Fallecimiento de Nelson Mandela, por Antonio Molina

13/12/2013 | Bitácora africana

El jueves, 5 de diciembre, falleció en su casa, a los 95 años, rodeado de su familia, Nelson Mandela, MADIBA como lo llaman sus compatriotas. El hombre que derrotó al racismo, contra el que luchó toda su vida, treinta años de ellos en la prisión de Robben y que por su empeño en el perdón y la reconciliación entre la minoría blanca opresora y el pueblo surafricano oprimido, mereció el Premio Nobel de la Paz, goza ya de la Paz eterna.

Mandela puso fin al apartheid e hizo que los blancos cedieran el poder. De joven predijo que él sería el primer presidente negro del país. Cosa que se cumplió en abril de 1994. Como líder del grupo militar del ANC , pasó a la clandestinidad en 1961 y de allí a la prisión. De donde fue liberado el 11 de febrero de 1990

Sisulu, que era el jefe del ANC, quedó impresionado por Mandela desde el primer encuentro. Entonces, Sisulu tenía 30 años y Mandela, 24. Decía Sisulu: “Me impresionó más que cualquier otra persona que conociera antes. Su aire, su simpatía, yo buscaba a personas de verdadero calibre para ocupar puestos de responsabilidad y él fue un regalo del cielo.”

Si la política consiste en el arte de ganarse a la gente, Mandela fue un maestro consumado. Manejaba la política con grande maestría, combinando el encanto de su persona, nacido de su enorme seguridad en sí mismo, de sus principios morales de honestidad inflexible, de su visión de la estrategia y de su pragmatismo. Siempre fue coherente entre lo predicaba y lo que practicaba. Icono de lo que debe ser un buen político.

El arzobispo emérito de la Iglesia Anglicana de Suráfrica, Desmond Tutu, decía de él: “Su magnanimidad es su mejor cualidad.”

Su prioridad fue cimentar la frágil nueva democracia y evitar una contrarrevolución. Él se esforzó en convencer al comité de su partido que había que ganarse el respeto y hasta la simpatía de los ‘afrikaners’ , demostrándoles respeto por sus símbolos y Mandela se esforzaba en comenzar sus discursos con algunas palabras en la lengua ‘afrikaner’, aunque después proseguía en inglés o en alguna de las lenguas vernáculas de Suráfrica. Lo mismo hizo con el deporte, tanto en fútbol como en rugby. En la Copa del Mundo de Rugby de 1994, que se celebraba en Suráfrica por primera vez. Consiguió la increíble proeza de convencer a sus partidarios para que apoyaran al equipo de los Springboks , la selección surafricana, que era uno de los símbolos más odiados del apartheid…Mandela llegó al estadio vistiendo su camiseta. Los negros, en el estadio, aclamaban a los jugadores blancos…Esta acción llevó a la gente al delirio. Mandela consiguió su objetivo: Servirse del deporte, orgullo nacional, para unificar a los dos grupos antagonistas.

Todo el mundo se hace eco de la pérdida de Mandela Palabras del presidente Jacob Zuma: “Mandela deja huérfana a Suráfrica y se ha ido en vísperas de que el país celebrara el 20º aniversario de la democracia que él ayudó a establecer. Hemos perdido al más grande de los hijos de Suráfrica, yo me siento como el hijo que pierde a su padre.” Toda la prensa del mundo le ha dedicado sus portadas y extensos reportajes de su vida. Se está volviendo a proyectar el filme “INVICTUS”, que relata su vida. Este dolor es compartido por todo el mundo.

Una hora después del anuncio oficial de su fallecimiento, el presidente Obama hablaba en Washington en recuerdo de Mandela, destacando “su humildad, su compasión, su humanidad, que le hicieron ganarse el cariño de personas por todo el mundo.” Al terminar su discurso Obama prometía asistir en Johannesburgo acompañado de su familia a los funerales oficiales. Las agendas de muchos líderes internacionales se modificaron, para participar en estos funerales mundiales. El Príncipe de Asturias, D. Felipe de Borbón y el presidente Rajoy han ido en nombre de España.

CONCLUSIÓN

El arzobispo Desmond Tutu hablaba refiriéndose a Mandela de su MAGNANIMIDAD, ese ánimo enorme constituyó su GRANDEZA, por eso tiene razón Zuma al decir:” Es posible que no volvamos a ver a nadie que iguale a Madiba.”

Autor

  • Molina Molina, Antonio José

    Antonio José Molina Molina nació en Murcia en 1932. Desde 1955 es Misionero de África, Padre Blanco, y ya desde antes ha estado trabajando en, por y para África. Apasionado de la radio, como él relata en sus crónicas desde sus primeros pasos en el continente africano, "siempre tuve una radio pequeña en mi mochila para escuchar las noticias". Durante septiembre 2002, regresa a Madrid como colaborador del CIDAF. En octubre de 2005 aceptó los cargos de secretario general de la Fundación Sur y director de su departamento África. Antonio Molina pertenece -como él mismo dice- a la "brigada volante de los Misioneros de África", siempre con la maleta preparada... mientras el cuerpo aguante.

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