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Inicio > REVISTA > Crónicas y reportajes > ![]() Erradicar el ébola llevará más que tomar una simple pastilla (parte 2/2)
11/09/2019 -
Los congoleños también desconfían de los actores internacionales, incluidos los organismos de ayuda, las organizaciones no gubernamentales (ONG) y las Naciones Unidas. Las preocupaciones de los congoleños sobre lo que hacen los cooperantes extranjeros acaban a menudo en la creación de teorías conspiranoicas (los rumores falaces incluyen la afirmación de que los pacientes están siendo inyectados con la enfermedad). Por supuesto, esta postura surge de la larga experiencia con países extranjeros y la tendencia de estos a actuar de forma diferente de lo anunciado. Los belgas saquearon los recursos naturales del Congo bajo la apariencia de una "misión civilizadora". La CIA apoyó (si no llevó a cabo) el asesinato del primer primer ministro del país después de la independencia. Y Ruanda y Uganda han invadido el país repetidamente en apoyo de los movimientos rebeldes, mientras que la mayor misión de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas del mundo ha hecho poco para traer la paz. Dado este historial, difícilmente se puede culpar a los congoleños por ser cautelosos con los forasteros. Docenas de enfermos ingresan a los hospitales, donde los extranjeros mantienen a los pacientes fuera de la vista de sus familiares y amigos, y son pocos los que regresan. A las familias se les dice que estas personas han muerto, pero no ven sus cuerpos. Todo lo que pasa es un misterio, así que los rumores llenan el vacío. El hecho de que grupos de civiles enojados y asustados hayan atacado los centros de tratamiento del Ébola no es sorprendente en estas circunstancias. A pesar de todos los obstáculos y malentendidos, hay señales prometedoras de que esta epidemia puede ser controlada. La nueva vacuna del Ébola ha evitado que la mayoría de los trabajadores sanitarios contraigan la enfermedad de sus pacientes. Y aunque el gobierno congoleño es débil, su respuesta al Ébola y sus programas de vacunación no lo son. En el Congo y en los países vecinos se han puesto en marcha extensos programas de vacunación dirigidos por el Estado y las ONG asociadas desde que comenzó el brote. La propia debilidad del Estado congoleño es otro motivo de esperanza. Debido a que el gobierno ha sido tan disfuncional durante tanto tiempo, las iglesias protestantes y católicas administran gran parte del sistema de salud pública del país y gestionan la mayoría de los hospitales y clínicas públicas. Bajo este sistema, las instalaciones de salud dirigidas por la iglesia son parte del sistema de salud pública, para el cual las ONG ayudan a suministrar fondos e implementar programas. Las autoridades sanitarias de la Iglesia están a la vanguardia de los esfuerzos de vacunación, prevención y tratamiento del Ébola. Su papel importa porque las iglesias estaban entre las pocas instituciones sociales que sobrevivieron al colapso del Estado: mientras que el gobierno, la economía, el ejército y casi todo lo demás dejaron de funcionar como instrumentos de bien público, las instituciones religiosas sobrevivieron. Casi todos los congoleños son miembros de una iglesia o mezquita, en las que los congregantes buscan liderazgo e información. Para aprovechar al máximo estas sólidas redes religiosas y los altos niveles de confianza que los congoleños depositan en ellas, se debería trabajar más estrechamente con los líderes religiosos, especialmente para difundir información sobre los primeros síntomas del Ébola y el tratamiento eficaz. Los que respondieron al Ébola deben proveer sesiones informativas regulares a los pastores e imanes y animarlos a incorporar la información sobre el Ébola en los servicios semanales. El personal sanitario debe trabajar con los líderes religiosos para desarrollar rituales alternativos que permitan a las familias conmemorar adecuadamente a sus seres queridos mientras evitan que el Ébola se propague. Fuente: Foreign Affairs [Edición y traducción, Álvaro García López][Fundación Sur] Artículos relacionados:
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