En Nigeria: un país de incierto futuro, por José Eladio Santacara

25/02/2010 | Bitácora africana

Si en algún lugar de África se ven con claridad los efectos negativos de los caprichos coloniales al crear los países africanos este es Nigeria. Mantenida unida por el aparato estatal creado por Gran Bretaña y por los militares, desde la obtención de su independencia en 1.960 su historia es una sucesión de golpes de estado, intentos de secesión (Biafra) sofocados a sangre y fuego, y matanzas entre sus etnias, en especial los Haussas, Ibos y Yorubas. La aparición de petróleo en el delta, es uno de los mayores productores del mundo, no ha hecho más que agravar la situación, pues aparte de las compañías occidentales que lo explotan, su riqueza no ha servido más que para llenar los bolsillos de las clases gobernantes, creando una gran frustración y resentimiento en la mayoría de la población.

Frontera

Hoy 4 de Marzo entro en Nigeria con cierto desasosiego, pues las noticias que llegan de este país, sobre todo en la zona del delta, no son demasiado optimistas. Voy de un departamento a otro rebotando como una pelota, y en todos me van pidiendo por si cae algo. Un funcionario me pide el CDP y me dice:

.- Si quieres entrar con el coche debes de pagarnos. Aquí funcionamos así-.

.- Pero no tengo por qué pagaros nada. No podéis seguir funcionando así eternamente!

.-Ya pero mientras dure lo haremos- me contesta con total tranquilidad.

De todas formas seguimos hablando-discutiendo un poco más y me voy sin darle nada. Me fastidian estos caraduras tan comunes en África.

Después de un rato me encuentro ya circulando por las carreteras de Nigeria rumbo a la capital Lagos. Llevo poco gasoil (aquí es mucho más barato), y tampoco he podido cambiar dinero en la frontera. Anochece y casi sin darme cuenta la especie de autopista se convierte en un auténtico marasmo. Los coches y las peligrosas camionetas de transporte público no sólo circulan por la izquierda, sino que empiezan a venirme por ambos lados de mi carril. Es una situación auténticamente surrealista, y lo único que puedo hacer es seguir la estela del coche que me precede, pues delante mía no veo más que puntos de luz por todas partes. Aparece una gasolinera cerrada y aparco al lado. Enseguida viene un guardia de seguridad y me abre para que aparque en el interior.

.-Esta zona es muy peligrosa y no debes de estar ahí- me dice.

Lagos

Al día siguiente continuo hacia Lagos. Son unos 150 km.: según me voy acercando el tráfico se va volviendo denso y las chabolas empiezan a crecer como hongos a ambos lados de la carretera. Al final aparco cerca de una oficina de cambio, compro un mapa y voy en busca del paquete con las piezas de Ibiletxe y alguna otra cosa. Por lo que me han dicho la oficina está en la otra punta de la ciudad, y para llegar a ella debo ir por un impresionante puente de más de 3 km construido sobre el delta. De repente la rueda de la camioneta que me precede sale disparada hacia adelante con su eje: todos aminoramos la marcha y tenemos la suerte de que no pasa nada. Vistos los vehículos que circulan no es de extrañar que pasen cosas como esta!. A mi izquierda miles y miles de chabolas miserables se adentran en el delta como si quisieran buscar ese oro negro del mar que en la realidad solo sirve para que unos pocos se apropien y enriquezcan con el, creando frustración y rabia en la mayoría. No quiero ni pensar que ocurrirá en esta zona durante la época de lluvias. Entro en tierra firme, después de conducir un buen rato me paso de largo y debo dar la vuelta. Aunque no hace falta un joven me indica: cuando termino la maniobra me pide dinero pero no le hago caso.

.-«Dame dinero o te rompo el cristal!»-.

Ante argumento tan contundente le doy algo y me voy rápidamente. Esto se pone feo!
Para dar la vuelta debo pasar debajo de la amplia calzada; el interior está lleno de pequeños puestos de venta y hay un pasillo muy estrecho para los vehículos. Las camionetas de transporte van pasando lentamente y de repente me doy cuenta me estoy metiendo en la boca del lobo, pero ya no puedo dar marcha atrás. Unos jóvenes ven mi camioneta extranjera y se acercan rápidamente.

-Danos dinero!-

mientras uno se pone delante y empieza a zarandear Ibiletxe; otro quita la válvula de la rueda delantera y amenaza con prenderle fuego con el mechero que ha sacado. Están excitados y veo que la situación es bastante peligrosa: Miro a mi alrededor y observo en las caras de la gente que no tienen ninguna intención de salir en mi defensa. Me cuesta mantener la calma pero les digo esbozando una pequeña sonrisa;

.- Está bien pero cuando salga del túnel-

ahora no les puedo dar nada pues seguro que querrán más y más.

Los segundos se me asemejan minutos y al cabo de un rato voy llegando al otro lado. Cuando ya tengo el camino medio libre le doy dinero al más pelma, otro viene a por su parte, casi se la tiro a la calzada y acelero. De buena me he librado! Por fin llego a la agencia, recojo el paquete y voy a donde está la embajada de Cameroon a sacar el visado. Hay un atasco en la amplia avenida que suelen aprovechar para vender cosas. Sin embargo un joven me ve y enseguida llama a otro para conseguir dinero. Esto ya es demasiado!; salto la mediana hacia el carril lateral y me voy lo más rápido que puedo. La embajada de Cameroun está en una de las islas, y al parecer es una zona bastante segura. La encuentro pero está ya cerrada: la prioridad ahora es encontrar un lugar seguro para dormir, pues en esta ciudad no me atrevo a hacerlo en la calle. Mientras busco el aparcamiento de algún hotel, paso entre 2 conos que hay en la calzada, y rápidamente viene un policía hacia mí. Por descuido llevo el seguro de la puerta del copiloto levantado y se me mete dentro. Me hace aparcar y el rollo de siempre, pero esta vez con el policía dentro: que si la cárcel, que si quitarme el carné, el coche etc. Pero ya he tenido un día bastante complicado como para transigir. Le digo una y mil veces que si quiere algo que me lleve a la comisaría (no lo va a hacer pues tampoco he cometido ninguna infracción), después de una hora llega un policía con sentido común (siempre los hay), y le obliga a bajar del coche. En parte han servido las pegatinas que llevo, pues por lo que hablan veo no tienen claro que no sea un diplomático. Al final aparece un hotel de 5 estrellas con aparcamiento de pago y me meto. No se puede pasar la noche pero pido permiso y me lo conceden. El hotel está lleno de blancos y es como si estuviesen confinados en una cárcel de oro. Estoy cansado después del día que he tenido, y me voy a dormir rápidamente en el aparcamiento de la cárcel de oro. Cuando al día siguiente entro en el hotel a pagar no me cobran nada. Es un detalle a agradecer, aunque poco se notarán los 13 Euros en un hotel donde las habitaciones van desde 125 hasta 1.500 Euros !.

La visa para Cameroon es muy cara: 110 $, pero para el mediodía la tengo. En cuanto la recojo salgo de esta ciudad que ha hecho honor a la fama de peligrosa que ostenta. Es una gran ciudad, más de 6 M., con grandes infraestructuras y edificios, pero donde los sueños de muchos nigerianos se han desvanecido y muestran su frustración a su manera. En ella se juntan la opulencia de unos pocos proveniente del petróleo y la más extrema pobreza de los desheredados a los que solo llega la suciedad del oro negro.

A Onitsha

Al lado de mi pueblo hay un Monasterio del Cister, La Oliva, y según el listado que me dieron, en Onitsha hay un Monasterio de esa orden. Tengo curiosidad por ver cómo
son aquí en África, y hacia el me dirijo: supongo tendrán un lugar donde aparcar Ibiletxe para dormir. La carretera aunque marcada como autopista tiene muchas zonas en muy malas condiciones, y debo circular con mucha precaución pues cuando el carril contrario está en obras o con muchos agujeros sencillamente se pasan al mío y nunca sabes lo que te puede venir en un cambio de rasante. Paso por Benin City y me da la impresión de que la gente es más tranquila y la peligrosidad de Lagos en parte a pasado. Ya de noche paro en un pequeño pueblo muy animado por el mercado al lado de la carretera, y mientras me tomo una cerveza bien fría en un diminuto bar al lado de ella, voy rememorando mi azarosa estancia en Lagos, y la policía que es un auténtico dolor de cabeza, parándome a cada instante, intentando sacarme dinero con las excusas más inverosímiles, y con un trato agresivo en las maneras. . Paro a dormir cerca en una gasolinera previo pago al vigilante.

En 2 días llego a Onitsha y me cuesta un buen rato encontrar el Monasterio. La distribución se me hace familiar: una gran superficie vallada, en su interior está el monasterio, la hostelería, el huerto, el ganado y los árboles frutales.

.- En mi pueblo hay un Monasterio del Cister y ellos me han dado vuestra dirección. Estoy viajando por África, he venido a visitaros y lo único que necesito es un lugar donde aparcar para dormir- le digo al Superior.

.- No te preocupes. Enseguida te preparamos una habitación y la cena para que tengas una estancia agradable. Si quieres puedes quedarte más de un día entre nosotros-.

Se lo agradezco pero mañana debo marcharme. Me traen la cena a la habitación, y dejan en ella un libro para poner mi nombre y el donativo por la estancia. Al lado hay una gran sala donde duermen bastantes mujeres y niños que supongo no tendrás ninguna casa a donde ir. Por la noche llueve con fuerza, haciendo el agua un ruido ensordecedor al chocar contra las estructuras metálicas: la estación de las lluvias ya ha llegado a esta zona. Sin embargo al levantarme el día siguiente la sedienta tierra ha absorbido toda el agua. No será así dentro de un tiempo cuando lo haga casi a diario.

Uyo

Tengo la suerte de que Pablo esté aquí haciendo un trabajo, pues normalmente reside en Abuya. Cuando llego le llamo y acude a buscarme en su coche para llevarme a su casa. En realidad más que una casa es toda una mansión que les ha proporcionado la empresa, donde vive con otros «expatriados» como le gusta decir. Me enseña mi habitación: en medio hay una cama inmensa e incluso tiene aire acondicionado!. Hoy es sábado 8 de Marzo y tienen una pequeña fiesta de despedida de un compañero. Al terminar vamos al bar de un hotel cercano y sus precios, su realidad su sofisticación se me antoja que no tiene mucho que ver con lo veo todos los días.

.- Aquí hay mucho dinero proveniente del petróleo y muchas veces lo malgastan en proyectos sin mucho sentido-. me comenta Pablo.

Mientras, la mayoría de la población carece de los servicios mínimos, y en la mansión donde estoy el generador está funcionando la mayor parte del tiempo pues la electricidad se corta muy a menudo. Por supuesto los que no pueden tener un generador (la mayoría) se quedan a oscuras. He observado que es uno de los grandes negocios en África: la venta de generadores y de linternas.

Autor

  • Santacara, José Eladio

    José Eladio Santacara nacido en la localidad navarra de Carcastillo, es ingeniero de telecomunicaciones y viajero impenitente, entre otras hazañas cuenta con un viaje alrededor del mundo y posteriormente un viaje recorreiendo muchos paises africanos, Marruecos, Sahara, Mauritarnia, Senegal, Guinea, Malí, Costa de Marfil, Ghana, Togo, Benin, Nigeria, Camerún, Gabon, Congo, Angola, Namibia, Sudáfrica, Mozambique, Bostwana, Zambia, Malawi, Tanzania, Kenya, Etiopía, Sudán y Egipto. Probablemente se nos habrá quedado alguno.

    José Eladio Santacara en su página web www.munduatamusika.com fue relatando las jornadas de este periplo por África que ahora encontraremos en la Bitácora Africana

Más artículos de Santacara, José Eladio