Europa frente a la crisis de acogida de inmigrantes (parte 2/2)

31/07/2020 | Crónicas y reportajes

inmigrantes_emigrantes_cc0-3.jpgEn el Mediterráneo oriental

El país más afectado por la crisis siria fue Turquía, con casi 4,7 millones de refugiados en su territorio. Esta región no era ajena a la migración en cadena ya que, durante los años previos, se refugiaron en Siria un grupo de iraquís, mientras que los afganos fueron acogidos por Irán y Pakistán, países vecinos. Se crearon campos, que posteriormente desaparecieron, a lo largo de la frontera siria, cerca de Gaziantep, en Turquía. También se han creado centros de acogida en Estambul desde la primavera de 2015. Los refugiados han contado con un permiso de estancia renovable, el derecho a trabajar con la posibilidad de, una vez terminada la crisis, volver a Siria, lo cual sería incompatible con el estatus de refugiado debido a que la vuelta al país significa que ya no existe una amenaza.

Con el acuerdo firmado en marzo de 2016 entre Turquía y la Unión Europea (UE), el presidente Erdogan aceptó los 6.000 millones de euros de la UE, depositados en dos veces, para no dejar pasar más refugiados a Europa. Las otras propuestas (readmisión de la candidatura turca a la UE y la facilitación de visados europeos para los turcos) fueron rechazadas. Aun así, Turquía ganó cierto prestigio de la situación, una especie de reconocimiento diplomático por parte de Europa, ya que su imagen se había deteriorado con la evolución autoritaria del gobierno turco.

Las islas del Dodecaneso eran turcas antes de pasar a ser griegas y se sitúan a no más de algunos cables náuticos* de la costa turca, razón por la que existen contrabandistas y desplazamientos ilegales. Lesbos, Cos y Samos han visto a los campos surgir, donde las condiciones de vida son muy duras. El acuerdo de 2016 ya mencionado preveía que, para 72 000 personas, Turquía mandara a Europa a quienes tuvieran el perfil de refugiados (según el marco de la Convención de Ginebra) y que Grecia enviara de vuelta a Turquía a quienes no tuvieran el perfil de refugiados. En las islas griegas situadas más al sur, como Rodas, la preocupación giraba en torno a la contradicción entre la búsqueda de turismo y la llegada de refugiados, con el riesgo de que, en las islas más pequeñas con menos posibilidad de acogida, se acabara destruyendo el potencial turístico frente a la presencia de nuevas llegadas sin recursos ni solución de hospedaje. Siguen existiendo campos, como el campo de Moria en Lesbos, y el destino de aquellos que no pueden salir ni de la isla ni de Grecia es como un callejón sin salida.

Entre África subsahariana y el Magreb

El debate ahora se centra en la concordancia del perfil de los solicitantes de asilo (perseguidos o amenazados de persecución) con el Convenio de Ginebra y la existencia de flujos “mixtos”, en los que se mezclan los solicitantes de empleo con los de asilo y una evaluación más severa para los africanos provenientes de países pobres y mal gobernados, que además corren un riesgo migratorio más elevado, incluso si no son perseguidos. Los países del Sahel y Sudán son hoy los puntos de partida de estos perfiles. Los candidatos a asilo recurren normalmente a los contrabandistas ya que no pueden entrar más que declarándose solicitantes de asilo porque sus pasaportes deben ir acompañados de visados que pocos pueden obtener (solo la élite y los más ricos). Libia se ha convertido en un caldo de cultivo para los contrabandistas debido a su costa en el sur del Mediterráneo y al dinero recaudado por los subsaharianos que trabajan allí, además de por el caos que reina en el país.

Un informe del departamento de Derechos Humanos de la ONU habló del “infierno libio” hace dos años: violaciones, prisión, esclavitud, prostitución, tráfico de órganos… todo esto en el camino que va al Mediterráneo. Después de Libia viene la travesía del Mediterráneo, donde han muerto 34.000 personas desde la década de los 2000. En esta cifra no se tienen en cuenta las personas que no se han encontrado en el mar. La llegada a Europa y la crisis de acogida desde 2015 son una sucesión de adversidades, pues varios puertos acogían a la gente a regañadientes o se han negado a la entrada de los botes salvavidas que navegan entre la costa norte y sur del Mediterráneo desde 2018. Nada apunta a que se pueda dar una inmigración “segura, ordenada y regular”, tal y como se exigía en el pacto de Marrakech de 2018 sobre las rutas de exilio de la región.

Catherine Wihtol de Wenden

*Un cable náutico es equivalente a 185,2 metros.

Fuente: Cairn

[Traducción y Edición, Blanca Martínez Salvador]

[Fundacion Sur]


Artículos relacionados:

Europa frente a la crisis de acogida de inmigrantes (parte 1/2)

El difícil viaje de vuelta

Movimientos migratorios en África Subsahariana en el contexto de derechos humanos y esclavitudes, por Lázaro Bustince Sola

Harraga en Argelia

Africana nº 198: Migraciones en Femenino

La migración ilegal de África a Europa: características y situación actual

Inmigración y seguridad temas centrales de la quinta cumbre UE-UA que se celebrará en Costa de Marfil

El Ministro del Interior de Gambia invita a la UE a abordar las causas fundamentales de la migración

Relación de noticias dadas en Fundación Sur sobre la crisis de los migrantes en Libia

Solicitan más cooperación África-Europa en el tema de migración

Emigrantes subsaharianas y violencia sexual

Reunión de ministros del interior de África y Europa para tratar temas de emigración

Crisis migratoria por el cambio climático en África

Austria anuncia diálogo de la UE con África del Norte para solucionar la crisis migratoria

Autor

Más artículos de Blanca Martínez Salvador (U. Comillas - prácticas 2020)