EL PLANETA SIGUE EN PELIGRO, PERO ESTÁ EN NUESTRAS MANOS.

14/12/2015 | Editorial

El pacto aprobado el sábado día 12/12/2015 en la Cumbre del Clima de Paris, del que forman parte 195 países, y que consta de dos partes: “Acuerdo” y” Decisiones”, ya está firmado.

Cuando veíamos los abrazos y felicitaciones mutuas entre los participantes, después de la aprobación, algunos pensamos que esta vez, habían firmado un acuerdo satisfactorio para la mayoría y vinculante. Nada más lejos de la realidad.

Algunos analistas como el profesor Ottmar Edenhofer, del Instituto Potsdam de Investigación sobre la Cambio Climático, procuran ser positivos y dicen que todo depende de cómo de rápido y con qué solidez lo apliquemos.

Pero la mayoría de expertos, como algunos portavoces del Parlamente Europeo lo califican de claramente insuficiente. Las revisiones serán claves porque los objetivos puestos hasta ahora sobre la mesa no garantizan que el calentamiento global se quede por debajo del objetivo de los 2 grados Celsius, sino que se prevé que la temperatura se elevará en 3 grados para finales del siglo.

Algunos avisan, como el experto de Carnegie Institution Chris Field, quien afirma que “no es momento para la autocomplacencia, sino de actuar en innovación, energías limpias y desarrollo sostenible”.

El director ejecutivo de Greenpeace, Kumi Naidoo, proclama que debe llegar “el fin de la era de las energías fósiles, tras la cumbre de Paris”. Las multinacionales, como Dell, Sony, Google y CocaCola dicen que se comprometen a reducir la emisión de dióxido de carbono y a triplicar el uso de energías limpias. Buenas promesas!

Dos de los sectores que más emisiones generan, como la aviación y el transporte marítimo, se han quedado simplemente fuera del acuerdo.

Un punto clave del Acuerdo firmado está en artículo 4 que hace referencia a las obligaciones en el recorte de emisiones de gases de efecto invernadero por parte de los firmantes. Aparecía la palabra “deberán” (shall en inglés).

El Gobierno norteamericano ha hecho que desaparezca del pacto la vinculación legal de los objetivos de cada país a la hora de reducir las emisiones. Se cambió entonces “deberán” (shall), por “deberían” (should). La obligación se quedó en mera recomendación.

China e India tampoco estaban de acuerdo con esa “vinculación” y que se les metiera en el mismo saco (de la obligación), con los países desarrollados. Mantener esa doble velocidad ha sido una de las principales reivindicaciones de los emergentes durante la negociación.

El reto del cambio climático, va íntimamente relacionado con el derecho de la humanidad a la soberanía alimentaria y a otros derechos humanos, para recuperar la dignidad humana de todos los pueblos.

Las grandes multinacionales siguen haciendo la vida imposible a los pescadores y agricultores a pequeña escala, pues están acaparando con violencia las mejores tierras e incluso los mejores lagos, como en la RDC, Sudáfrica o Uganda (con el lago Victoria).

Solo poniendo la soberanía alimentaria y la dignidad humana de los pueblos, en el centro del sistema, llegaremos a acuerdos globales que sean eficaces.

Parece que las multinacionales y los Estados solo son capaces de firmar acuerdos vinculantes, cuando se trata de acuerdos de libre comercio. El dinero dicta la ley a costa incluso del futuro de la humanidad.

Como afirmó el Papa Francisco, en relación con el cambio climático: «Estamos al borde del suicidio. Espero que en la Cumbre de Paris hagan algo».

¿Cuándo tomaremos, de los políticos y financieros, injustos y corruptos, la responsabilidad y el poder que nos pertenece, para garantizar una gestión más humana y solidaria?

La buena noticia siempre existe: El futuro del planeta, la justicia social, el desarrollo integral y la paz, siguen estando en nuestras manos, en las manos de la inmensa mayoría de buena gente, a quien Dios lo ha confiado.

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