El trabajo infantil en África.

13/06/2016 | Editorial

Por trabajo infantil, entendemos todas las formas de empleo que privan a los niños-as de su niñez, potencial, acceso a la educación, y es perjudicial para su desarrollo físico, mental, humano, social y cultural.

Hemos encontrado un día mundial para todo. Incluso encontramos ayuda, pero solo ayuda, para mitigar de algún modo los síntomas del problema, pero raramente queremos llegar a la raíz del mal.

¿Por qué existen unos 250 millones de niños en el mundo que deberían estar jugando y no lo hacen?

¿Por qué faltan políticas integrales y eficaces para combatir esta forma de esclavitud de menores?

Desde el año 2000, ha disminuido el trabajo forzoso de niños-as en un 32%, pero hoy encontramos todavía más de 168 millones, de los cuales 85 millones efectuan trabajos peligrosos.

En todos los continentes existe el trabajo infantil, pero el África Subsahariana continúa siendo la región con la más alta incidencia de trabo infantil, con 59 millones, el 21%.

La agricultura continúa siendo de lejos el sector con el mayor número de niños-as en situación de trabajo infantil (98 millones, 59%).

Sabemos que abundan los niños-as realizando trabajos en condiciones infrahumanas, en la industria textil, minas, trata, etc.

Según la OIT, las estimaciones para el trabajo infantil indican, que en África el avance respeto de la erradicación del trabajo infantil es menor.

El problema se ve agravado por la pobreza extrema, el elevado crecimiento demográfico, la pandemia del Sida, las crisis alimentarias recurrentes, la inestabilidad política y los conflictos.

En muchos países de áfrica, los niños y niñas siguen siendo víctima de muchas de las peores formas de trabajo infantil, de las cuales las más preocupantes son la trata de niños y niñas, el reclutamiento de niños- niñas en conflictos armados, la minería en pequeña escala, el trabajo peligroso en la agricultura, la explotación sexual comercial, y niñas atrapadas en situaciones de servidumbre por deudas y de esclavitud.

Los menores y las mujeres son habitualmente los grupos sociales más vulnerables en África y por tanto los que más sufren las consecuencias del abuso de poder, de la expropiación de tierras y recursos, del empobrecimiento, de la corrupción, de la violencia y de toda la política económica nacional e internacional, que perpetua una situación de opresión y de esclavitud.

Como sabemos, la liberación real de tantos atropellos de la dignidad humana, ni vendrá de fuera, ni de los gobiernos. Sola la sociedad, más informada y motivada, se organizará en grupos o movimientos sociales que puedan convertirse en “nuevas primaveras”, para promover democracias reales y el bien común.

En la medida en que cada sociedad, se levante y plante cara a toda forma de empobrecimiento, opresión, abuso de poder y corrupción, los poderosos se verán obligados a escuchar y a colaborar, o en caso contrario, a dejar paso a nuevas formas más corporativas y personas más integras para la gestión de bienes y servicios.

Numerosos países nos están dando ejemplo de madurez política y de responsabilidad social, como: Burkina Faso, Túnez, Gana, Uganda, Tanzania, Venezuela, etc.
La represión social y económica hace despertar la conciencia social, la resistencia de movimientos sociales y la lucha por la liberación.

África con sus pueblos, sus jóvenes, mujeres y niños, no necesitan ayuda para llegar a liberarse de toda esclavitud, para alimentarse y desarrollarse.

Los pueblos Africanos solo buscan una colaboración justa y soldaría, para que ellos mismos puedan implementar sus propios planes.

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