El paradigma de la educación en África

26/03/2018 | Opinión

La educación en África sufre una dependencia significativa debido a un paradigma social que no se ha mantenido congelado en el tiempo pero que ha encontrado un nuevo rostro que llamamos globalización.

La educación es un derecho humano básico consagrado en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Es un motor de crecimiento económico. Los estudios retrospectivos de diferentes partes del mundo en desarrollo han dejado claro que el crecimiento no puede ocurrir de manera sostenible sin una producción previa de capital humano suficiente. También destacaron el impacto positivo del gasto en educación para reducir la pobreza y la desigualdad; la educación hace que las personas sean menos vulnerables y promueve su participación en el desarrollo, el ejercicio de la ciudadanía y el buen gobierno. Por último, la educación tiene efectos positivos indiscutibles sobre el medio ambiente y la gestión de los recursos naturales, la demografía, la higiene y las condiciones sanitarias. Es una condición del desarrollo sostenible. Estamos aquí en la encrucijada de los derechos fundamentales y de los problemas mundiales.

educacion.jpgAl abordar aquí los problemas de la educación en África, no pretendemos definir cuál debería ser la política «correcta» para África: es responsabilidad de sus gobernantes. Nosotros intentamos resaltar su importancia en los principales problemas globales.

En África, la educación es considerada como la clave para establecer un buen comportamiento en la sociedad y el respeto por la jerarquía. La educación tenía un carácter colectivo pronunciado, una globalidad a nivel de agentes. Todo el tejido social sirve como marco de acción. La educación es global e integrada en la vida. La educación tradicional se realiza en todas partes y en todas ocasiones, en el contexto habitual de trabajo y ocio.

Desde el triunfo del capitalismo y el favor del desarrollo prodigioso de los medios de información y comunicación, el mundo está experimentando una globalización neoliberal con dramáticas consecuencias para África. El bajo nivel de desarrollo de África, por un lado, la dinámica y las reglas de operación de la globalización, por otro lado, condenan a 750 millones de africanas y africanos al atraso más abyecto con un empobrecimiento masivo y continúo, con el analfabetismo, con epidemias endémicas de enfermedades, con la explosión de diversas formas de violencia, incluidas las guerras civiles fratricidas.

África ha sido violada desde el siglo XVII cuando los occidentales comenzaron a visitar la costa africana. En el nivel económico, hay dentro de los grupos sociales, intercambios que se limitan a la comunicación de bienes y mercancías. Una economía de subsistencia que se realiza sin problemas dentro de los grupos sociales, basada en intercambios matrimoniales y obligaciones de parentesco. En política, el jefe, en el África tradicional, tiene una autoridad carismática que le permite imponer respeto y ser escuchado en la vida comunitaria. La educación en África tradicional la proporcionan la familia, el clan y el linaje; una educación que no está separada de la sociedad. Con la colonización, al continente se le impone la civilización occidental con todos los problemas a nivel de la sociedad africana. Y el resultado, según la observación hecha por casi todos los historiadores y sociólogos que estudian las sociedades africanas, es amargo: la importación de modelos extranjeros en el continente desde su encuentro con Europa provocó un gran terremoto a nivel político, económico y social. Esto ha significado que las elites africanas sean acusadas del oprobio y el deshonor que rodea la identidad africana. Además, después de los estragos del colonialismo, la globalización está metiendo más el clavo porque deconstruye y reconstruye los estados africanos según las maneras que promueven la libre circulación de capital, bienes y tecnología.

Ejemplo de la dominación cultural de los franceses en sus excolonias por la degeneración de las lenguas locales marcadas por el francés; estas han perdido su originalidad con la deformación de los apellidos africanos e interferencias lingüísticas. Y en la vida diaria africana se desarrollan nuevas relaciones sociales. Frente a la civilización occidental, los africanos pierden su «autenticidad» por mimetismo. Los adolescentes descubren otra imagen de la sexualidad a través de audiovisuales y literatura pornográfica. Con el choque de culturas (occidental y africana), los jóvenes pagan un alto precio en la alienación cultural. Abandonan la ropa tradicional y se visten como el Blanco. Acomplejado por la imagen del Blanco, el Negro africano blanquea la piel, ignorando las consecuencias perjudiciales de esta práctica. A esto debe añadirse el impacto negativo de la música moderna africana en la sociedad. Considerada como vector de valores morales para concienciar a la gente, es mal vendida por músicos que valoran el sexo y el dinero.

Es cierto que África está inundada por la escritura, la imagen y el sonido de productos culturales de Occidente que tienen canales poderosos de difusión de estos productos para que lleguen a los pueblos y aldeas más remotos en la selva africana. Si añadimos las gamas de multimedia e Internet, podemos apreciar el alcance destructivo de la invasión cultural del continente, que parece no tener los medios para hacerle frente. Hubiéramos tenido poco que criticar si estos productos culturales tuvieran contenidos más enriquecedores y de valores en lugar de resaltar siempre los bajos instintos del hombre. Sin duda, debe reconocerse que cada producción cultural transmite obviamente una visión del mundo, valores, creencias y comportamientos que son susceptibles probablemente de condicionar poderosamente y cambiar las actitudes del «consumidor». De hecho, se ha demostrado en la historia que todas las dominaciones políticas duraderas, así como las resistencias consecuentes a la dominación, se construyeron primero sobre la base cultural.

En su dinámica actual, la globalización está quebrando el cuerpo y el alma de África. Esta situación no es una fatalidad. Resulta, entre otras cosas, del retraso considerable que África acusa en el campo de la educación. En un estallido de orgullo o incluso de supervivencia, África debe forjar una nueva mentalidad: responsabilidad afro, para una África más fuerte mediante una actitud de valorización

África necesita movilizar más fondos para desarrollar armónicamente su sistema educativo. Introducir con más fuerza las lenguas nacionales en el sistema educativo y hacer de la Educación Superior y la Investigación una palanca de emergencia económica.

África puede recomponerse para reposicionarse favorablemente en la globalización. Existen alternativas para eso, le falta por el momento una fuerte expresión de la voluntad política de los Estados y la toma de conciencia de los pueblos africanos de su responsabilidad en la lucha por una globalización de la justicia, el progreso social en el respeto por las identidades de cada sociedad.

Wilfried Koikson


Fuentes:

1. Essé Amouzou, El impacto de la cultura occidental en las culturas africanas, L’Harmattan, París, 2009, 190p.

2. Anthony Stephanie, Civilization (nivel principiante), CLE International. Deslandres, París: (2003)

3. Simeon Olayiwola, Introducción a la cultura y civilización francesa y Francófonos. Empresa de publicidad Agoro. (2005) (2da edición)

4. Fuente de la foto Serigne Diagne

Fuente: L’Afrique des Idées

[Traducción, Jesús Esteibarlanda]

[Fundación Sur]


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