Guerra de Somalia: un resultado continuo de la política exterior de Estados Unidos

8/02/2019 | Opinión

eeuu_somalia.pngLas operaciones de bombardeo del Pentágono contra el estado de Somalia en el Cuerno de África han matado a numerosas personas en las últimas semanas bajo el disfraz de la «guerra contra el terrorismo» de los Estados Unidos.

El 30 de noviembre de 2018, el Comando de África de los Estados Unidos (AFRICOM) informó que se lanzaron ataques aéreos en las posiciones de al-Shabaab en Lebede, que mataron a nueve personas. (Reuters, 2 de diciembre de 2018).

Aunque Washington afirma rutinariamente que estas operaciones de bombardeo solo apuntan a los llamados «terroristas», no hay manera de verificar quiénes son los atacados en el suelo. Otros daños, como la muerte de civiles y la dislocación de personas en pueblos pequeños y áreas rurales nunca son reconocidos por los militares.

Las declaraciones oficiales de AFRICOM indican que hay aproximadamente 500 soldados estacionados en Somalia. Los números reales han aumentado desde la llegada de la administración del presidente Donald Trump durante 2017 como parte de sus supuestos objetivos de política exterior de luchar contra grupos islamistas armados como al-Shabaab.

Otros informes de AFRICOM sugieren que a lo largo de 2018, se han realizado 37 operaciones de bombardeo dentro de este estado del Cuerno de África, rico en petróleo. Sucesivas administraciones de los Estados Unidos han apoyado el sistema de gobierno federalizado, que se instaló bajo el mandato del expresidente George W. Bush Jr. que fundó AFRICOM a principios de 2008.

Apenas una semana antes de los ataques del 30 de noviembre, los Estados Unidos anunciaron varias misiones de bombardeo en Harardere, en el estado de Galmudug, donde murieron más de 40 personas. Se dijo que los ataques aéreos del 19 al 21 de noviembre golpearon un campo de entrenamiento de al-Shabaab junto con un depósito de armas.

A principios de diciembre, los comandos del Ejército Nacional Somalí (SNA), de formación occidental, lanzaron una ofensiva terrestre contra las áreas controladas por al-Shabaab alrededor de la aldea agrícola de Awdhegle en la región del Bajo Shabelle. Las redadas fueron dadas a conocer por funcionarios somalies de inteligencia que señalaron que los ataques recibieron apoyo de las fuerzas de AFRICOM junto con unidades de la Misión de la Unión Africana en Somalia (AMISOM), que todavía tiene miles de tropas respaldadas por los Estados Unidos y las Naciones Unidas que ocupan el país. (Association Press, 5 de diciembre de 2018).

Fuentes gubernamentales somalíes, que hablaron bajo condición de anonimato, dijeron que las redadas en las áreas de al-Shabaab en el Bajo Shabelle fueron diseñadas para debilitar la base económica de la organización. El gobierno respaldado por Estados Unidos en Mogadiscio dijo que al-Shabaab cobra impuestos a comerciantes y residentes del área para financiar sus actividades.

En un ataque de represalia aparente el 6 de diciembre, dos generales en el SNA murieron cuando una bomba explotó en la carretera destruyendo su vehículo en el pueblo de Dhanaane, ubicado en la carretera costera que une la capital de Mogadishu con la ciudad portuaria de Marka. Al-Shabaab se adjudicó la responsabilidad del ataque en un anuncio por su emisora de radio Andalus. (Voz de América, 7 de diciembre de 2018).

Estos desarrollos se complican por la aparición de dos facciones distintas dentro de al-Shabaab en los últimos dos años. Según informes, una agrupación está vinculada a al-Qaeda y otra facción minoritaria está aliada al Estado Islámico (ISIS). (Canadian Press, 7 de diciembre de 2018).

Varios asesinatos han sido atribuidos a esta rivalidad dentro de las filas de al-Shabaab. Ambos grupos dependen en gran medida de los cobros forzados a empresas y residentes dentro de las áreas donde operan en las regiones del centro y sur de Somalia.

Comunicados de Canadian Press y Associate Press informaron que el faccionalismo ha aumentado sustancialmente en los últimos meses, señalando: «El grupo afiliado a ISIS en Somalia, compuesto en gran parte por desertores de al-Shabaab, anunció por primera vez su presencia en 2016 con ataques en el extremo norte, lejos de Mogadiscio, y la mayoría de los baluartes de al-Shabaab. Aunque se estima en unos pocos cientos de combatientes a lo sumo, su aparición en uno de los países más inestables del mundo ha sido lo suficientemente alarmante como para que el ejército de EE. UU. comenzara a atacarlo, hace un año, con acciones aéreos «.

Estos mismos artículos continuaron diciendo: “Sin un gobierno fuerte que los proteja, los hombres de negocios dicen con frecuencioa que no tienen más remedio que pagar a cambio de protección. Entre las empresas seleccionadas por presuntos extremistas vinculados con ISIS se encuentra el gigante de las telecomunicaciones de Somalia, Hormuud, que según los funcionarios de inteligencia ha perdido hasta diez empleados en ataques en las últimas semanas. Los funcionarios de Hormuud no respondieron a solicitudes de realizar comentarios. Las empresas temen que el surgimiento de otro grupo extremista que busca dinero, así como un nuevo esfuerzo del gobierno central de Somalia para imponer impuestos, les dejará secos”.

Los intereses económicos del imperialismo en Somalia

Desde los años inmediatos posteriores a la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, Somalia ha sido el foco de exploración de petróleo y gas natural. Esto, junto con su ubicación geográfica estratégica en el Océano Índico y cerca del Golfo de Adén, que es una de las rutas marítimas más lucrativas del mundo, hace que el país sea importante en el sistema económico global.

A partir de 1948 comenzó la búsqueda de recursos de petróleo y gas. A principios de la década de 1950 estos esfuerzos fueron realizados por Agip (Italia) y Sinclair Oil Corporation, que tenía entonce su base EE. UU.

Más tarde, durante la década de 1980, cuando el país estaba en fuerte declive debido a su conflicto interno y al fracaso de EE.UU en brindar asistencia económica, varias empresas petroleras multinacionales obtuvieron concesiones para la exploración. Estas corporaciones incluían a Conoco-Phillips, Shell (Pectin), Amoco, Eni, Total, Exxon Mobil y Texaco. Finalmente, los recursos fueron designados «fuerza mayor», significando que estas compañías se reservaban el derecho de regresar para la explotación en un período posterior cuando la situación política se volviera más estable.

En los últimos años, la región separatista del norte de Puntland ha sido perforada por las corporaciones de petróleo y energía de África basadas en Canada. Este interés en la exploración de petróleo y gas natural no se limita a Somalia.

A lo largo de la costa del este de África, desde Somalia hasta Kenia, Tanzania y Mozambique, se han producido descubrimientos monumentales de recursos de petróleo y gas natural en alta mar en la región. En consecuencia, los estados imperialistas alentados por las corporaciones multinacionales e instituciones financieras internacionales están ansiosos en reclamar derechos sobre las potencialidades de enormes beneficios relacionados con la explotación de los recursos energéticos.

La creciente presencia de AFRICOM está claramente relacionada con la búsqueda en curso de la dominación imperialista en el continente. Con la República Popular China (PRC) emergiendo como un importante socio comercial y de desarrollo con los estados miembros de la Unión Africana (UA), Washington y sus aliados en Londres y París están bastante preocupados por la posibilidad de perder frente a la República Popular China en lo que se refiere a la cooperación económica.

Impacto de la política exterior de Estados Unidos en Somalia

Mencionado anteriormente en este artículo, Washington y sus socios imperialistas se han esforzado en mantener el control sobre el Cuerno de África, el Golfo de Adén y las regiones de la cuenca del Océano Índico. Esta preocupación se ha manifestado en la repetidas interferencias e intervenciones en los asuntos internos de Somalia.

Con la reciente muerte del expresidente de los Estados Unidos, George H.W. Bush, los medios corporativos que actuaron en nombre de la clase dominante hicieron esfuerzos para pintar una imagen del 41° jefe de estado como «estadista» y «generador de consenso». Esto no podría estar más lejos de la verdad de los acontecimientos durante su Presidencia de un solo período de 1989 a 1993.

Además de la injustificada invasión de Panamá por el Pentágono a fines de 1989 y el bombardeo masivo, la invasión terrestre y la imposición de sanciones draconianas contra Irak en la primera Guerra del Golfo, Bush también intervinó en Somalia en diciembre de 1992 en la víspera de su partida de la Casa Blanca. La Operation Restore Hope fue claramente diseñada para brindar alivio a los civiles somalíes al borde de la hambruna como resultado del colapso del anterior gobierno de Mohamed Siad Barre a principios de 1991.

No obstante, el despliegue de 12.000 marines estadounidenses en Somalia por parte de Bush fue parte del deseo de reafirmar la destreza militar de los Estados Unidos tras sus colosales derrotas en el sudeste asiático a mediados de los años 70, en el Líbano en 1983-84 y en el sur de África a fines de la década de 1980, donde el principal estado imperialista del mundo se vio obligado a retirarse después de humillantes fracasos. El sucesor de Bush, el presidente Bill Clinton, heredó la invasión somalí donde, en cuestión de meses, grandes secciones del país se rebelaron contra las ocupaciones de los Estados Unidos y la ONU, lo que provocó la muerte de miles de somalíes y la pérdida de cientos de personas del Pentágono, llamados soldados de mantenimiento de paz durante 1993-1994. Los Estados Unidos y la ONU se vieron obligados a abandonar Somalia en 1994.

Esto no le sentó bien a Washington y, aproximadamente 12 años después, el Pentágono comenzó a bombardear Somalia bajo el liderazgo del entonces presidente George W. Bush, Jr. Para 2007, EE. UU. había facilitado otra invasión, esta vez utilizando las fuerzas militares de la vecina Etiopía y luego Kenia. La AMISOM, una agrupación de tropas de varios estados regionales, fue reunida, entrenada, armada y desplegada como un mecanismo para implementar la política exterior de los Estados Unidos en Somalia y en todo el Cuerno de África. Esta misma política continuó bajo el mandato del presidente Barack Obama hasta la administración actual de Trump, que ha modificado las regulaciones que guían la participación militar en Somalia para justificar la profundización de la intervención utilizando unidades de comando y ataques aéreos.

Sin embargo, después de décadas de participación militar y maquinaciones políticas, la situación sigue siendo inestable. La única esperanza de Somalia para una paz y un desarrollo sostenibles se encuentra dentro de la unidad nacional de su pueblo, libre de la tutela de los Estados Unidos.

Abayomi Azikiwe

* Abayomi Azikiwe es editora de Pan-African News Wire.

[Traducción, Jesús Esteibarlanda]

Fuente: Pambazuka News

[Fundación Sur]


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