Etiopía necesita una democracia multipartidista para acabar con la corrupción

20/04/2017 | Opinión

dinero.jpgUna paradoja lleva dándose en Etiopía desde hace más de una década. Mientras su economía despegaba, la esfera política ha sido copada por una corrupción rampante. En 2013, más de 50 altos cargos del gobierno fueron arrestados por acusaciones de corrupción. Mientras la economía etiope se expandía, la corrupción se ha convertido en un modo de vida. Esto es predominantemente por la dominación política de un solo partido, el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etiope, una coalición formada por cuatro organizaciones políticas, constituidas en 1990 contra el régimen de Hailé Mariam Menghistu, que lleva gobernando Etiopía desde 1991.

A pesar de considerarse un estado con varios partidos, la política multipartidista nunca ha tenido tradición en el país debido al control del gobierno sobre la seguridad, los medios, los órganos electorales y la estructura administrativa. Los opositores son vistos como enemigos en lugar de oponentes electorales.

Para acabar con la corrupción es necesario pasar a un sistema de múltiples partidos. Esto promovería las opciones políticas y daría derechos democráticos a todos los ciudadanos. Introduciría un sistema de contrapesos que expondría abusos y funcionarios corruptos.

Etiopía basó su modelo de desarrollo en el reclutamiento de funcionarios profesionales y sin inclinaciones partidistas. Sin embargo, estos funcionarios operan en lineas étnicas y favorecen al partido dominante. Otro problema es que los proyectos públicos como las autovías no son asignados de forma pública, lo que facilita la corrupción.

La prevalencia de la corrupción política ha tenido consecuencias. Ha afectado al producto interior bruto del país al recompensar a empleados no productivos en los sectores público y privado.

El mayor impacto sin embargo ha sido el crecimiento de la inestabilidad. Violentas protestas contra el gobierno se llevan sucediendo durante meses. Esta violencia amenaza las inversiones extranjeras del país, y las fuerzas del orden son incapaces de controlarlas.

Si el gobierno etiope se niega a resolver estos asuntos el actual camino de la economía se evaporará. Los signos no son buenos, los intentos del gobierno hasta ahora contra la corrupción han sido superficiales. El sistema judicial del país tampoco puede lidiar de forma efectiva contra la corrupción debido a la corrupción y desigualdad del sistema. Por ejemplo, los jueces no son asignados a un caso por su experiencia o entrenamiento sino para cumplir las cuotas étnicas del sistema del país. Debido a esto toman decisiones a favor de sus grupos étnicos.

Se necesitan cambios para luchar contra la corrupción. Las organizaciones civiles y los partidos de la oposición deben tomar parte del diálogo político. Esto puede empezar a reestructurar el sistema federal y dar lugar a un sistema multipartidista real.

Por diseño, Etiopía estableció un bloqueo regional a través de la creación del federalismo étnico y regional. La comunicación y la interacción comercial entre regiones ha disminuido debido a que se encuentran en compartimentos distintos y tienen poca influencia los unos sobre los otros.

Los estados regionales necesitan dividirse en unidades más manejables. Cada una elegiría a sus propios administradores, que serían responsables por sus decisiones. Para el sistema judicial a nivel federal, el marco para el nombramiento de jueces deber ser reestructurado. Las oposiciones judiciales deben ser anunciadas publicamente para atraer a una selección más amplia de candidatos. Las comisiones de administraciones judiciales deben tener estándares claros para la toma de decisiones.

Con estos cambios estructurales básicos, y una voluntad por parte del gobierno para permitir la democracia multipartidista y promover poder a nivel global, se construirá una ruta para que Etiopía pueda sostener su actual crecimiento económico.

Asayehgn Desta

Fuente: The Conversation

[Traducción y edición, Fernando Martín]

[Fundación Sur]


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