Las elecciones que acaban de celebrarse nos lanzan a la cara una verdad: hemos fracasado. Todos. No se trata de un fracaso de cifras, sino que no hemos podido hacer bien las cosas. Las elecciones han sido la celebración en su máximo paroxismo de nuestras torpezas, de nuestras insuficiencias, de nuestras prácticas corruptas. Todos esos elementos a los que nos hemos acostumbrado como autores o víctimas, siempre a la espera de que llegue nuestro turno para ser vencedores. Las elecciones pasadas me recuerdan la deliberación en las sesiones de examen en nuestras universidades, bien ilustradas por la Universidad de Kinshasa, la madre de todas ellas. Con puntos sexualmente transmisibles, favoritivismo para hijos de profesores, tribalismo, clientelismo. Seguimos pensando que la corrupción, las trampas, no son más que cosa de los demás…, hasta que nos toca a nosotros mismos. Hemos creado una sociedad en la que todos tienden a aprovecharse, una sociedad de la mentira.
Los diputados del Parlamento – PPRD y MLC – pensaban repartirse el pastel y preparar una reelección. Montaron una CENI politizada, sin confiar en la Sociedad civil. Les salió mal con la llegada de la UDPS. La CENI es el resultado de ese Parlamento de aprovechados que se han repartido los medios del Estado, los puestos, las primas. La CENI es un bastardo prematuro; su trabajo ha sido mediocre y la clase política se contentará con pasar la esponja sobre las disfunciones e imperfecciones. Y luego llega el bombazo del líder máximo (Tshisekedi) con su llamamiento a no respetar nada. Todo salta por los aires.
El caso es que nadie, ni siquiera el pastor presidente de la CENI, pide perdón y todos piensan que han actuado bien, cuando ha habido agentes electorales que han sido detenidos. Nadie pide excusas a todas esas personas que muy temprano fueron a votar y que deambularon de colegio en colegio electoral para encontrar sus nombres en las listas electorales. Y las trampas prosiguen: acusaciones e impugnaciones sin pruebas, chanchullos, tejemanejes, imputaciones, amenazas, injurias; se arrastra en el barro a quien no está en el mismo campo político. Y ya se piensa en la ciega violencia. Seguimos alimentando nuestro fracaso.
Claude BUSE MISAMBO
Dialogue des peuples, 13 de febrero de 2012.
Resumen y traducción de Ramón Arozarena.
