¿Han permitido los programas del FMI asegurar el desarrollo de los países africanos?

4/11/2020 | Opinión


Cheikhna Bounajim Cissé, economista, ensayista y experto en mercados bancarios africanos, analiza las relaciones entre los estados africanos y el FMI para el medio Financialafrik.

pexels-michael-steinberg-318820.jpgCissé comienza explicando que, desde la década de 1980, la mayoría de los países africanos han participado en programas del Fondo Monetario Internacional (FMI), sin embargo, han pasado cuarenta años y ningún país africano ha logrado desarrollarse. Y plantea que o bien el paciente sufre una enfermedad incurable o bien el médico sufre una inmensa incompetencia, pero antes de dar su opinión ya advierte ¿cómo se puede subcontratar el diseño y la financiación del propio modelo de desarrollo y esperar un despegue económico?

África está en mal estado, pues ha sido el corral o el enorme parque de atracciones (el autor da a elegir) para una buena parte del mundo en busca de fantasías en el ismo: negocios, oportunismo, exotismo, angelismo, ocultismo, terrorismo, esclavismo, extremismo, radicalismo, racismo…. Sin embargo, la respuesta de los líderes africanos no ha sido la de proteger a su pueblo de esta depredación, sino la de crear su propio repertorio de yates de ismo: nepotismo, favoritismo, clientelismo, populismo, egoísmo, etc. De esta manera, Cissé responsabiliza al FMI por imponer programas de austeridad vinculantes que han estancado a los países africanos durante cuatro décadas, pero también responsabiliza al africano, al africano que caza y persigue al africano en el continente o al que se niega a comerciar con el africano en África.

Para el economista, son los africanos los que han dado la espalda al desarrollo de su continente, y además afirma que la mayoría de los estados africanos que se benefician de los programas del FMI son indigentes. El FMI y el Banco Mundial, a los que denomina “capellanes internacionales”, emiten dos certificados de indigencia a sus mejores alumnos, algunos de los cuales “han logrado” obtener ambos. Se trata de la condición de PMA (Países Menos Adelantados) y de la condición de PPME (Países Pobres Altamente Endeudados). De los 47 PMA del mundo, 33 son africanos, mientras que tres cuartas partes de la lista de los 39 países que pueden acogerse a la condición de PPME, se encuentran situados en el África subsahariana.

Tras abordar diferentes estadísticas del continente sobre la juventud hambrienta, los niños escolarizados, la mortalidad de las madres africanas, el ranking de corrupción de los países africanos etc., Cissé, plantea ¿cómo se convirtió África en el portaequipaje del mundo y el basurero del planeta? El PIB consolidado de todos los países africanos fue de 2.513 millones de dólares en 2013, lo que equivale, no al de un país desarrollado, sino al de un país emergente como Brasil. China, que a principios del decenio de 1960 tenía el mismo nivel de desarrollo que muchos países africanos, tiene ahora una riqueza nacional por lo menos 5 veces mayor que la de toda África combinada y es ahora el mayor acreedor del continente con el 40 % de su deuda. Los Estados Unidos producen en un mes y medio (exactamente 44 días) lo que todo el continente africano logra en un año. Por tanto, los programas del FMI son una falsa solución a un problema real. Se trata de un modelo defectuoso que recoge la mayoría de las «patologías» de las generaciones anteriores de programas de ajuste estructural. Hoy en día, la mayoría de las economías de África, que se encuentran en una situación de desventaja, necesitan una reforma fundamental para que sean fuertes, diversificadas, resistentes, inclusivas y competitivas.

Por último, dirigiéndose a los líderes africanos, Cissé les recuerda que el desarrollo es un concepto profundamente endógeno y no puede ser subcontratado al buen cuidado de los «socios» del desarrollo, las instituciones internacionales y los «países hermanos y amigos». El desarrollo solo puede lograrse mediante una visión larga y compartida, despejada de todas las contingencias políticas, por organización y método, por patriotismo y civismo, por trabajo duro y rigor. Además, no tiene sentido mantener los programas con el FMI si siguen embelleciendo el estado de sus economías con indicadores macroeconómicos supuestamente «sólidos y de rendimiento». Mientras siga esta farsa, la realidad local africana se seguirá enfrentando con caras miserables, ojos vidriosos, ejecutivos sombríos, informes de control de azufre, un doloroso desempleo, un sistema de gobierno febril, un sistema de salud defectuoso, un sistema educativo escabroso y un sistema de seguridad poroso.

Cheikhna Bounajim Cissé

Fuente: Financialafrik

[Traducción y Edición, Irene Ruzafa Martín]

[Fundación Sur]


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