Etiopía: pan para el hambriento y tierras para los vástagos de la nación

18/02/2011 | Opinión

Los etíopes tendrán que volver hacer frente a los asuntos que provocaron la revolución de 1974

Se ha demostrado que todos aquellos que han afirmado ser líderes de la búsqueda de la libertad, justicia y dignidad en Etiopía han fracasado una y otra vez. En Etiopía, así como en la Diáspora, los líderes auto-designados solamente han logrado ser líderes sin causa para sus pequeños grupos, blandiendo grandes nombres.

La única vez que vemos a los “lideres”, o mejor dicho a los organizadores de la derrota, anotarse tantos no es contra la junta étnica del gobierno, sino en sus destructivas guerras civiles entre ellos mismos. Por lo tanto, es absurdo esperar un resultado diferente de las misas personas eternamente intentando reconciliarse, construir frentes, coaliciones y foros. Tanto como que el TPLF (el Frente para la Liberación del Pueblo de Tigray) sea rechazado, más necesitan los etíopes pedir responsabilidades a los líderes por destruir las esperanzas y sueños de los etíopes por el cambio.

El movimiento pre-democrático de 2005, nos proporciona un buen ejemplo de cómo una insignificante demagogia puede acabar con las aspiraciones y los sueños de una nación hambrienta. El momento oportuno para el cambio fue desaprovechado cuando los “líderes” comenzaron a desarmar y socavarse unos a otros. Después de que muchas vidas se perdieran y se sacrificaran extremidades y armas, aquellos, que supuestamente iban a dirigir la nación hacia la libertad, de repente necesitaban a una super nanny. Entre tantas discusiones insignificantes y reyertas sin sentido, casa logro popular se fue perdiendo y la esperanza de los etíopes de un futuro mejor quedó reducida a desesperanza e ira. Por supuesto, recordar el pasado no ayudará a nadie, pero tenemos que aprender las lecciones de los errores graves, para terminar el tramojo empezado.

Dejando a un lado las políticas de autodestrucción y el llamado bando pro-democracia, cada grupo, sea político o apolítico, debería establecerse una mínima agenda para ejercer presión por el cambio en Etiopía. Actualmente, la mayoría de los etíopes han dicho que ya basta. Dicen que ya basta de corrupción, de pobreza abyecta, de expropiaciones de tierras, de hambre, discriminación, injusticia, desigualdad y del constante robo a través de los impuestos como el IVA, que las personas pobres no pueden permitirse pagar por comprar una hogaza de pan. Dicen que ya basta de corrupción por parte de Meles Zenawi, su mujer y sus compinches, que están oprimiendo despiadadamente y chupando la sangre de las personas pobres en Etiopía.

En el grupo de la oposición, debido a que todo el mundo quiere ser líder, algunos grupos políticos, incluso han adoptado una presidencia rotativa de cuatro días para que todos ellos puedan ser presidentes para curar su ego enfermizo. El programa mínimo no debería estar centrado en quién debe liderar y quién será el siguiente, este es el principal motivo por el cual el desorientado “liderazgo de la oposición” ha fracasado sin remedio. El liderazgo no es una cuestión de ego. Es más bien una llamada al servicio público y el autosacrificio.

Si estos líderes fracasados todavía quisieran seguir siendo relevantes de algún modo, deberían formar entre ellos y todas las personas que les rodean un movimiento antipobreza y anticorrupción. La mayoría de los etíopes tienen hambre. Comer un desayuno decente se ha convertido en un lujo. Los huevos, el pollo, la carne, el pescado, el pan, la mantequilla… se han convertido en un lujo que los pobres no pueden permitirse ni oler. Entonces, ¿por qué los llamados líderes de la oposición no movilizan a la gente para luchar por su dignidad y sus derechos fundamentales? Algunos de estos líderes están obsesionados con cambio de régimen sin que tenga lugar una revolución. Pueden esperar durante siglos, y aun así su fantasía no se hará realidad, sin una lucha seria y una resistencia contra la tiranía.

Durante la revolución de 1974, tuvieron lugar dos hechos importantes que unificaron la nación en contra de la monarquía. La tierra y comida para los pobres fueron los dos temas que unificaron la nación. Después de cuatro décadas, la tierra no es propiedad de los vástagos de la nación, sino que es propiedad privada de la junta militar del TPLF, que ha estado muy ocupada vendiendo la tierra a los ricos y a extranjeros, los cuales están implantando plantaciones al estilo de la era de la esclavitud por todo Etiopía. Los comerciantes del TPF también presumen de su increíble riqueza, así como prosperidad económica. Están echando de sus tierras a los pobres agricultores y ganaderos y convirtiendo a los nativos en sus esclavos sin ninguna garantía de medio de vidas para ellos y sus familias.

Es una lástima ver cómo algunos de los grupos de la oposición se centran tanto en ganar unas elecciones diseñadas para tener siempre el mismo resultado. Se pueden celebrar miles de elecciones en Etiopía bajo el régimen de Meles. Todos conocemos el resultado. Nadie debería enfrentarse a unas “elecciones” sin la libertad de poder mostrar un resultado predecible. El TPLF y sus marionetas se lo llevan todo. ¿Dónde queda la estrategia? ¿Dónde está la visión para el cambio?

En nuestro país, Etiopía, la gente está sufriendo. La mayoría no está mejor que aquellos que han sido enterrados con cierta dignidad. ¿Deberían los etíopes esperar una victoria de los líderes de la oposición en las elecciones o deberían luchar por sus derechos básicos y dignidad? Esta es una cuestión fundamental que debería resolverse para que haya un cambio y para que la tiranía desparezca de una vez por todas.

La nueva revolución debería producirse por dignidad. Las personas que no pueden permitirse comer decentemente están condenadas a ver a sus señores ponerse enfermos de glotonería, mientras ellos se mueren de hambre. Las masas no pueden demostrar el sentido de su sufrimiento. Debido a este hecho fundamental es por lo que la tierra para el vástago y pan para el hambriento debe ser, una vez más, una causa de unificación de los etíopes. Estos problemas trascienden las divisiones étnicas y la demagogia política, que han socavado nuestro progreso y nuestros esfuerzos por conseguir una Etiopia mejor.

Una vez, John F. Kennedy dijo: “Creo en la dignidad humana como fuente de los objetivos nacionales; en la libertad humana como fuente de acción nacional; en el corazón humano como fuente de compasión nacional y en la mente humana como fuente de nuestra invención y nuestras ideas”. Los etíopes han entregado su dignidad y libertad a rebeldes y tiranos despiadados y un gobierno de ladrones y para ladrones. Es un derecho que nos ha dado Dios el poder protestar en contra de la injusticia. Es un derecho constitucional el poder reivindicar y reclamar la dignidad y la libertad. Los etíopes no deberían esperar a que las autoridades les den permiso para ejercer sus derechos inalienables. Deben reivindicar los derechos que Dios les ha concedido para vivir digna y libremente.

Hay personas que rezan admirablemente por el cambio un día sí, otro también. Algunos son cristianos devotos, y otros son piadosos musulmanes. Sin embargo, debe señalarse que el Todopoderoso no traerá el cambio sólo con oraciones. ÉL solo ayuda a aquellos que aspiran y trabajan duro para poder realizar sus sueños y terminar con su sufrimiento. Por tanto, la unidad religiosa también es esencial para reclamar la dignidad que Dios nos ha dado, la libertad, el fin de las injusticias y las dictaduras.

También deberemos aceptar que las protestas en países lejanos tendrán poco impacto, a menos que los etíopes dentro del país, comiencen a sublevarse para defender su dignidad. Podremos protestar en Washington DC, Londres, o Bruselas, pero no podemos, ni lograremos, la urgente necesidad de acabar con la tiranía en Etiopía. Este tipo de protestas externas son necesarias, pero deben ser considerarse como un respaldo. Un líder de la oposición dijo recientemente que los etíopes tienen puestas sus esperanzas en la lucha se sus con ciudadanos en la diáspora. Sin embargo, el sentimiento derrotista es solo un indicativo de la quiebra total de los que supuestamente tenían que dirigir la lucha de los etíopes con el objetivo de conseguir un cambio.

Los etíopes tienen que sacar coraje del viento fresco de cambio que ha empezado en Túnez. Ahora se ha extendido a Argelia y Egipto. Hay muchos tiranos en muchas partes de África, que están sostenidos en pié por la ayuda de Occidente. Estos tiranos vilipendiados como Meles deberían desaparecer. Gracias a la historia se puede demostrar mediante hechos que los tiranos son unos cobardes, no pueden soportar la voz unificada de los súbditos que sufren bajo sus botas. Si acabaran con la corrupción, la gente podría socavar seriamente y acabar con la fuente de poder para estos pocos.

Acabemos con todas estas actividades incoherentes. Acabemos con las peleas por nada. Y dejemos que los etíopes se unan contra la pobreza, el hambre, la corrupción, la injusticia, la discriminación, la humillación… en su propio país. Dejemos que esta nueva marcha comience de nuevo. Pan para los hambrientos y tierras para los hijos de la nación… Muerte a la corrupción y a la tiranía…

By Abebe Gellaw. Editor of Addis Voice.

Publicado en Addis Voice, Etiopía, el 27 de enero de 2011.

Traducido por Alicia Roca Canales, alumna de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid Traducción/Interpretación, colaboradora en la traducción de algunos artículos.

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