[Informe de la ONU sobre RDC] Reflexión: ¡Hay que ver, estos hipócritas!

4/10/2010 | Opinión

Han hecho falta 15 años para que las Naciones Unidas denuncien algo que todo el mundo, en África y fuera de África, conocía, a saber la amplitud de las masacres y exacciones de toda naturaleza cometidas en la vasta región que va del Sur de Sudán a la parte oriental de la República Democrática del Congo, pasando por Uganda, Ruanda y Burundi. Quince años durante los cuales no se ha preguntado, en los pasillos de la “Casa de cristal” a orillas del East River, más que por el genocidio ruandés, mientras que delitos mucho peores se cometían todos los días en esta región del mundo. Quince años durante los cuales los diplomáticos de la ONU han evitado buscar a los que precisamente cometían estas atrocidades y preguntar por qué las cometían.

Una precisión importante, antes de ir más allá: no son cuatro o cinco millones de muertos los de este conflicto, durante quince años, sino que se acerca más certeramente, o supera, los diez millones de víctimas inocentes. Otra precisión también importante: las instituciones especializadas de la ONU sabían perfectamente lo que estaba ocurriendo, porque las instituciones religiosas, las organizaciones de defensa de los derechos humanos, no aquellas que intentan desestabilizar África, sino las que luchan por que realmente se reconozcan y protejan los derechos humanos, y los órganos de prensa como el nuestro, no ha cesado de llamar su atención sobre esta tragedia en serie.

Antes de lanzar acusaciones contra los gobiernos de los países implicados, que había que hacer, seguro, algún día, la ONU haría bien en reconocer que ha fracasado en su misión, que han cerrado los ojos a las tragedias que se desarrollaban en el África Central, que se han negado a perseguir a sus patrocinadores, que han puesto en marcha operaciones tan caras como inútiles para poner fin a las masacres sin verdaderamente querer detenerlas, que hoy se levantan por razones que nos gustaría saber. En resumen, que en la larga lista de hipocresías que han marcado la Historia de África, esta es particularmente indignante.

Y ya que la ONU parece querer despertar hoy, que no se contente, tan hipócritamente, con proponer para ser juzgados a los gobiernos de este o aquel país. Que vaya a buscar a los verdaderos culpables de estos crímenes cometidos en esta región del mundo: los poderosos grupos industriales que han hecho de la parte oriental de la Cuenca del Congo una zona sin ley, que han alimentado el odio étnico con el fin de actuar más cómodamente, que han armado a los asesinos para explotar los metales raros que abundan en esta parte de África.

Que llegue también hasta los financiadores que viven lujosamente en Estados Unidos o Europa, pero cuyo capital ha armado a los asesinos y han silenciado los testimonios. Que se atreva a decir que ella ha fomentado estos dramas a escondidas.

Entonces, efectivamente, ¡creeremos lo que cuenta!

Jean-Paul Pigasse

(Les Depêches de Brazzaville, 04-10-10)

Traducido por Rosa Moro.

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