Implicaciones a largo plazo de la crisis financiera

26/11/2008 | Opinión

La aguda crisis financiera tiene todas las papeletas para llevar a la economía mundial a la recesión y, contrariamente a lo que sugieren muchos expertos, puede ser mas larga de lo que pensamos. La inminente recesión podría marcar el inicio de una era de impuestos altos y bajo crecimiento en los países ricos. Y esto podrá acelerara una crisis fiscal en los programas de apoyo social.

Los mercados financieros se desplomaron en reacción al fallo inicial y posterior salida adelante del plan de rescate de EEUU. Mientras el precio de las casas baja, los balances de las instituciones financieras se debilitan y la crisis se extiende. Llamadas para planes de rescate más amplios en Europa y en mas lugares crecen sin parar, pero no hay seguridad de que esta iniciativa fiscal y monetaria vaya a tener éxito.

Las últimas dos recesiones en EEUU fueron mas suaves y el crecimiento global se interrumpió solo por poco tiempo. La esperanza que nos queda es que los planes de rescate puedan hacer efímera y superficial la recesión. Pero, ¿cual es la posibilidad de que esto sea así? Las dos anteriores recesiones, en 1991 y 2001, ocurrieron bajo unas condiciones económicas muy buenas: fuerza de trabajo muy productiva, crecimiento del consumo, avances en el comercio internacional e impuestos bajos. En estos momentos, estos componentes son mucho más débiles.

Consideremos, en primer lugar, el incremento de ingresos. Los más experimentados trabajadores del baby-boom de EEUU y Europa se están retirando. Aunque un gran porcentaje de antiguos trabajadores permanecen en activo, una recesión revertiría esta tendencia. La falta de crédito está forzando a las empresas a reducir costes y tamaño. Estas presiones afectarán más a los más viejo retirándolos por despidos o planes de retirada tempranos. Las salidas forzadas o voluntarias de los trabajadores más experimentados reducirán el trabajo de calidad y bajara la productividad y los ingresos. Este fenómeno durará por lo menos dos décadas más.

Los consumidores americanos, vistos como adalides del crecimiento global están dejando de gastar. El reciente aumento de los precios del petróleo ha ralentizado el consumo de los otros bienes. Aunque los precios del petróleo han bajado en los últimos días, por el peligro de una crisis económica global, otros factores continúan ralentizando el consumo: mientras se aproxima la jubilación de la generación del baby-boom, preocupa la viabilidad de los programas públicos de pensiones. Hay otros factores que influyen como la devaluación del mercado de valores, la reducción de la seguridad laboral al incrementarse el número de desempleados etc., lo que hace que la gente ahorre más y gaste menos.

La ralentización del consumo en los países ricos podría ser reemplazada por el consumo en los países en vías de desarrollo, como China e India. El comercio ha sido el consuelo de EEUU durante el 2007 y 2008, mientras el dólar se depreciaba, haciendo florecer las exportaciones sosteniendo el crecimiento en la producción. Pero esto podría cambiar con el recrudecimiento de las previsiones económicas.

El rápido crecimiento económico de China ha resultado de un alto grado de ahorro doméstico e inversiones en infraestructura, manufactura y exportaciones. Con ralentización del gasto mundial, los chinos deberían animar su consumo local para sostener a sus industrias. Algo de ese gasto se podrá hacer en productos de los países ricos y beneficiara a la economía occidental. Sin embargo, los políticos chinos podrían aumentar las barreras comerciales, en un esfuerzo para aislar la economía de la recesión global. India está menos expuesta a una recesión global por sus altos controles a la importación, pero una recesión severa en los países occidentales podrían provocar más proteccionismo.

La bajada del consumo, de la productividad y del comercio empeora las perspectivas de que la recesión sea suave. Si el plan de rescate no restaura pronto la estabilidad financiera-y muchos economistas dudan que lo vaya a hacer-la economía necesitará fondos públicos adicionales e incrementaran los impuestos de los futuros trabajadores.

Los sueldos de las futuras generaciones están ya suficientemente cargados para pagar las pensiones públicas y la salud de los envejecidos hijos del baby -boom. Como expliqué anteriormente, los crecientes desequilibrios en los presupuestos del gobierno requerirán cortes en servicios sociales y posiblemente, impuestos más altos. A menos que se reduzcan los derechos sociales u otros acuerdos, la crisis financiera se convertirá de un momento decisivo a una era de permanentes impuestos altos y, por lo tanto, permanente decrecimiento económico en los países desarrollados.

En el pasado, los políticos en época de elecciones prometían reducir el tamaño y el alcance del gobierno, pero rehuían las dificultades que eso entrañaba. Los desbocados costos de los programas sociales es el principal fallo de liderazgo político. Este fallo constriñe severamente las decisiones futuras de los gobernantes. El sentido común sostiene que los cortes de ayudas sociales son poco deseadas hasta que existe una inminente crisis económica. Si la actual crisis financiera se expande, la crisis fiscal vendrá mucho antes de lo que esperamos.

Jagadeesh Gokhale

Jagadeesh Gokhale es socio Senior del Cato Institute.

Artículo publicado en AfricanLiberty.org el 27 de octubre de 2008

Traducido por Arantxa Freire, para el Departamento África de la Fundación Sur.

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