Etiopía podría dar lecciones al mundo sobre el hambre

18/04/2008 | Opinión

Mientras los altos precios de la comida baten récords, los analistas advierten que es necesario “re-pensar” las estrategias de la ayuda alimentaria. Etiopía, un país tradicionalmente con inseguridad alimentaria, podría ofrecer algunas respuestas.

Globalmente, el presupuesto operacional del Programa Mundial de Alimentos, WFP, de 2008, han aumentado hasta 3.400 millones de dólares americanos, un incremento de 500 millones de dólares, para responder al aumento del precio tanto de la comida como del transporte, según el portavoz del Programa Mundial de Alimentos, Robin Lodge.
“Este presupuesto es sólo para cubrir nuestras necesidades que actualmente hemos evaluado y no deja nada para emergencias imprevistas o para el enorme número de gente que ahora está cayendo en la trampa del hambre, como resultado de la subida de los precios de la comida”.

Se espera que los precios de la comida sigan subiendo en el futuro inmediato, como resultado de la emergente demanda global y las reducidas reservas de cereales, en parte por culpa de los biocarburantes. Edward Clay, un directivo investigador adjunto del Instituto para el Desarrollo en el Exterior, un grupo de expertos con sede en Reino Unido, señala que la situación requiere un gran replanteamiento de la ayuda alimentaria.

“Globalización ahora significa que los pobres de todo el mundo se ven afectados. ¿Cómo podemos estar seguros de que la gente pobre y los países más pobre de verdad no están hacinados fuera del mercado mundial de la comida?”.

Las agencias de ayuda alimentaria tienen unas opciones muy limitadas, pero las respuestas puede que estén en Etiopía, según Marc Cohen, compañero investigador del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias, IFPRI, con sede en Estados Unidos, y Shukri Ahmed, Economista directivo de la Organización para la Agricultura y la Alimentación, FAO. “Etiopía, que ahora mismo tiene varios millones de personas con necesidad seria de ayuda alimentaria, ha dado los primeros pasos para superar la dependencia de la ayuda”, comenta Ahmed.

Entre estos pasos está el diferenciar entre la gente que se enfrenta a inseguridad alimentaria crónica, actualmente estimada en más de 8 millones, y la gente que se enfrenta a una inseguridad alimentaria transitoria o a una grave, que se calcula que son entre uno y dos millones. Esta clasificación se presta a dar una mejor respuesta a la inseguridad alimentaria y a enfocar cada vez mejor la escasez de recursos de ayuda de alimentos, de una manera mucho más eficaz.

Como parte del programa federal de seguridad alimentaria, la Red de Programas de Seguridad Productiva de Etiopía, PSNP, (Productive Safety Net Programme, PSNP), da una combinación de dinero en efectivo, aportaciones agrícolas y alimentos a los vulnerables a la inseguridad alimentaria y los inseguros crónicos, mientras que las Reservas de Alimentos de Emergencia, EFSR, (Emergency Food Security Reserve, EFSR), tienen más de 400.000 toneladas de comida disponible para que las agencias de ayuda puedan tomar prestada, en caso de emergencia.
Grandes sequías
Cinco grandes sequías en dos décadas han dejado a la mayoría de los hogares etíopes tambaleándose, y cientos de miles de personas todavía viven al límite de la supervivencia. La Red de Programas de Seguridad Productiva de Etiopía, PSNP, en parte surgió de la preocupación tanto del Gobierno como de la comunidad de donantes porque las peticiones de emergencia regularmente se quedaban cortas en cuanto a sus objetivos, o daban una ayuda irregular y tardía. Según el informe 2007/2008 del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas.

“Para los hogares pobres, la ayuda con retraso durante una sequía prolongada puede tener unas consecuencias devastadoras, tanto a corto como a largo plazo. En 1983-1984 esto provocó la muerte de miles de personas vulnerables [en Etiopía]”, señala el informe.

El PSPN es un arreglo multianual que comenzó con la prestación de ayuda a cinco millones de personas en 2005 y pretende alcanzar a ocho millones en 2009. Ha sido señalado desde muchos sectores de la comunidad de la ayuda, como un modelo para construir la resistencia necesaria ante la conmoción climática.

Las EFSR, establecidas en 1982 “para asegurarse de que la gente no tenga que esperar a que llegue la ayuda alimentaria”, explica Ahmed, están gestionadas por el Gobierno y las agencias de ayuda de una manera transparente: las agencias pueden tomar prestado de las reservas con la condición de que deben reponerlo en un determinado periodo de tiempo.

“Hasta finales de los años 80 las reservas de cereales en varios países del África subsahariana estaban estrictamente reguladas por el Gobierno, con las vías de destino más fuertes hacia la población urbana, más activa políticamente”, señala Ahmed.

Los bajos precios de consumo eran mantenidos por una combinación de bajos precios de producción y fuertes subsidios… compañías paraestatales o consejos directivos de mercado con derechos de monopolio para la comercialización de determinados cereales – y en algunos casos, la provisión de inversiones – fueron establecidas para administrar el sistema”.

Sin embargo, los Gobiernos no siempre podían dar fondos adecuados a estas compañías paraestatales, para financiar sus operaciones, que a menudo hacían que las reservas de comida se utilizasen en operaciones de mercado normal. “La presión financiera a los Gobiernos y a las organizaciones para estatales daba como resultado que se ponía recursos insuficientes a su disposición para reponer las reservas para el año financiero siguiente”, explica Ahmed.

“Al mismo tiempo, la comunidad de donantes, que se estaba enfrentando a una mayor demanda de ayuda alimentaria, se estaba cada vez más desencantada con la forma en que se utilizaban las reservas, y cada vez estaba menos dispuesta a prestar los recursos necesarios para rellenar los almacenes de reservas”, concluye.
“Progresivamente, las cantidades que hay en las reservas van disminuyendo, y eventualmente dejarán de existir en la mayoría de los países. Así, para muchos países las reservas estratégicas de cereales, mientras que siguen siendo una parte importante del programa de seguridad alimentaria del Gobierno, tienden a existir más en teoría que en la práctica”.

Cohen del IFPR dice que los fondos de reservas, ya sean regionales o nacionales, son el futuro de la ayuda alimentaria. “Los países tienen que reforzar su preparación para los desastres y ser cada vez más autosuficientes, como ha hecho Etiopía, que ha creado su Agencia de Prevención y Preparación para los Desastres, Disaster Preparedness and Prevention Agency, al igual que ha hecho Bangladesh. Las Naciones Unidas y otras Agencias de Ayuda pueden seguir dándoles el apoyo necesario para desarrollar su capacidad”.

Shahidur Rashid, un investigador del IFPRI, asentado en la capital de Etiopía, Addis Abeba, se muestra más cauto: “Creo que decir que [los países dependientes de la Ayuda Alimentaria] toman el control de la respuesta a dar a las necesidades de ayuda, es mucho decir”.
“Una alta incidencia de la pobreza, infraestructuras e instituciones débiles y una capacidad limitada de inversión indican que Etiopía (y muchos otros países en desarrollo) necesitan ayuda para sus programas anti pobreza. Los retos son, en el futuro, utilizar la ayuda de manera eficaz, el crecimiento económico y la reducción de la dependencia”.
Etiopía está entre los países más pobres del mundo. Su sector agrícola genera cerca del 40 % del producto interior bruto, el 90 % de las exportaciones y el 85 % del empleo, y el 90 % de los pobres, según un informe reciente del Banco Mundial.

“La pobreza rural se complica más aún por la extrema escasez de tierra en las zonas montañosas, la tierra per cápita ha decrecido de media hectárea en 1960 a 0.2 hectárea en 2005”, señala el informe.

Respuesta a la subida de los precios

El Gobierno de Etiopía ha anunciado una congelación temporal de la compra de alimentos por parte del Programa Mundial de Alimentos para las intervenciones de emergencia, entre otras medidas para combatir los ya altos y todavía en ascenso, precios de la comida. El Gobierno también prohibió las exportaciones de los principales cereales y almacenes de grano, y también se ha impuesto un plus del 10 % en las tasas a las importaciones de lujo, para ayuda de los fondos para los subsidios de los pobres.

El Programa Mundial de Alimentos comenzó a comprar alimentos en Etiopía a mediados de los años 90 en respuesta a la invitación del Gobierno, para ayudar a reafirmar los precios, “que tiende a reducirse drásticamente en periodos de sequía, lo cual da como resultado que los agricultores reciben unos precios increíblemente bajos, ya que los campesinos se ven bajo la presión de tener que vender su mercancía para cubrir la urgente necesidad de dinero efectivo”, asegura Simon Denhere, Procurador oficial del Programa Mundial de Alimentos, en Etiopía.

Denhere hace caso omiso de las suposiciones de que se había evitado que el WFP comprase a nivel local porque sus adquisiciones afectarían a los precios de la comida. “La política de adquisiciones del WFP es que sólo se realizarán compras en el mismo país cuando existan excedentes, en la medida en la que las compras del WFP no tengan un impacto negativo en el mercado, el WFP debería ser un “comprador residual”, por así decirlo”, explica.

El rol de las Agencias de Ayuda en el futuro

Mientras los países se desarrollan, “las agencias de ayuda deberían ir quedándose sin empleo gradualmente”, comenta Rashid, que cita a la India, donde la escala de ayuda alimentaria a decrecido significativamente, ya que el país ha desarrollado su propia capacidad de inversión y de implementación de programas anti pobreza y de seguridad social. Pero el PSNP, de Etiopía todavía depende de varias agencias, “y no vea a Etiopía, ni a muchos otros países en desarrollo, liberarse de este apoyo en un futuro próximo”.

DEenhere sugiere que el Gobierno de Etiopía necesitaría invertir en el sector de abastecimiento de la agricultura. “Se estado exigiendo a las políticas recientes un control de los precios, reduciendo las actividades de los comerciantes y los compradores y en general las mejoras de los mercados. Si el WFP se fuese de Etiopía, los beneficiarios que no tienen capacidad para entrar en el mercado serían los más afectados, ya que no podrían tener un plan alternativo… debido a los niveles de pobreza en el país, muchas familias se enfrentarían a morir de hambre”.

IRIN News,

publicado por ‘The Namibian’ el 25 de marzo de 2008.

Traducido por Rosa Moro, del Departamento África de la Fundación Sur.

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