El racismo en Sudáfrica existe e importa

22/12/2014 | Crónicas y reportajes

Hemos visto las distracciones alrededor nuestro.

Nos hemos enfrentado a muchos destellos, pero no a mucha sustancia: desde las órdenes de protección que se producían rápidamente (y después se emitían), a los boletines informativos de Helen Zille para la “batalla” de Zille y Chester (1).

Sin embargo, estas atracciones secundarias nos distraen, nos hacen creer que el racismo está dentro de la categoría de lo «excepcional», algo de lo que no deberíamos preocuparnos porque tenemos otros problemas más urgentes y apremiantes.

Creo que hemos pasado por alto que el tejido social de nuestro proyecto democrático es importante, en el momento en que la actividad descarada y escandalosa de los racistas es mucho más apabullante que lo que vemos en las publicaciones.

Este insulto a nuestro proyecto democrático es nocivo y la conversación actual es incluso más dañina, ya que subestima la realidad de que el apartheid y los otros 300 años anteriores estaban beneficiando a un grupo de personas (la gente blanca, la minoría) en detrimento de otro (la gente negra, la gran mayoría).

La realidad histórica simplemente quiere decir que los sudafricanos blancos (aunque bien intencionados y nobles) se han beneficiado y aprovechado del sistema de opresión. El telón de fondo histórico de nuestra Sudáfrica democrática y otras cuestiones educativas han seguido perpetuando esta desigualdad y Sudáfrica, sin ninguna duda, es no sólo en hechos sino en espíritu una de las sociedades más desiguales.

Ciudad del Cabo puede sentirse despreciada cuando se la menciona tan fácilmente en una conversación sobre racismo, pero la geografía espacial que empezó durante el apartheid se ha ido perfeccionando durante los últimos 20 años de democracia (con leyes, distritos de mejoras, precios de la propiedad, etc).

Ver esta ciudad tan bonita que quita el aliento es fácil, pero parece mucho más difícil para nosotros reconocer que los recursos y las instalaciones se encuentran situadas desproporcionadamente y que en muchos casos, podemos trabajar, vivir, comer y jugar sólo con aquellos con los que queremos «relacionarnos».

La crítica que recibe Ciudad del Cabo por racismo es justa (pensemos que es el precio que paga por ser tan bonita pero tan oscura y retorcida también), puesto que continuamos sin resolver esa geografía espacial que divide la ciudad y su gente.

Este es el telón de fondo del racismo y la desigualdad en este país. Esto continúa impactando a millones de sudafricanos desfavorecidos que luchan cada día para vivir una vida digna.

Esta no es la historia de guerras en Twitter o de las órdenes de protección que se realizan contra unas marionetas, sino la dura realidad con la que nos encontramos como país y como ciudadanos.
Hace un año Tata Madiba falleció.

Parece que fue hace siglos, y últimamente hemos visto que los racistas parecen más audaces: ¿les ha hecho la muerte de Tata salir de sus oscuros recovecos en los que se escondían?

Debemos enfrentarnos a la verdad, conocemos racistas, a algunos les llamamos familia o amigos, algunos de ellos son gente que tienen seguidores, otros nos conmocionan y sorprenden, pero son gente que vive entre nosotros.

Estas personas no son el hombre del saco escondiéndose en un rincón oscuro, sino que viven entre nosotros; tristemente. Muchas veces no encuentran oposición, mientras que nosotros intentamos evitar conversaciones sobre la raza y la desigualdad.

He escuchado, desgraciadamente muy a menudo, que deberíamos movernos, que «el apartheid fue hace mucho tiempo». NO, no fue así y además, el daño de ese sistema opresivo continúa molestando a millones de sudafricanos.

No tenemos necesidad de fingir que el apartheid nunca ocurrió, no necesitamos fingir que un cierto grupo de personas no se benefició, no tenemos tiempo de fingir. Necesitamos tener conversaciones duras y difíciles, y no estos diluidos sin sentidos o distracciones.

El racismo es a menudo un tema de identidad y superioridad, y, a menudo, olvidamos que el racismo no necesita ser siempre descarado o representado mediante ataques violentos.

El racismo puede desarrollarse en nuestra forma de pensar. Miren el aburguesamiento, que parece estar consumiendo el paisaje. Algunas personas llegarán a decir que el aburguesamiento es un proceso necesario, y a menudo preferirán palabras como «mejora» y, por supuesto, «necesidad». Vimos esta plaga durante la Copa del Mundo en 2010, la vimos con los ataques xenófobos y seguimos viéndola cuando la gente parece ofenderse por la realidad de este país (pobreza, sufrimiento, dificultades y desigualdad).

No se ofenden por que existan estos asuntos en nuestro país, sino que se ofenden por tener que verlo. Estas personas necesitan una llamada de atención y debemos enfrentarnos a ellos y a sus prejuicios con la cabeza bien alta.

Últimamente hemos visto inaugurar obras de «arte» en la capital mundial del diseño (2) y se han encontrado, en mi opinión, con preguntas justificadas sobre su autenticidad, su integridad y su valor en la sociedad que no es tan refinada u homogénea como requiere el aburguesamiento.

Estoy muy agradecido de que tengamos una fusión de culturas y experiencias, ya que, después de todo, es lo que hace Sudáfrica tan impresionante; pero este enfoque “blanco” (sí tenía que usar esa frase) del arte/diseño y uniéndolo de alguna manera todo a Tata Madiba es ordinario, vulgar e inaceptable.

No hay una nueva oleada descarada de racismo sino que hemos empezado a descubrir una herida enorme e infectada que entrelaza la raza, las clases y la edad.

Sigo esperanzado de que nos enfrentemos a estas personas, que nos enfrentemos a los políticos que han estado tan callados sobre el tema. Que empecemos a tratar el dolor y el sufrimiento que la desigualdad está provocando en millones de sudafricanos. Que empecemos a apoyar a los títeres como Chester por usar audazmente a personas como Dan Roodt y Steve Hofmeyr y continuar fomentando el pensamiento en su «conversación» con Zille en Twitter.

El racismo es una realidad que muchos sudafricanos encuentran diariamente. El proyecto democrático que abordó Sudáfrica estaba ligado a la idea de reconciliación y redención. Existe algún camino por el que seguir, el camino a la libertad es largo y tenemos muchas cuestas por subir.

Las palabras de Yolande Korkie tras la muerte de su marido, justo un día antes de su planeada y negociada liberación, de no querer que el «odio entrase en su corazón» es un profundo recordatorio de la gracia y el potencial de la reconciliación que tan inteligentemente Sudáfrica comenzó en 1994.

No debemos desviarnos de nuestro camino. Pregúntese: ¿qué va a hacer para enfrentarse al racismo y a los prejuicios? ¿Qué están haciendo los políticos electos (su silencio sobre el tema ha sido muy pronunciado) sobre el racismo y la desigualdad? ¿Está dispuesto a dejar que esa gente desvíe nuestra conversación? ¿Puede hacer frente a sus injustos beneficios o puede trascender sus desventajas estructurales (históricas y a veces tristemente actuales)?

Déjenme recordar que «nunca más» no se trata ya de ponerse una camiseta o colgar algo en una cafetería independiente y aburguesada, sino que es algo que debemos llevar en nuestras mentes y corazones.

Vamos a enfrentarnos a esa gente, a estar razonadamente en desacuerdo con aquellos que desean disimular esta histórica realidad, y nunca dejen que alguien les haga creer que el racismo es un tema del que no deberíamos hablar.

Debemos hacerle frente y pedir que otros se unan mientras luchamos contra la creciente desigualdad y el racismo que desafía a nuestro proyecto democrático.

Digamos «nunca más» y no dejemos que el odio irrumpa en nuestros corazones. El racismo es real e importa.

Andrew Ihsaan Gasnolar

Andrew Ihsaan Gasnolar, investigador en Mandela Rhodes, miembro de Mandela Washington, abogado y un orgulloso africano a quién le entusiasma la posibilidad de cambiar y trazar un nuevo camino.

Notas:

1.- La batalla de Zille y Chester es un enfrentamiento en las redes sociales entre Zille, una política sudafricana, y Chester, un ventrílocuo que utiliza un perro chester para criticar ciertas políticas, entre ellas el racismo.

2.- Ciudad del Cabo ha sido la World Design Capital (capital mundial del diseño) durante el año 2014.

Thought Leader

[Traducción, María Alarcón]

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