¿Es el África “liberal” inmune al azote de la globalización?

10/10/2008 | Opinión

Los defensores del mercado libre tienen que estar preparados para el ataque sobre sus creencias fundamentales por parte de los activistas antiglobalización. Las espadas de la persecución brillan sin duda entre los rayos emitidos por la desaparición de los “gemelos terribles”, el desastre americano de las hipotecas Freddie Mae y Fannie Mac.

Para los africanos, especialmente para aquellos de nosotros cuyo pontificado sobre los valores liberales ha alcanzado casi proporciones ecuménicas, en particular los sumos sacerdotes de esta filosofía, como Leon Louw, James Shikwati y Franklin Cudjoe, podríamos ser ahora los corderos sacrificados en el altar de los rituales de la antiglobalización. El último de los sumos sacerdotes mencionados de hecho ha estado debatiendo con los antiglobalistas en los medios de comunicación de Ghana.

Es obvio que la naturaleza del mercado libre global va más allá del mero intercambio de bienes y servicios, pero la inquietud y temblores que el derrumbe de Freddie y Fannie ha trasmitido mucho más allá de las fronteras americanas son el testimonio de las conexiones umbilicales de los mercados globales acompañados de sus riesgos y recompensas. Aunque muchos parecen no reconocer que Freddie Mae y Fannie Mac fueron creados intrínsecamente por el Gobierno, atado al fracaso por la naturaleza de su diseño.

Los Gobiernos africanos no ejercen tanto intervencionismo fiscal como los poderes occidentales, así que cuando se trata de lo que el economista alemán Hurbertus Muller-Groeling llama tiempo para “la dimensión social de la política liberal”, puede que se nos considere deficientes.

En uno de los documentos ocasionales de la Fundación Friedrich Naumann, Muller-Groeling escribe: “El Liberalismo rechaza la propia expansión de los sistemas de seguro obligatorio, la socialización del riesgo privado, y la nacionalización del altruismo”. Y continúa desafiante: “Niega el tutelaje y la incapacitación del ciudadano por parte de la autoridad bondadosa y el cultivo de una mentalidad de derechos… La dimensión social de la política liberal no es algo que vayamos a encontrar principalmente en la tienda de reparaciones del proceso social, donde se supone que las políticas sociales del Gobierno corrigen los resultados de la competencia y las fuerzas del mercado”.

Aunque es difícil percibir la dimensión “social” del liberalismo tipo George Bush en el contexto de Muller Groeling, sus argumentos contra la intervención del estado en los mercados son evidentes, aun si uno siente de verdad que los Gobiernos africanos que están vendidos a la globalización tienen razón, ¿cuál sería la recomendación para inmunizar nuestros mercados locales del tóxico fenómeno de Freddie y Fannie?

Los protagonistas de la antiglobalización, en cierto modo, son casi “panafricanistas”, en el sentido de que sienten que la capacidad productiva de nuestro continente no está preparada para competir en términos de igualdad con el resto del mundo. La hemorragia de recursos naturales sin procesar, argumentan, es una contribución negativa al producto nacional bruto que sólo puede corregirse mediante “buenos” acuerdos de ayuda e “intervenciones oportunas” por parte de las instituciones de Bretton Woods. O puede que sea la falta de comprensión de qué es la verdadera globalización lo que atrae las críticas a la arena de los conflictos intelectuales.

En otro documento de la Fundación Friedrich Naumann, “Campaña por el libre comercio”, Tom Palmer nos recuerda que la globalización no es un fenómeno nuevo, sino que es tan de la temprana edad de piedra como pueda serlo la tiranía o la dictadura, las dos características de la gobernabilidad nacional que los activistas anti mercado libre tienden a ignorar de África. La primera relación de África con China o con Portugal se basaba más en el comercio que en el imperialismo político.

Sin embargo, el hecho de que Palmer incluya en su definición de globalización la frase “Sistema global de intercambio y producción cada vez más integrado y complejo” plantea una cuestión válida sobre si los sistemas monetarios y fiscales africanos son capaces de hacerse cargo de los efectos secundarios de estas complejidades integradas.
Mario Vargas Llosa, en su escrito “Liberalismo en el nuevo milenio”, señala: “Muchos profesores preparados de las universidades de París, Harvard y Méjico se tiran de los pelos intentando enseñar que los mercados libres hacen poco más que hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. Nos dicen que la internacionalización y la globalización sólo beneficia a las multinacionales gigantescas, permitiéndoles exprimir a los países en desarrollo hasta la asfixia…”.

La cuestión es: Después de la conmoción de los mercados mundiales resultante de las conexiones globales de Freddie y Fannie, ¿podemos los africanos neoliberales todavía decir con confianza que la globalización no nos ha dejado expuesto a la asfixia financiera?

Rejoice Ngwenya,

de Zimbabue.

Artículo publicado en el portal Africanliberty, org, de Ghana el 7 de octubre de 2008.

Traducido por Rosa Moro, del Departamento África de la Fundación Sur.

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster