Escándalo en la República Democrática del Congo: todos los kasasianos deben salir de Katanga antes de las elecciones de 2011

18/07/2011 | Opinión

Alarma en la pre-campaña para las elecciones de 2011

El presidente de la Asamblea Provincial de Katanga, región del sur de la República Democrática del Congo, Gabriel Kyungu wa Kumwanza ha irrumpido con fuerza en la pre-campaña con un discurso incendiario. Ha emprendido una cruzada inaudita de violencia verbal contra los que no son naturales de Katanga, especialmente contra los kasaianos. Según él, los “Ba Kasai” (kasaianos en swahili) deben salir de la provincia cuprífera antes de las elecciones previstas para el 28 de noviembre de 2011.

Agosto de 1992. La historia nos recuerda la limpieza étnica en Katanga, antigua Shaba, con la campaña de asesinatos y expulsiones masivas de los que no eran originarios de la provincia. Centenares de miles de kasaianos fueron obligados por la fuerza a irse a Mbuji-Mayi y Kananga en condiciones infrahumanas. No queda muy lejos para que diecinueve años después se vuelva a repetir esa carnicería.

Las noticias que nos llegan de Katanga no son nada reconfortantes, todo lo contrario. Cada vez más se nota como el decorado se está preparando para hacer una nueva versión, más grande aún que la que se produjo en agosto de 1992. La mano que aspira a poner todo patas arriba es la de Gabrile Kyungu wa Kumwanza.

Entrada con fuerza en el escenario de campaña

Temor durante la pre-campaña para las elecciones de 2011. El actual presidente de la Asamblea provincial de Katanga ha irrumpido con fuerza en la pre-campaña con un discurso incendiario. Ha emprendido una cruzada inaudita de violencia verbal contra los que no son naturales de Katanga, especialmente contra los kasaianos. Según él, los “Ba Kasai” (kasaianos en swahili) deben salir de la provincia cuprífera antes de las elecciones previstas para el 28 de noviembre de 2011.

Con su discurso transmite odio tribal, un lenguaje xenófobo y un predicamento de violencia son de hecho las expresiones que caracterizan las arengas del presidente de la Asamblea provincial de Katanga. Este discurso ha sido llevado a cabo en diversos mítines por toda la provincia. El martes 24 de mayo, se encontraba en Kiminapara, el miércoles 24 de mayo en Mudiayi, en el área de Kabongo. El jueves 26 de mayo derramó su “veneno” en Manono y Malemba. Por todos los sitios ha avisado a sus “militantes” que estuvieran preparados “para el asalto final”. Los kasaianos deben marcharse a su Kasai, dijo. Esta perorata excluyente no se debe tolerar en suelo katangueño, ni por el PPRD (Partido del pueblo por la Reconstrucción y la Democracia), partido del Jefe del Estado y ni por el UNAFEC (Unión Nacional de federalistas del Congo) su propio partido.

No se puede dar paso a la intolerancia política, a la incitación a la violencia y al odio tribal. No es la primera vez que Kyungu lo dice, hay que temer que las cosas van a empeorar y que la vida se vuelva insostenible en la provincia de Katanga, sobre todo para los que no son nacidos en ella y para los que no comulgan con las ideas del viejo dirigente del partido UFERI.

La amenaza que blande el presidente de la Asamblea provincial de Katanga es para tomarla en serio aunque haya algunos que intenten calmar la situación. En todo lugar, en ciertos medios, se levantan voces en contra de las artimañas de Kyungu. En una firme declaración, Paul Nsapu Mukulu, Secretario General de la Federación Nacional de los Derechos Humanos (FIDH), responsable del continente africano, ha denunciado “la deriva totalitaria” de Kyungu wa Kumwanza.

El activista pro-derechos humanos ha recordado el sangriento acontecimiento de 1992 durante el cual, el mismo Kyungu expulsó a millares de kasaianos.

Un crimen impune

Recordar que en agosto de 1992, Etienne Tshisekedi fue elegido Primer Ministro por la Conferencia Nacional Soberana. La noticia fue mal acogida en Katanga por los partidarios del Jefe de Gobierno saliente Jean Nguz Karl-i-Bond. El Gobernador de esta provincia, el propio Kyungu wa Kumwanza, aliado de Nguz, organizó acciones de castigo contra los residentes kasaianos que vivían desde hace generaciones en la antigua Shaba.

Les reprochó haber celebrado con demasiado alboroto la elección de “su hermano” Tshisekedi a la presidencia. Fue el 15 de agosto de 1992 cuando comenzaron estas matanzas y expulsiones masivas de no originarios de Katanga, en la ciudad de Lubumbashi por las milicias de la juventud del partido UFERI (Unión de federalistas y republicanos independientes) al grito de “Fuera Bilulu”. Cientos de miles de kasaianos fueron obligados a marcha hacia Mbuji-Mayi y Kananga en condiciones infrahumanas, Estas gentes, coaccionadas para desplazarse, dejaron sus trabajos y bienes conseguidos con gran esfuerzo. Un número indeterminado de víctimas, se calcula entre siete u ocho mil, murieron como consecuencia de esta incitación al odio tribal.

Estos crímenes han quedado impunes. Diecinueve años después, Kyungu quiere reincidir en su limpieza étnica, ha afirmado M. Nsapu, defensor de los derechos humanos. Lo que se presagia ya, advierte, son violaciones masivas y graves de los derechos humanos, aún peor, crímenes que se castigan con los instrumentos en defensa de esos derechos, especialmente por el Tribunal Penal Internacional (TPI) que mediante sus estatutos, condena este tipo de acciones.

Con esta perspectiva por delante, este defensor ha avisado que la Dirección Internacional de la FIDH, con sede en París para tratar este asunto. También apelará al Consejo de Seguridad de la ONU y el TPI para perseguir al que se considera un “reincidente”.

Una cosa es cierta después de echar una mirada a la evolución de la situación, el país no tienen necesidad de vivir una nueva versión de lo que sucedió en agosto de 1992. “Deben pararse inmediatamente las llamadas a la violencia, la incitación al odio tribal como los casos acaecidos en los últimos tiempos y dejar lugar a la tolerancia, concordia y paz” afirma un ciudadano congoleño.

Le Potentiel, RDC, publicado el 6 de junio de 2011.

Traducido por Juan Carlos Solís Santander, para Fundación Sur.

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