En Guinea Conakry , por José Eladio Santacara

23/09/2009 | Bitácora africana

Guinee: el país de las tinieblas

A las 7 de la mañana del día 23 de Diciembre, después de dormir apenas 5 horas me levanto. Me imagino que el día será tanto o más duro que ayer, pero aunque sea tarde para el entierro de la madre de Aliou debemos intentar llegar lo antes posible a Pita. Pasamos la frontera de Guinee sin ningún problema, y Aliou se pone a sollozar cada vez que hablamos con un funcionario (no sé si son sollozos sinceros o son para intentar «agilizar» los trámites).
.- Lo siento pero todos nos tenemos que morir- le contesta en una de estas un funcionario.

Kundara

La carretera (por llamarle de alguna manera) está en muy malas condiciones, y para cuando hacemos los 100 km. hasta Kundara ya es la hora de comer.
Es una ciudad de más de 200.000 habitantes, pero no tiene electricidad, aunque por los tendidos que se ven la llegó a tener hace ya unos años: a lo más se ven algunos generadores eléctricos particulares. La plaza donde aparco me produce una sensación muy extraña, con el ganado pastando en medio de ella, varios camiones aparcados de cualquier manera, la consabida suciedad por toda partes, y las tiendas y restaurantes populares que la rodean. Comemos en uno de ellos donde ni siquiera hay mesas: el mismo banco de sentarse sirve para sostener la ración de arroz y el plato de carne dura.

Camino de Pita

La montañosa carretera serpentea entre verdes colinas ue ya están a la espera de la época de lluvias que les devolverán todo su esplendor. Estoy atravesando el sistema montañoso Fouta Djalon, y al menos el paisaje compensa del mal estado de la carretera. Guinee en general es uno de los países más húmedos de África, y en cierta medida el pulmón del África Occidental.

.- Como ves Guinee es muy fértil: lo tiene todo pero debido al gobierno militar no tenemos de nada. Es por eso que muchos hemos emigrado pero si la situación cambia seguro que muchos volverán- me dice Aliou con cierta resignación.

.- Y por qué la gente les sigue votando?-.

.- Las elecciones está todas amañadas. En el 2.010 hay otra vez; esperamos que serán más libres y los militares pierdan
el poder- me contesta con cierta esperanza.
Llevo un fuerte olor a gasoil y paro para ver qué ocurre: el tapón que cierra el sobradero del primer inyector está roto. Aunque la pérdida parece aparatosa no es muy grande, por lo que decido continuar hasta Pita. Cae la noche y todavía nos quedan bastantes kilometros de mala carretera. Intuyo la belleza del paisaje pero ahora lo más importante es llegar bien. Por fin a las dos de la madrugada llegamos a Pita, y sigo como un autómata las indicaciones de Aliou para llegar a la casa de su amigo donde dormiremos.

.- A las 7 nos levantaremos para ir a mi pueblo que está a unos 10 km de aquí- me dice Aliou.

.- Lo siento pero necesito dormir un poco más: hoy he conducido 16 horas y ayer 12. Estoy muy cansado- le digo casi en plan de súplica.
.- Bueno entonces a las 9-.

En casa de Aliou

A las 11 de la mañana; Aliou, tres amigos más y yo salimos en un taxi hacia su pueblo. Está medio perdido en el monte, y su casa está algo apartada de el. Nada más llegar las mujeres salen entre sollozos y gritos al encuentro de Aliou, y el hace lo propio. El entierro ya ha sido por la mañana (son todos musulmanes), pero hay muchísima gente pues las familias son muy extensas. Yo me siento entre los hombres: no les entiendo nada pues hablan en Pulaar, y de vez en cuando entra alguna persona que se pone a sollozar en el hombro de Aliou. Aunque la casa está aislada tiene luz eléctrica pues Carlos le hizo una instalación con placas solares traídas desde Lerín! Comemos, y al atardecer salimos para Pita: Aliou se queda con la familia y me despido de el. Le estoy muy agradecido pues ha estado siempre pendiente de mí, y al menos he podido corresponder trayéndole a Pita, y qué causalidad, justo cuando se ha muerto su madre: son cosas del viaje.

A la vuelta voy con Guri, amigo de Aliou, a un bar, y con unas cervezas celebramos la noche del 24, mientras en la televisión una frívola película francesa ambientada en París: gira en torno al consumismo de la navidad: miro a mi alrededor y a las destartaladas mesas y no puedo menos de sonreír por el contraste. Es un bar muy pequeño pero me resulta acogedor con su barra literalmente hecha con 4 maderas y sus sillas y mesas caseras: tal vez sea su propia sencillez lo que me atraiga.. De todas formas estoy muy cansado y enseguida vuelvo a casa para dormir. Daños de Ibiletxe

Ya más descansado me dispongo a ver los desperfectos de Ibiletxe. Arreglo como puedo el tubito del sobradero, y veo que a un amortiguador trasero se le ha roto la arandela de goma del tornillo de sujeción: ese era el ruido que oía en la parte de atrás y debo buscar enseguida otra arandela pues se podría partir el tornillo y quedarme sin amortiguador. Además una de las articulaciones delanteras tiene la goma de protección rota, aunque todavía puede durar bastantes kmtros. Por lo demás el interior está eno de polvo y bastante revuelto por el traqueteo: tengo para unas cuantas horas de trabajo.

Pita: tal vez el mejor pan del mundo

.-Tiene mucha fama en los alrededores-
me dice con orgullo Guri, y efectivamente no sé si he comido alguna vez un pan mejor. Una vez que aprendo dónde lo hacen, yo mismo voy a comprarlo y preparo el desayuno para mí y los 3 niños que hay en la casa de Ahmed, donde nos comemos media barra cada uno.. Guri me enseña el pueblo-ciudad y sus alrededores, en especial las cascadas de Kinkon y su central eléctrica. Pita tendrá unos 20.000 habitantes con casas a lo sumo de 2 pisos y sus gentes se toman la vida con tranquilidad, como en cualquier otro pueblo Africano. Eso sí me tengo que andar con mucho cuidado, pues en cuanto salimos de la general las calles desaparecen y a veces son un continuo agujero con pequeñas simas que hay que vadear como se puede. En una de estas no reparo en una piedra, y al echar marcha atrás un tirante de la suspensión delantera se desgarra de su arandela de goma
.- No te preocupes. Mañana lo arreglamos- me dice.

Efectivamente: en un taller improvisado en plena calle desmontamos la pieza la colocamos en su sitio y le ponemos una arandela sacada de un trozo de cubierta de camión para que no se vuelva a salir.
.-Tal vez se podría elevar la parte trasera de la camioneta poniéndole varias arandelas de este tipo?- le digo a Guri.

.- Por supuesto, así es como se hace aquí para elevar los coches- me contesta.

Dicho y hecho: los chavales mandan a hacer las arandelas, y en un par de horas Ibiletxe es 5 cm más alta en su parte trasera. En Madrid ya elevé la parte delantera 5 cm., y esto le vendrá muy bien para transitar por África. En Pita hay electricidad pero en muchos lugares es como si no la hubiera; el acceso a Internet es complicadísimo, pues o bien no hay luz (lo cual ocurre durante muchas horas del día), o el voltaje es tan bajo que ni los estabilizadores funcionan. En casa de Ahmed, donde las bombillas apenas son un puntito de luz, sobre 220 V. mido un mínimo de 80 V. y un máximo de 140 V. a las 4 de la mañana, así que en cuanto oscurece la linterna se hace indispensable.

Autor

  • Santacara, José Eladio

    José Eladio Santacara nacido en la localidad navarra de Carcastillo, es ingeniero de telecomunicaciones y viajero impenitente, entre otras hazañas cuenta con un viaje alrededor del mundo y posteriormente un viaje recorreiendo muchos paises africanos, Marruecos, Sahara, Mauritarnia, Senegal, Guinea, Malí, Costa de Marfil, Ghana, Togo, Benin, Nigeria, Camerún, Gabon, Congo, Angola, Namibia, Sudáfrica, Mozambique, Bostwana, Zambia, Malawi, Tanzania, Kenya, Etiopía, Sudán y Egipto. Probablemente se nos habrá quedado alguno.

    José Eladio Santacara en su página web www.munduatamusika.com fue relatando las jornadas de este periplo por África que ahora encontraremos en la Bitácora Africana

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