En la República Democrática del Congo, por José Eladio Santacara

11/06/2010 | Bitácora africana

«Debemos ser a la vez prudentes , hábiles y rápidos en la intervención…con objeto de conseguir una parte de ese espléndido pastel africano».

Así se expresaba a finales del siglo XIX el cínico rey de los belgas Leopoldo II, que en el congreso de Berlín de 1885 obtuvo para sí mismo la colonia del hoy Congo RDC, dando comienzo a su reinado particular de terror para conseguir las riquezas de este país. Para cuando en 1908, y debido a la fuerte presión internacional al salir a la luz pública las brutalidades que se estaban cometiendo allá en nombre del «altruísmo», vendió su posesión particular a Bélgica, la expoliación de las riquezas de marfil y caucho habían llevado al asesinato de entre 5 y 10 millones de congoleños al precio de haber amasado una ingente fortuna personal. Lo que hoy es la RDC fue poblada en la antigüedad por pueblos bantúes y de las riberas del río Nilo, fundándose en el siglo XV el reino del Congo que llegó a abarcar hasta Angola y en el siglo XVI los portugueses iniciaron el comercio con dicho reino.

Desde el reparto de África por los europeos la gran riqueza en materias primas de este país ha sido su perdición. En 1960 obtuvo la independencia, pero en 1965 su carismático presidente Lubumba (considerado demasiado «progresista»), era asesinado con la complicidad del gobierno Belga, que hace unos años se disculpó formalmente por su participación en él, y occidente no tuvo ningún escrúpulo en apoyar al sanguinario dictador Mobutu durante 32 años pues así le convenía.

En 1997 se inició una guerra civil en la que participaron estados limítrofes como Uganda, Rwanda y Burundi que duró hasta el 2003, aunque al norte del país todavía continúan los combates. Pero los nuevos descubrimientos de diamantes, el «coltán» (usado en los tfnos móviles y que al parecer sólo existe aquí), la gran riqueza minera y maderera etc. despiertan demasiadas codicias y hacen peligrar las esperanzas de que la frágil paz se consolide.

Antes de que el alemán y yo pongamos los coches en marcha para bajar del ferry la policía de la RDC (Congo-Kinshasa) nos coge los pasaportes. – No podéis entrar porque no traéis las visas para Angola- nos dicen nada más poner pie en tierra.

.- Pero las vamos a sacar en Kinshasa- les contesto un poco preocupado.

.- La embajada de Angola en Kinshasa no suele dar visas de entrada al país-.

.- En Gabón me dijeron que en Matadi me harían una de tránsito- replica el alemán.

Aunque no muy convencidos al menos nos llevan al despacho y eso ya me da esperanzas. Después de un buen rato haciendo preguntas me dicen que vaya a sellar el CDP. El alemán además de `ponerse un poco impertinente ni siquiera lo lleva por lo que lo retienen más tiempo. Al final nos ponen el sello de entrada a los dos, y cuando ya estamos a punto de cruzar la verja nos viene un funcionario diciendo que hay que desinfectar los vehículos.

.- De acuerdo-.

.- Son 60 $ cada uno-.

.- 60 $ por hacer eso? Ni hablar!- le digo de mal humor. En aquellos países en que lo hacen como mucho son 4-5 $.

No hay manera; está claro que es una estafa pero han visto dos presas extrajeras y no quieren dejarlas marchar así como así. El alemán intenta sacar el ordenador para llamar a su embajada pero le digo que lo guarde inmediatamente pues estamos en una frontera, son objetivos militares y nos podría costar muy caro. La situación cada vez es más tensa, estamos en el conflictivo Congo y para evitar males mayores al final pagamos 50 E. para los dos y nos marchamos rápidamente: está claro que a pesar del recibo que nos dan es un timo, pero no queda otro remedio.

Al poco rato nos separamos: yo voy a buscar un contacto que tengo en Kinshasa (un colegio de los Jesuitas), y el alemán a encontrar una iglesia

pues al parecer suele encontrar alojamiento en ellas. Le verdad que al despedirnos me quedo más tranquilo, pues es un poco conflictivo y me resulta extraño que un viajero que va dando la vuelta a África vaya con esa prepotencia de europeo. Me cuesta un poco pero al final doy con el colegio. Encuentro a Xabier, así se llama el jesuita donostiarra, nos saludamos y me lleva a la residencia que está cerca.

.- Voy a ver si puedo evitar que duermas en la camioneta. Le preguntaré al encargado si haya alguna habitación libre- me dice por el camino.

Efectivamente: hay una para mí, aunque casi hubiese preferido dormir en Ibiletxe pues es época de lluvias, hay bastantes mosquitos, y veo que la mosquitera está llena de agujeros.

Me enseña dónde está el comedor.

.- Acomódate en la habitación y a las 7 puedes bajar a cenar con nosotros.

Me presenta a Jose, un Azpeitiarra que lleva más de 40 años en el Congo, y a los dos nos resulta extraño estar hablando en euskara en Kinshasa!

Aparte de ellos, los demás son Congoleños o de países limítrofes que están de visita. Hay tiempo para hablar de muchas cosas, sobre todo del Congo, y el idioma que utilizamos es el francés.

.- El Congo tiene fama de ser muy problemático. Habéis estado en peligro alguna vez?-. les pregunto a los dos.

.- Tal vez el peor momento fue cuando las tropas de Kabila entraron en la ciudad donde estábamos en 1998, pero por lo demás aunque en el Congo hay muchos problemas nos han tratado bien-.

Que pasa para que haya tantos problemas?-.

.- Es un país muy rico, y son muchos los que apetecen sus riquezas; aparte están los conflictos que ha tenido y sigue teniendo con Uganda, Rwanda y Burundi-.

Xabier añade:

.- Nuestros compañeros Congoleños sienten vergüenza de que seamos testigos del deterioro que se está produciendo en el país-.

Al día siguiente voy andando a la embajada de Angola pues casualmente está muy cerca, y veo que efectivamente no les apetece mucho dar visas, pero debo conseguirla aquí como sea, pues en Matadi sólo me darían 5 días para atravesar el país.

.- Debes traernos un certificado de la embajada española especificando los motivos de tu visita a Angola-.

También está cerca pero deberé esperar a mañana para conseguir el documento. De vuelta a la embajada de Angola son más de 4 horas de espera pero no me quiero mover de allá hasta no conseguir la visa. Al final me la dan para un mes, y ya con ella en el bolsillo me quedo más tranquilo.

El taller está bastante bien provisto y me permite trabajar con comodidad. Vuelvo a quitar el protector que sale muy abollado y parece mentira que el cárter haya resistido. El freno trasero lleva un bulón atascado que ha hecho que las pastillas de un lado estén totalmente desgastadas. Al intentar sacarlo se rompe, y Maurice, el jesuita encargado del taller que lleva más de 40 años en el Congo les reniega a los jóvenes que trabajan en él por no hacerlo a su manera.

.- Que se ha creído que los Africanos no sabemos trabajar o qué- murmuran en francés, probablemente para que les entienda.

Al final sacamos la pieza rota, hacemos otra, la soldamos a la tuerca y después de cambiar las pastillas colocamos la nueva pieza. Vuelvo a levantar Ibiletxe un par de centímetros más y termino con los arreglos, pero han sido más de 8 horas agotadoras.

Estamos en época de lluvias, y todas las noches con bastante puntualidad la lluvia cae con tal violencia que parece fuese el diluvio universal. La empapada tierra tiene dificultades para absorber tanta agua. Mientras, los mosquitos se cuelan por los agujeros y todos los días aparezco con picaduras: espero que hayan sido mosquitos «buenos». Tal vez debiera de haber puesto en práctica la teoría de Jose el Azpeitiarra, según la cual cuando un mosquito se cuela por algún agujero lo que hay que hacer es, sin que se dé cuenta, salir de la cama y dormir fuera!. Lo que no me explicó es qué pasa con los mosquitos que están fuera.

.- Cada vez que vayas a la calle procura no llevar nada de valor a la vista- me ha comentado más de una vez Xabier.

Y es que aunque ahora Kinshasa está tranquila, parece como un volcán dormido que en cualquier momento pudiese erupcionar. Kinshasa es una ciudad grande y extensa, con muchos barrios diseminados pero que carece de atractivo a pesar de tener grandes edificios. El día 14 de Abril me despido de todos, con los que he pasado unos días agradables, y después de tocar el Agur Jaunak con el txistu salgo camino de Matadi

Autor

  • Santacara, José Eladio

    José Eladio Santacara nacido en la localidad navarra de Carcastillo, es ingeniero de telecomunicaciones y viajero impenitente, entre otras hazañas cuenta con un viaje alrededor del mundo y posteriormente un viaje recorreiendo muchos paises africanos, Marruecos, Sahara, Mauritarnia, Senegal, Guinea, Malí, Costa de Marfil, Ghana, Togo, Benin, Nigeria, Camerún, Gabon, Congo, Angola, Namibia, Sudáfrica, Mozambique, Bostwana, Zambia, Malawi, Tanzania, Kenya, Etiopía, Sudán y Egipto. Probablemente se nos habrá quedado alguno.

    José Eladio Santacara en su página web www.munduatamusika.com fue relatando las jornadas de este periplo por África que ahora encontraremos en la Bitácora Africana

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