Gaddafi no sabe qué hacer con el asunto de Darfur

20/11/2007 | Crónicas y reportajes

Mientras que las conversaciones de paz de Darfur van tirando en Sirte, se ha planteado la cuestión sobre si Libia era el lugar ideal para ello.

El líder libio, Muammar Gaddafi, al inaugurar formalmente las conversaciones el pasado 27 de octubre, envió mensajes confusos tanto a los movimientos rebeldes como a los coordinadores, haciendo surgir las sugerencias de algunos de los participantes para que las conversaciones se trasladen a otro lugar de reunión.

Era natural para Gaddafi expresar su decepción por el boicoteo de los principales actores, SLA/M y JEM, a la reunión que Libia había trabajado tan duro para conseguir.

Pero entonces, su ambivalencia al referirse al conjunto de las negociaciones creó confusión entre muchos asistentes. Parecía que dudaba que las negociaciones fueran a tener éxito ninguno con la ausencia de las principales fuerzas rebeldes, incluso después de haber dicho que confiaba en que Sirte fuera la última parada de muchos intentos de resolver el conflicto de Darfur.

La negativa de las principales facciones rebeldes a acudir a la reunión de Sirte, argumentaba Gaddafi, apoyaba su teoría de que hay que dejar que el pueblo de Darfur resuelva solo sus propios problemas. Esto contradice su ofrecimiento a albergar las conversaciones y la involucración de la Unión Africana y Naciones Unidas.

En ausencia de los dos líderes rebeldes, Khalil Ibrahim y Abdel Wahed, a los que se refirió como hijos suyos, Gaddafi parecía que quería quitarse de en medio la conferencia cuanto antes mejor, y repetía constantemente a los participantes que dejasen la conferencia en manos del pueblo sudanés.

Mientras que felicitaba a la Unión Africana y a Naciones Unidas por sus esfuerzos en Darfur, Gaddafi al mismo tiempo criticaba a la Comunidad Internacional por exponer su integridad metiéndose en guerras insignificantes como la de Darfur, que denominó “inter-tribal”. Dijo que creía que la comunidad internacional haría mejor si dedicase su tiempo y recursos a otros problemas más graves en el mundo.

Describió el problema de Darfur como un polvorín. “¿significa eso que la comunidad internacional enviará sus tropas a cada pequeño grupo que quiera reafirmarse a sí mismo?, preguntó.

Al mismo tiempo, culpaba a la comunidad internacional por interferir en Darfur, intensificando lo que en un principio era un conflicto inter-tribal entre comunidades sedentarias y nómadas, haciéndose así eco de la postura inamovible de Jartum.

Se mostró particularmente opuesto a las amenazas de los países donantes de imponer sanciones a los que no acudieran a la reunión, “no pueden imponer sanciones teniendo en cuenta los problemas de otra gente”, dijo, señalando que cualquier forma de sanción sería equivalente a una excesiva interferencia en los asuntos internos del pueblo de Darfur.

Para justificar sus declaraciones, Gaddafi dijo que su principal objetivo era salvar el prestigio de Naciones Unidas, para que no se sienta totalmente fracasada con el asunto Darfur. Según él, el hecho de que los principales movimientos rebeldes boicotearan la reunión era una prueba de que la Unión Africana y Naciones Unidas no deberían interferir en Sudán.

Pero lo que dejó perpleja ya a la audiencia fue su discurso ambiguo sobre los movimientos rebeldes y el Gobierno sudanés. Al principio, Gaddafi dijo que el Gobierno sudanés tenía derecho a utilizar la fuerza para proteger su soberanía, en el caso de que los ciudadanos se levanten en armas, un Gobierno tiene derecho a defender su territorio por todos los medios. Esto supuso una bofetada en la cara de los organizadores de las conversaciones de paz, especialmente en la del enviado especial de la ONU Jan Eliasson, que antes de la conferencia había pedido al Gobierno de Sudán que detuviese su ofensiva, especialmente los bombardeos aéreos, por el bien de la reunión.
Pero los más desorientados fueron los movimientos rebeldes que sí asistieron a la reunión, que interpretaron el discurso de Gaddafi como que el líder libio se ponía del lado de Jartum, aunque después había afirmado que los movimientos rebeldes tenían derecho a exigir sus derechos y a oponer resistencia a la marginalización.

Sorprendido por la extraña posición de Gaddafi sobre Darfur, Ahmed Ibrahim Diraige, líder de la Alianza Federal Democrática de Sudán, elegido por el grupo rebelde para leer el comunicado que exponía su posición, decidió ignorar el comunicado, para disgusto de algunos delegados rebeldes. Después, aclaró que el pronunciamiento de Gaddafi había sido contra la intervención extranjera, refiriéndose a la Unión Africana y a la ONU, Pero que él no quería que pareciera que estaba enfrentado con el Presidente en ese momento, cuando los grupos rebeldes que habían quedado fuera de los acuerdos de Abuja, buscaban desesperadamente aforo para comenzar estas conversaciones.

Según se iban acercando las conversaciones, algunos de los grupos rebeldes como el SLM y el JEM habían puesto sus condiciones para asistir a esta reunión, una de las cuales eran que sólo asistirían cuando las fuerzas de la ONU estuviesen sobre el terreno para detener los bombardeos aéreos de Jartúm.

Se espera que la fuerza de intervención de 19.000 soldados de la ONU llegue a Darfur en enero, después de que Jartum aceptase el despliegue tras meses de regateos y amenazas de la administración Bush. Todavía no está claro si todos los grupos rebeldes terminarán contentos con la reunión de Libia, cuando terminen las negociaciones de un mes de duración.
Libia, uno de los cuatro países de primera línea de Sudán, fue elegido tras haber recibido el menor número de objeciones por parte de los movimientos rebeldes. Otros países que se consideraron en su día fueron Eritrea, Egipto, Chad y la república Centroafricana.

Kenia fue considerada inicialmente, pero fue descartada más tarde por lo que algunos consideran “cansancio” por haber luchado tanto tiempo por alcanzar un acuerdo de paz entre Jartum y el SPLM.

A pesar de todo, los asistentes afirman que Sirte fue el comienzo de un proceso y si los movimientos son unánimes en pedir que las reuniones se celebren en otro lugar, entonces se accederá a su petición. Obviamente, el cambio del Coronel Gaddafi en la consideración del problema de Darfur será objeto de debate, cuando se retomen las conversaciones. Esto es principalmente porque el líder libio fue categórico al afirmar que los conflictos inter-étnicos africanos no deben ser politizados. “Los conflictos tribales no deben ser politizados ni internacionalizados”, dijo, “no podemos ser más darfurianos que los darfurianos”. Mantuvo en todo momento que Jartum no quiere tropas de la ONU en su territorio y eso debe respetarse. Al fin y al cabo, él prefiere que el asunto de Darfur se deje completamente en manos de la Unión Africana.

Fred Oluoch

Enviado especial a Sirte del diario ‘The East African’, con sede en Nairobi.
El 12 de noviembre de 2007

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