Gorée: la isla sin retorno

23/07/2009 | Opinión

Un siglo y medio después de la abolición del tráfico de esclavos, la Isla de Gorée, frente a la costa de Senegal, sigue siendo un duro recordatorio de uno de los momentos más oscuros de África, y en definitiva, de toda la humanidad.

Situada en el mar a tan sólo tres kilómetros de distancia frente a la capital de la ciudad: Dakar; la Isla de Gorée es como cualquier otro asentamiento antiguo, con una mezcla del color granate y amarillo de sus edificios que resplandecen al sol.

Sólo después de un viaje en barco a la isla de 30 minutos, es cuando uno se encuentra cara a cara con uno de los horrores de la historia moderna.

Aunque la esclavitud se abolió en 1848, Gorée aún alberga 39 casas de antiguos esclavos, con todos sus útiles: grilletes, cadenas, pesos, y escritos en las paredes de las habitaciones, donde se retenía a los esclavos antes de que embarcaran con rumbo a toda una vida de servidumbre en el Nuevo Mundo.

La isla era la última parada para cientos de miles de hombres, mujeres y niños africanos capturados, que más tarde terminarían viviendo en cautiverio como esclavos.

Los historiadores han discutido a lo largo de los años si la Isla de Gorée era realmente el epicentro del comercio de esclavos en el África Occidental. Pero una cosa es indiscutible, y es que a los esclavos se les transportaba desde aquí.

Las casas de esclavos nos relatan su historia no contada.

Existen 39 casas de esclavos en la isla construidas en diferentes períodos por las diferentes fuerzas que la ocuparon, ya que utilizaban Gorée como una puerta estratégica en la costa del Atlántico. Todas las casas de esclavos dan al mar.

La primera casa de esclavos se construyó en 1536 y ahora se utiliza como la casa del párroco de la Iglesia Presbiteriana.

La casa de esclavos más grande fue la última en ser construida en 1776 por los holandeses y es en la actualidad, el centro de atracción de la Isla de Gorée. Todavía conserva algunas de las habitaciones por las que pasaron los esclavos. Fue aquí donde traían a los africanos capturados para cargarlos en los barcos con rumbo al Nuevo Mundo, a través de la infame “Puerta sin retorno”.

El recorrido por las casas de esclavos trazado por Faye Ibrahim de 62 años, conocido también como “Max Tonton”, evoca una poderosa imaginería que nos hace sentir que estos hechos ocurrieron en el mismo día de ayer.

En la casa de esclavos, se separaba a los esclavos según su edad y sexo. Mientras que la planta superior, servía de residencia al amo de los esclavos, la planta baja se reservaba para aquellos esclavos que habían sido pesados, alimentados y amarrados antes de que se les cargara en los barcos para el viaje transatlántico.

En la sala de espera, se separaba a los hombres según su peso. Todavía están visibles los escritos que muestran los diferentes pesos y fechas de los diversos barcos que cargaban esclavos.

Aquellos que pesaban 60 kg o más, se consideraban aptos para el embarque y los amos tenían la esperanza de venderlos a buen precio. A aquéllos que estaban por debajo del peso requerido, se les mandaba a las salas de engorde, en las que se les alimentaba como al ganado para engordarlos, con el fin de que estuvieran listos para el “mercado”.

Las salas de engorde se conocían con el nombre de “Inapte Temporaiire” (no aptos temporales), y aquéllos que no conseguían “engordar” eran arrojados o bien al mar o con suerte, se convertían en sirvientes domésticos en las casas de los colonos blancos de la isla, trabajando como cocineros.

Aunque no estuvieran encadenados, no podían escapar porque no sabían nadar, habían sido capturados en el interior y no estaban familiarizados con el mar. La isla se había convertido en una prisión virtual para ellos.

En las placas de las puertas de la casa de los esclavos, aún se lee Hommes para los hombres, Enfantes para los niños y Jeunes Filles para las chicas. Los niños menores de ocho años permanecían juntos sin hacer distinciones de sexo.

Las habitaciones tenían un tamaño estándar de 2,5 metros cuadrados y las ocupaban 20 esclavos con grilletes y bolas de hierro de 10 kg entre sus piernas.

Los esclavos permanecían en las habitaciones durante tres meses y medio esperando a que les recogieran los barcos procedentes de las Américas y del Caribe.

También estaban las llamadas “Cellule Des Recalcitrants” (las celdas de castigo) para los capturados que intentaban fomentar la rebelión entre los esclavos.

Lo más desgarrador es la “puerta sin retorno” por donde los esclavos salían de África hacia lo desconocido. Desde el umbral, uno tiene una vista espectacular de las olas del Océano Atlántico iluminadas por los rayos del sol.

Pero uno sólo puede pensar en cómo esa belleza se desvaneció para millones de africanos que la cruzaron, unos hacia la muerte en el mar en peligrosos viajes en barco, hacinados como sardinas en lata, y otros hacia la servidumbre.

Sin embargo, hoy en día en la isla, existe también una estatua de dos esclavos celebrando su emancipación. Se conoce como la Statue Coveles, se trata de un hombre y una mujer esclavos abrazados encima de un tambor africano, y el hombre con una cadena rota entre sus manos, representando la libertad.

La estatua la realizaron los descendientes de los antiguos esclavos de Guadalupe en 1999, como agradecimiento a sus antepasados que pasaron por la isla.

Aunque algunos historiadores han rebatido ciertas afirmaciones sobre si la Isla de Gorée era el epicentro de la esclavitud, muchos piensan que era el mayor centro de tránsito de esclavos en toda la Costa Oeste de África hasta Angola en el sur.

Se estima que más de 20 millones de africanos, la mayoría del África Occidental pasaron por esta isla y embarcaron hacia las Américas, el Caribe y Europa, donde les vendieron como esclavos.

Como Zanzíbar en el este; en la costa africana, Gorée es importante en los inicios de la historia del continente y en sus vínculos con las Américas, el Caribe y Europa.

Se cree que la mayoría de la gente negra en la diáspora actual: EE. UU, Europa, las Indias Occidentales, Guadalupe, Surinam, Martinica, Brasil y Cuba, cuyos descendientes procedían de África, pasaron por la isla de Gorée.

Fue por está razón, por la que la isla de Gorée fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1978.

El pasado de la isla es sobrecogedor para la mayoría de los visitantes, cuyo único contacto con la brutalidad del tráfico de esclavos proviene de los libros de historia y de las películas.

Aunque indigna por su historia, Gorée es ahora un santuario universal, hacia donde se dirige gente de todo el mundo para conmemorar el sufrimiento infligido por seres humanos sobre sus iguales.

Tan pronto como el barco abandona la isla hacia tierra firme, uno no puede evitar reflexionar sobre el papel clave que jugó la industria marítima en el tráfico de esclavos.

La primera pregunta que se nos pasa por la mente es si resulta moralmente correcto para Senegal beneficiarse de una herencia tan poco gloriosa, de un lugar donde millones de africanos en cautividad pasaban a una vida de esclavitud en el Nuevo Mundo.

Algunos defienden que no se puede cambiar la historia y que tiene que ser transmitida de generación en generación., así como las penurias y la resistencia de sus antecesores a manos de los comerciantes de esclavos. Las casas todavía conservan las marcas del sufrimiento de los esclavos.

La historia de estos 45 acres de isla se remonta antes de los tiempos de la esclavitud. Los pescadores africanos del continente la utilizaban como puesto de pesca durante la estación seca, y la abandonaban en la estación de lluvias regresando al continente para cultivar.

Los exploradores portugueses fueron los primeros europeos que llegaron a Gorée en 1444; atraídos por la profundidad natural de su puerto, lo abrieron para otros exploradores que paraban en Gorée a reparar sus barcos, a descansar y a abastecerse de alimentos frescos. Posteriormente, atrajo la atención de los comerciantes de esclavos, quienes explotaron su puerto.

Los holandeses, que dieron a la isla su nombre; los ingleses y los franceses controlaron Gorée en diferentes épocas.

Gorée, se convirtió oficialmente en colonia francesa después de la Conferencia de Berlín en 1885, en la que se dividió África, y permaneció así hasta que Senegal alcanzó su independencia en 1960.

La isla sigue siendo la mayor atracción turística de Dakar, acoge entre 1.200 y 1.500 visitantes a la semana.

Por Fred Oluoch.

Publicado en The East African, Kenia, el 29 de junio de 2009.

Traducido por Ana Jaén Castilla, para Fundación Sur.

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