Gabón . La caza furtiva de los elefantes sobrepasa todos los records, por Antonio Molina

21/11/2012 | Bitácora africana

El tráfico del marfil nunca hizo ganar tanto dinero desde su prohibición en 1989.

Hace algo más de veinte años, los países africanos en donde aún existían manadas de elefantes, tomaron conciencia del peligro de su extinción. Por eso, fue decidida la prohibición de la caza de los paquidermos. Lo que dio lugar a la intensificación de la presencia de los cazadores furtivos.

Un gesto del presidente Alí Bongo Ondimba

Hacia el mediodía del pasado 27 de junio, el presidente de Gabón encendió la hoguera que consumió en unas horas 4.800 kilos de marfil: La pira se componía de 1.293 colmillos brutos y de 17.730 piezas de marfil ya elaborado. En el centro de Libreville, la capital, una nube de humo y un montón de cenizas eran el resto de un lote de marfil valorado en el comercio en unos 5.000 millones de Frs. Cfa. (+ ó – 7.600.000 € ), resultado de las capturas de la Agencia Nacional de los Parques Naturales.

Según los cálculos de World Wildlife Fund (WWF), que participaba en esta operación:”Tal cantidad representa la muerte de unos 850 elefantes.”

El jefe de Estado Gabonés ha querido mostrar con este gesto la voluntad de su país de luchar contra la caza furtiva de los elefantes.
Algunos días antes, el 21 de junio, fue publicado un informe alarmante de la Convención sobre el Comercio Internacional de las Especies Salvajes de Fauna y Flora amenazadas de extinción (CITES).

Un comercio ilegal que no disminuye

Sumando los datos de la CITES, de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la naturaleza) y la Asociación para la Defensa de la Fauna salvaje (Traffic), más el Centro Mundial de Vigilancia de la Conservación de la Naturaleza (PNUEWCMC), podemos concluir que el tráfico de marfil ilegal nunca fue tan lucrativo desde 1989, año en que su comercio fue prohibido.

Los años 2009, 2010 y 2011 han batido récordes de ventas. Sólo en 2011, fue interceptado un total de 24,3 toneladas de marfil, lo que equivale a varios millares de elefantes muertos ( unos 4.200 paquidermos).

El mismo informe hace alusión al crimen organizado, pues bastantes países africanos carecen de medios humanos y materiales, para controlar eficazmente las zonas donde viven los elefantes.
John Scanlon, secretario general de la CITES, declara: “Hay que reforzar los esfuerzos colectivos entre los Estados, que poseen manadas de elefantes, aquellos por donde transita el marfil y finalmente allí donde se comercializa. Los comerciantes deben ser multados con sanciones fuertes y los cazadores y los intermediarios sufrir penas de prisión. ”

Las rutas del tráfico del marfil

Todas parten del continente africano, sobretodo por los puertos del Océano Índico: Kenia y Tanzania. Los principales destinatarios son China y Thailandia. Los cargamentos en contenedores transitan con frecuencia por Malasia, las Filipinas o Vietnam, país en donde se interceptaron enormes cantidades en 2009. El aumento de la demanda de China ha causado la subida del precio, que entre 2002 y 2004 dobló, pasando de 120 € / kilo a 280 € / kilo. Nuevamente dobló de 2004 a 2010, alcanzando los 600 € / kilo!

Los países más afectados

El atractivo por el marfil desarrolla la caza furtiva especialmente en los países del África central, pues allí los medios de subsistencia de los seres humanos son más precarios y los Gobiernos más débiles para aplicar ciertas leyes, por causa de la corrupción generalizada. Funcionarios superiores, guardas de parques, aduaneros y hasta policías se dejan sobornar.

¿Cuántos elefantes quedan?

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) hizo una evaluación en 2007 y calculaba que en los 3.300.000 kms.2 (una superficie seis veces mayor que España), habían entre 500.000 y 700.000 elefantes.

Ciertos países del África Austral, en dos ocasiones: 1999 y 2008, consiguieron autorización para realizar ventas excepcionales de marfil, alegando que la población de elefantes había aumentado demasiado, disputando el territorio a los campesinos y destrozando los cultivos.
El IFAW reclama que esas ventas, aunque sean excepcionales deben ser prohibidas, porque animan a los furtivos a continuar cazando, con la esperanza de camuflar su mercancía entre los lotes legales de marfil. No hay que olvidar el poder corruptor de los agentes del comercio ilegal. Es uno de los puntos que debieron ser discutidos en la 62ª reunión del Comité Permanente de la Convención, celebrada en Ginebra del 23 al 27de julio pasado.

Conclusión

Como amantes de la Naturaleza en el Continente africano, hacemos votos para que el control de la caza furtiva se realice de manera eficaz y que la lucha contra los furtivos y sus redes mafiosas no cese, lo que implica un cuadro de sanciones pesadas para los corruptores y los corruptos.

También se debe ejercer mayor control en los puertos de embarque del Océano Índico y que la ONU intervenga ante países como China, para prohibir la importación del marfil bruto y la fabricación y comercialización de objetos de marfil.

Autor

  • Molina Molina, Antonio José

    Antonio José Molina Molina nació en Murcia en 1932. Desde 1955 es Misionero de África, Padre Blanco, y ya desde antes ha estado trabajando en, por y para África. Apasionado de la radio, como él relata en sus crónicas desde sus primeros pasos en el continente africano, "siempre tuve una radio pequeña en mi mochila para escuchar las noticias". Durante septiembre 2002, regresa a Madrid como colaborador del CIDAF. En octubre de 2005 aceptó los cargos de secretario general de la Fundación Sur y director de su departamento África. Antonio Molina pertenece -como él mismo dice- a la "brigada volante de los Misioneros de África", siempre con la maleta preparada... mientras el cuerpo aguante.

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