“Françafrique”: la extraña ruptura de Nicolas Sarkozy

1/09/2009 | Opinión

Los Jefes de Estado africanos no se lo creen

Nicolas Sarkozy anuncia el “descompromiso” de Francia con sus antiguas colonias y el fin de los acuerdos secretos que las unen con el Elíseo. En realidad, todo parece indicar que nada cambiará. Sobre todo cuando tres Jefes de Estado africanos obtienen el cambio de un ministro excesivamente crítico con ellos.

¿Habla en serio Nicolas Sarkozy cuando declara que va a liquidar “Françafrique”? El día 26 de agosto, en su discurso ante la conferencia de embajadores, el Jefe de Estado francés dejó caer, como en febrero último, que deseaba renegociar los acuerdos de defensa que ligan Francia con algunas antiguas colonias francesas en África. Esta vez, ha avanzado incluso una fecha: antes de fin de este año. “A finales de 2009, los acuerdos que nos unen a ocho países habrán sido negociados en una perspectiva radicalmente nueva”, ha afirmado Nicolas Sarkozy. Según él, corresponde a los países africanos garantizar su seguridad. “Francia concibe su papel como apoyo a la creación de las fuerzas africanas capaces de asegurar colectivamente la seguridad de su continente, en el marco de la iniciativa de defensa de la Unidad Africana”. El presidente francés ha asegurado que no ha elegido al azar la fecha de inicio del año próximo para iniciar un nuevo episodio de las relaciones entre Francia y sus antiguas colonias africanas. “2010 será un año importante para las relaciones entre África y Francia: 14 antiguas colonias francesas celebrarán el 50 aniversario de su independencia (…) Será por lo tanto un año dedicado a la fidelidad en la amistad y en la solidaridad. Quiero que 2010 marque también el término de una renovación profunda de nuestras relaciones con el continente”.

Expolio

Los acuerdos de los que Sarkozy habla conciernen sobre todo la cooperación militar. Los países africanos, en caso de amenaza para su seguridad, pueden pedir la ayuda de Francia. El 24 de abril de 1961, por ejemplo, las jóvenes Repúblicas de Costa de Marfil, Dahomey (actual Benin) y Níger firman un acuerdo de defensa con Francia por el que ésta establece sus fuerzas militares en sus territorios, pueden circular en ellos y utilizar las infraestructuras del país de acogida. Pero este entendimiento principal es completado por otros acuerdos llamados “especiales”, relativos a las materias primas y productos estratégicos como los hidrocarburos, el uranio y el litio. Francia se otorga derecho preferencial de compra. “Por necesidades de la defensa, su venta se reserva a la República francesa, tras la satisfacción de las necesidades de consumo interno, y los Estados africanos se aprovisionan en prioridad en ella… y limitan o prohíben su exportación a otros países cuando lo exijan los intereses de la defensa”.

Para numerosos observadores, semejantes arreglos han permitido al Estado francés garantizarse un cuasi-monopolio en sectores enteros de la economía de sus antiguas colonias. Pero además controla su moneda, el franco CFA, apéndice tropical del franco francés y hoy del euro. La ilustración está en el uranio de Níger, mineral indispensable para la industria atómica. En este país, gran productor de esta materia prima, la firma Areva ha dominado ella sola el precio del mineral. Las autoridades nigerinas no disponen de las capacidades científicas necesarias para sacar provecho ni ante Francia ni ante cualquier otro socio económico.

Los acuerdos de defensa parecen haber servido también para proteger a algunos “amigos” dictadores africanos y depredadores de fondos públicos. Uno de los últimos ejemplos es el Chad. Amenazado por una insurrección armada que se aprestaba a asaltar el palacio presidencial, donde se había parapetado, Idriss Deby salvará su vida gracias a las fuerzas francesas estacionadas en Chad.

Ruptura engañosa

En la práctica, la ruptura de Sarkozy es simple retórica. Por otra parte, los que han tomado las palabras del presidente francés al pie de la letra lo han pagado caro. Es el caso de Jean Marie Bockel, ex-socialista pasado al gobierno de apertura del presidente. En su expresión de deseos para el 2008, el antiguo Secretario de Estado para la Cooperación y la Francofonía se había atrevido a denunciar la incuria de algunos dirigentes africanos. “Uno de los primeros frenos al desarrollo es el mal gobierno, el despilfarro de los fondos públicos, la incuria de estructuras administrativas claudicantes, la predación de algunos dirigentes (…) Cuando el barril está a 100 dólares y cuando importantes países productores de petróleo no logran desarrollarse, lo que está en cuestión es el gobierno (…) Cuando los indicadores sociales de esos países están estancados o retroceden, mientras una minoría lleva un tren de vida lujoso, lo que está en cuestión es el gobierno”. Luego, Jean Marie Bockel había citado nominalmente al presidente de Gabón, Omar Bongo. Esta invectiva inopinada del ministro francés había provocado una verdadera rebelión de los dinosaurios de la Françafrique. Paul Biya de Camerún, Denis Sassou Nguesso de la República del Congo y Omar Bongo habían olvidado sus rivalidades subregionales, sólo el tiempo de obtener la cabeza del increpante. Dos meses más tarde, aprovechando una remodelación gubernamental, Nicolas Sarkozy enviaba a Jean-Marie Bockel a ocuparse de los asuntos de los antiguos combatientes.

Como para reforzar las convicciones de la parte africana de Françafrique que no cree en la voluntad de ruptura expresada por el Elíseo. Paul Biya lo afirmaba, por otro lado, de manera clara poco después de la entrada en funciones del presidente francés: “En verdad, a mi juicio creo que hay más ruptura en cuanto a la forma y continuidad en el fondo (…) Ahora, la política africana de Francia está en trance de elaboración y quizás hay algún cambio, pero creo que la ruptura es sobre todo formal”, se confiaba a France 24 en octubre de 2007. Su homólogo gabonés no pensaba otra cosa. Considerado en vida como el decano de Françafrique, Omar Bongo había afirmado: “África sin Francia es como un coche sin conductor y Francia sin África es un vehículo son carburante”. Los analistas consideran la visita reciente de Paul Biya a Francia, mientras los gaboneses lloraban la muerte de su presidente, como una campaña de presión para suceder a Omar Bongo como decano de Françafrique, puesto igualmente codiciado por Sassou Ngesso, que se dice está enfermo.

Así pues, ¿cuándo podrá firmarse el certificado de defunción de Françafrique, que sirve para todo salvo para los intereses de los pueblos africanos? ¿Quizás cuando los africanos tomen en sus manos su destino, como lo ha sugerido recientemente Barack Obama en su discurso de Accra poniendo así fin a la tutela asfixiante del neocolonialismo? ¿Quizás cuando Françafrique sucumba a los asaltos de la competencia de otras potencias como China, voraz de recursos energéticos, o Rusia, que inyectan miles de millones de euros en inversiones en el continente?

René Dassié

Publicado en Camer.be, el 28 de agosto de 2009.

Traducido por Ramón Arozarena, para Fundación Sur.

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