Emiliano Zapata, sus raíces afros y su figura como fuente de inspiración en la lucha agraria africana, por Carlos Luján Aldana

29/07/2019 | Bitácora africana

zapata.jpgEl pasado 10 de abril se cumplieron 100 años del asesinato de Emiliano Zapata. Al respecto, exploramos dos facetas poco conocidas del que fue uno de los personajes más importantes de la Revolución Mexicana: sus orígenes afrodescendientes y el impacto de sus ideales en las luchas por la tierra y la libertad en el continente africano.

El gobierno de México declaró oficialmente a este 2019 como “El año del Caudillo del Sur, Emiliano Zapata”, para rendirle homenaje, con motivo del centenario de su ejecución, a este hombre, quien contribuyó a transformar las condiciones de vida de los campesinos mediante un pensamiento que aún sigue presente en todo el país y fuera de nuestras fronteras.

En el marco de este reconocimiento, vale mucho la pena indagar más sobre aquellos aspectos poco conocidos sobre la vida y obra de Emiliano Zapata para comprender mejor el contexto en el que creció, los problemas a los que se enfrentó, la vigencia de sus demandas y el lugar privilegiado que ocupa dentro de la historia. Es por todo ello que, como resultado de una amplia investigación, les presento a continuación la conexión que existe entre Emiliano Zapata y su figura, con el continente africano.

El afromestizo Emiliano Zapata.

La irrupción del levantamiento campesino en el Sur de México durante la Revolución Mexicana (1910-1920) no puede entenderse sin ubicar ni analizar las características económicas y socioculturales de los campesinos de esta región. En el Estado de Morelos, tierra natal de Zapata, el clima y la orografía favorecen la producción de caña de azúcar, cultivo que demanda una gran cantidad de mano de obra, tierras, agua y bosques. A partir de la época de la colonia, los españoles estimularon la creación de haciendas e ingenios azucareros, que todavía son muy comunes en toda la región, en detrimento de la producción agrícola autosuficiente.

Estas haciendas sobrevivieron a la independencia del país, donde las relaciones sociales de producción permanecieron prácticamente intactas. En el porfiriato se aprovecharon estas condiciones y se adaptaron a los intereses de la élite política y económica. Se intensificó y modernizó la explotación azucarera, por lo que los despojos de tierras a los campesinos eran cada vez más frecuentes, quienes se vieron obligados a prestar su trabajo en las haciendas como peones o como parte del servicio doméstico. Antes de la revolución, en Morelos, el 46% del territorio estaba en manos de las haciendas y 79 de cada 100 hombres, entre 11 y 60 años, eran peones.

Estas fueron las causas del levantamiento agrario durante la Revolución, movimiento del cual Emiliano Zapata emergió como su principal líder moral, ideológico y militar. Sin embargo, esta facción no estaba compuesta única y exclusivamente por campesinos e indígenas. En su seno, se observaba una composición social muy heterogénea, en la cual la participación de afrodescendientes fue muy activa.

Desde tiempos coloniales, el Valle de Cuautla era aproximadamente 50% afromexicano. Los españoles trajeron esclavos africanos a la región para trabajar en los cañaverales y en las labores ganaderas. Recordemos que el Sur de México es la región que concentra, hasta la actualidad, la mayor proporción de población de origen africano en México. Fisonómicamente los rasgos afros se han diluido entre los morelenses, pero el gen permanece en ellos.

Sin ir más lejos, el propio Zapata era afrodescendiente. Él provenía de una familia social y políticamente muy respetada, aunque humilde. Durante la época de la colonia, los censos realizados por los españoles en la región de lo que hoy es el Estado de Morelos observaban la composición racial de la población. A partir de estos instrumentos obtenemos resultados bastante interesantes sobre los descendientes de Zapata. Uno de ellos revela que Zapata provenía de una familia que había vivido en el Valle de Cuautla por tres generaciones. De las cuatro líneas que muestran los registros españoles de la familia de Zapata, tres eran afromexicanas.

Su pueblo natal, Anenecuilco y sus villas circunvecinas, estaban compuestas de 101 familias afromexicanas, 32 familias indígenas, 9 mestizas y solo 3 blancas. John Womack, en el prólogo de su obra Zapata y la Revolución mexicana (FCE, 2017),->https://www.fondodeculturaeconomica.com/DetalleEd.aspx?ctit=003759R] afirma que, si la revuelta zapatista hubiera sido solamente una rebelión indígena, no habría podido dar el salto a nivel nacional. Realmente fue el elemento afromexicano el que fue el determinante del éxito de los zapatistas.

Gracias al profundo conocimiento de la población y sus necesidades más apremiantes, en unos cuantos meses, el zapatismo transformó profundamente el panorama agrario morelense, y en su máximo esplendor, dominaron parte de los Estados de Guerrero, Puebla, México y Tlaxcala, además del Sureste de la Ciudad de México (Milpa Alta, Tláhuac y Xochimilco). Se repartieron tierras a los campesinos, se les restituyó el agua y los bosques, y la hacienda fue desarticulada en Morelos. De esta forma, y con el sencillo, pero a la vez potente lema de Tierra y libertad, estableció las bases y demandas de la lucha campesina mexicana en el Plan de Ayala.

Desde sus inicios, el zapatismo se adelantó a su tiempo al promulgar la equidad de género, de etnias y los derechos de las personas. Entre las tropas zapatistas la economía estaba basada en cooperativas, y se ideó una “República Democrática Campesina”. Todo el mundo participaba, en completa igualdad, en las asambleas que se celebraban.

De esta forma se apunta hacia uno de los fetiches de nuestra conciencia histórica y de la sociología mexicanas: nuestra noción del mestizaje únicamente como fruto de españoles e indígenas, dejando fuera al africano. De hecho, la “negritud” era identificada como un elemento central dentro de la lucha zapatista, tanto por sus enemigos (como el derrotado hacendado Pablo Escandón), como por los intelectuales más reconocidos de la época, como Andrés Molina Enríquez y José Vasconcelos.

Es por ello que la vertiente afro aparece como indispensable para entender la rebelión agraria del Estado de Morelos durante la Revolución. Esta versión revolucionaria de la Revolución Mexicana es un aspecto que debe ser reconocido. Desde la independencia, los afrodescendientes desaparecen de las crónicas de la historia de México, por lo que existe un importante vacío conceptual que hay que rescatar. Reconocer las raíces afros de Emiliano Zapata y su movimiento es solo una parte de los aportes que las personas afrodescendientes le han dado nuestro país, y que hoy se encuentran negadas o desconocidas.

Zapata llega a África.

A 100 años de su fallecimiento, la figura y la leyenda de Emiliano Zapata sigue estando muy viva en todo México, particularmente en Morelos. Pero también ocupa un lugar de privilegio en la historia de América Latina y del resto del mundo. Su fama ha alcanzado resonancia internacional, convirtiéndose en símbolo de la lucha agraria a nivel mundial.

sello_zapata.jpg África no ha sido la excepción. En varias partes del continente, al único mexicano que conocen y admiran es a Emiliano Zapata. Y para nuestra sorpresa, sus ideas han inspirado rebeliones y revoluciones en este continente. En 2011 la ciudad de Argel develó un busto de Emiliano Zapata en una plaza frente a la Corte de Justicia de Argelia, lo cual demuestra la fuerte presencia del pensamiento de Zapata en este país. Durante la lucha por la independencia de Argelia, los líderes del movimiento encontraron en Zapata a alguien que representaba sus demandas.

De igual forma, durante la revolución tunecina que desembocó en la caída de Zine El Abidine Ben Alí, Emiliano Zapata fue uno de los íconos que adoptaron los tunecinos que representaba sus demandas, ante un presidente que llevaba 23 años en el poder. Siendo un hombre reconocido en estos países, la conmemoración de los 100 años de la muerte del revolucionario mexicano no pasó desapercibida, Uno de los homenajes lo realizó el Servicio Postal de Argelia, que emitió un timbre conmemorativo de Emiliano Zapata.

Todos estos reconocimientos a Zapata dentro del Mundo Árabe engrandecen su figura y su legado, dado que se acepta, dentro de un contexto social y agrario tan lejos de México, de que los no musulmanes también son dignos de grandes hazañas, y de que las ideas provenientes de un lugar tan lejano y desconocido para ellos, como lo es México, tienen el poder de transformar las condiciones sociales de su población. Con esto, se demuestra, una vez más, que los derechos de los campesinos a la tierra y la libertad son universales.

Por su parte, en África Subsahariana la figura de Emiliano Zapata es menos conocida con respecto al Norte del continente, pero el pensamiento zapatista también se encuentra presente entre los campesinos africanos de esta región, principalmente a través de Vía Campesina, un movimiento internacional que agrupa a los campesinos del mundo, y donde comparten sus experiencias y su lucha. Este foro ha servido como punto de encuentro entre los campesinos mexicanos, influidos por el zapatismo, con los africanos.

Y es que las condiciones de vida de los campesinos del continente no son muy distintas a las de los mexicanos en la época de la Revolución (y aún en nuestros días). Las élites y las corporaciones se esfuerzan por controlar las tierras más fértiles y los demás medios de producción agrícola, o bien, los ambiciosos proyectos de infraestructura amenazan con desplazar a miles de campesinos. Tan sólo en África del Sur, la tierra es aún una fuente básica de sustento para la mayoría de la población africana, por lo cual esta actividad, así como el bienestar de los campesinos, es una cuestión muy importante dentro de África.

Como muestra de la solidaridad con la lucha agraria en África, los campesinos mexicanos autodenominados zapatistas han enviado semillas de maíz maya a un grupo de campesinos africanos, así como apoyo a la resistencia contra el despojo de tierras y recursos naturales. De este modo, el movimiento que encabezó Emiliano Zapata durante la Revolución Mexicana aparece como inspiración para los campesinos africanos para que sigan luchando por la defensa de su territorio, sus tierras y su libertad.

Y así, de esta forma, es como un personaje tan mexicano como Emiliano Zapata, posee un magnetismo de solidaridad y unión con el continente africano. Debe ser una tarea permanente replantear, rescatar y redefinir el legado y el ejemplo de aquellos personajes, como Zapata, que en su momento marcaron huella, para comprender mejor el presente que nos toca enfrentar.

Original en: tlilxayac.com

Autor

  • Luján Aldana, Carlos

    Economista mexicano. Me apasiona el estudio de los asuntos africanos, por lo que escribo para impulsar el conocimiento del continente africano y generar debate en torno a él. Puedes seguirme a través del Blog Tlilxayac.

    La palabra Tlilxayac significa “máscara negra” en lengua Náhuatl, aquella que hablaban los habitantes del Valle de México antes de la conquista española y aún hoy se escucha en algunas regiones del país. La máscara es un símbolo muy representativo de la cultura mexicana, y también lo es para algunas regiones africanas. Con esto, se pretende representar la unión, amistad y diálogo entre las naciones de África y México en pro de una relación sólida, cordial, fructífera y duradera.

    @clujanaldana

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