Habla África … y rompe moldes

5/05/2008 | Editorial

Por fin habla África … y rompe moldes y prototipos.

El presidente Abdoulaye Wade, de Senegal, sugiere que la FAO, – la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación -, sea abolida porque, a pesar de su buena voluntad, es ineficaz e incluso nociva para el desarrollo agrícola de África. El presidente Wade acusa a la FAO de ser responsable, al menos en parte, del incremento de precio de los productos alimentarios básicos, y de que, a pesar de todos sus dones, en particular para afrontar situaciones de hambre, derrocha inútilmente el dinero, mientras que otras organizaciones hacen el mismo trabajo de modo más eficaz y con menos gastos.

Que un presidente africano haya criticado un organismo de las Naciones Unidas dedicado a “distribuir” grandes cantidades de dinero para el desarrollo agrícola es un acontecimiento importante y muy significativo. Que la crítica sea acertada o no, y que ésta deba analizarse y valorarse, es otra cuestión. Lo importante es que con ella, el presidente Wade ha roto moldes y esquemas mentales que Occidente tiene sobre África. Su crítica conlleva los siguientes puntos a subrayar:

1. África no es un continente que, como un pozo sin fondo, esté condenado a ser solo y para siempre receptor de dones. Hay que dejar de “ayudar” a África y hay que comenzar a cooperar con ella. África no quiere millones malgastados, sino una colaboración internacional para desarrollar su agricultura y conseguir su soberanía alimentaria.

2. El desarrollo agrícola y la prevención de hambrunas no se resuelven solo con dinero. Es necesario elaborar una política alimentaria sostenible que se aleje de esquemas creadores de dependencia, y en la que los propios países afectados sean los principales actores.

3. Los organismos internacionales, especialmente las Naciones Unidas, tienen el deber de asegurar la mayor eficacia posible a sus inversiones. Todos saben que el gasto de millones se puede utilizar como instrumento de propaganda en beneficio de la organización donante; pero si además, el gasto se convierte en derroche, opuesto al fin propio de la organización consistente en promover el desarrollo, entonces estamos frente a prácticas no éticas que tienen que ser revisadas.

4. La cooperación internacional exige además que las organizaciones internacionales colaboren con las organizaciones locales según el principio de subsidiariedad: “no asuman los niveles nacionales e internacionales lo que puede hacerse a nivel local”.

Esperemos que África continúe hablando …

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