situación, son las mujeres, una de ellas emprende una protesta enérgica: Wassila Tamzali. Wassila es jurista, tiene un largo recorrido de feminista convencida, mujer política, argelina, de origen musulmán, ciudadana de doble cultura, conocedora desde su juventud de la literatura universal.

La autora no escapa sin embargo a una ambigüedad importante: después de una larga lucha, en el seno de asociaciones y partidos políticos a favor de la emancipación de la mujer musulmana, critica ahora a Occidente por su voluntad de acosar “el velo integral” que humilla a la mujer mas que el vestido. Pero, matiza Wassyla. Occidente no lo hace por interés por la emancipación de la mujer cultivada, la mujer que trabaja, se divierte, no lo hace por reconocimiento de sus derechos, por la indiscriminación en la política de contratación. Nada de todo eso. Occidente usa la violencia contra la mujer.

En su nuevo ensayo “Una mujer furiosa” subtitulado “Carta de Argel a los europeos desengañados” el contenido esta en él titulo y no esconde una parte de subjetividad sobre un tema tan sensible que concierne a Wazzila en primer lugar: La identidad de la mujer musulmana o bien originaria de la comunidad musulmana y su relación de integración con Occidente conflictiva, nunca serena.

En primer lugar la cólera. Ella se subleva contra los estereotipos sobre la mujer fabricados de pies a cabeza por Occidente. Estereotipos, escribe que la reproduce el modelo colonial del orientalismo exótico que ha alimentado durante mucho tiempo los fantasmas del conquistador. La percepción es la misma sino más perniciosa. Puesto que-subraya ella- la percepción europea centrista de Occidente sobre la mujer musulmana reproduce los viejos esquemas del siglo XIX: respetar su diferencia, sus signos distintivos en tanto que indígena colonizado de la Republica. Sobre este tema Wassila Tamzali. Desmonta una pseudo argumentación de esta visión, que es igualmente, con algunos matices, la de los feministas reconvertidos, de militantes de izquierdas e incluso la de aquellas y aquellos originarios de la misma comunidad. Wassila Tamzali, en frases demostrativas, apoyadas con ejemplos de su propia experiencia, de las diferentes intervenciones de calidad en diversos cargos del país, invita a Occidente a revisar su posición, a plantear todas estas preguntas sobre el fondo, en su complejidad histórica y su evolución socioeconómica y política, dicho de otra manera por una aproximación antropológica. Seguida por “Carta de Argel” como una voluntad de mensaje epistolar de la que el lugar de enunciación es Argel, tomando aquí en el sentido amplio. “Una educación argelina” una autobiografía novelada en la que igualmente, al mismo tiempo que relata la tragedia de su familia durante y después de la guerra de liberación, reconstituye su propio itinerario de mujer, de ciudadana argelina en primera fila de los combates, no solamente feministas, de la emancipación “asumida” del pueblo argelino a pesar de los fracasos, ella no cede a los prejuicios y menos todavía al fatalismo. Es el sentido de este ensayo. Toda la terminología, panacea del discurso político occidental está escrito en itálica, subrayando su efecto contradictorio y perverso. Al contrario, le opone los análisis de Frantz Fanon sobre el velo, la complicidad histórica cultural y humana entre Simone de Beauvoir y Djamila Boupacha…

En fin los receptores los “Europeos desengraciados”. Desengañados ¿por qué cosa y cómo? Por su propia trampa. La Francia multirracial, multiconfesional laica ataca sus propios valores universales. El burka admitido y continuamente puesto en valor en los países de origen, se convierte en tal o tal barrio, terrorismo. De ahora en adelante se hablara de “velo integral” como se habla de un “islamismo moderado”. Wazzila Tamzali insiste en esta contradicción y elevándose contra el cerrojazo de toda identidad, indumentaria o moral, plantea la cuestión de la mujer musulmana, antes que las miradas estén clavadas únicamente en el burka: ¿Hace falta que la mujer musulmana, lleve el burka para que se la vea?

Esta mujer furiosa tiene razón de estarlo, a la luz de sus raíces turcas, españolas, argelinas, musulmanas y beréber. La historia de su familia, su genealogía desde su antepasado turco a su madre española que, a pesar del asesinato de su marido por una joven recluta del FLN en guerra quería una “Educación argelina” para sus hijos, está íntimamente unida al país: “mi intención no era escribir una biografía de mi familia. Ni tampoco romper un tabú: No tenía nada que probar, lo que quería es comprender. Se trata más de un viaje introspectivo que de una demostración, de un alegato. Mi familia no tenía necesidad de ser defendida, los hombres y las mujeres que se comprometieron en la lucha de la liberación desde el principio de la guerra de liberación e incluso antes saben muy bien el papel que ha jugado la familia. Ella puso sus medios materiales y humanos al servicio de la liberación del país. Mas que el heroísmo lo que me ha interesado es el processus de toma de conciencia de mi familia. He ahí jóvenes ricos que se quedan en el segundo colegio, es decir que conservan el estatuto de indignos y que trabajan y sueñan con liberarse de los franceses. Me he interesado por eso porque es en esta lectura de mi genealogía donde he encontrado mi gusto por la libertad”.

En “Nosotros los descolonizados” Hela Beji, intelectual tunecina, cuyo padre ha militado por la independencia de Argelia, analiza el largo proceso de descolonización como una suma de derrotas como si la victoria sobre el conquistador fuera un fin en sí. El milagro de la construcción de una democracia no se produjo. La autora pinta un cuadro sombrío de la era de la post-independencia sin situarse en una zona precisa del Magreb. El ciudadano es incapaz de realizar esfuerzos, producción, invenciones y todos los estratos sociales y económicos descolonizados caen en la trampa de la satisfacción, de ser libres sin saber demasiado con qué fines”. Para la autora “la descolonización ha sido un genocidio cultural. Ha matado su propia riqueza antropológica, deshecho la urbanidad de sus viejas ciudades, nivelado sus fuerzas creadoras, humillado sus personalidades originales, expulsado sus espíritus libres. La cerrazón de los espíritus ha alcanzado su grado desconocido incluso en los peores momentos de la colonización”. El termino “genocidio” sería acaso apropiado sin que sus autores los terroristas islamistas (herederos de la colonización en la forma y en el fondo) sean declarados culpables de esta política de “tierra quemada”. Si la descolonización es descrita como una “no man´s land” en una ausencia completa de referencias, la colonización tenía una “vocación pedagógica”. De aquí vendrían los propósitos discutibles sobre el retorno al famoso concepto “la colonización positiva” vivamente criticado por Aime Cesaire que calificó el colonialismo como el “más alto montón de cadáveres de la historia” (citado por el autor: “esto no impide que los nacionalismos se hayan formado en la escuela colonial. Han recibido las armas sutiles de la instrucción que haría caduca un día, la colonización. No veo aquí materia de escándalo cuando se evoca este aspecto positivo de la colonización. Toda la singularidad del colonialismo reside en esta paradoja, mas allá de su racismo, tenia también una vocación pedagógica…”.

Sobre Wassyla Tamzali

Por Rachid Mokhtari

Publicado en Free Algérie, el 06/12/2011.

Traducido para Fundación Sur por Inmaculada Estremera, mnsda.

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