El Modelo Zerai de enfoque del género de las personas para la gobernanza, las TIC y la justicia social (parte 1/2)

El autor postula que desde la perspectiva de las mujeres africanas, es imposible ignorar el racismo y el sexismo mientras se organizan contra la pobreza.

Me encontré con Assata Zerai por primera vez en 1999 mientras visitaba a la familia de Horace Campbell en la Universidad de Syracuse, donde eran colegas. Fue mi primera cena de Acción de Gracias en los Estados Unidos. Charlando después de la cena mencionó que era coautora de un libro manuscrito sobre las pesadillas de las «madres drogadictas» que eran satanizadas en los medios y sojuzgadas por políticos que querían esterilizarlas.

Le dije que acababa de encontrar una editorial, ya que dos años antes la editorial Ashgate lanzó la Serie de Investigación Interdisciplinaria en Relaciones Étnicas, de Género y de Clase con mi libro sobre Mujeres Negras y el Sistema de Justicia Criminal (republicado en 2018 por Routledge) conmigo como editor de la serie. Comenté que me encantaría recomendar su manuscrito para su publicación en la serie. Rápidamente me envió la propuesta y Ashgate aceptó mi recomendación y publicó el innovador libro que pedía la reducción de del daño en lugar de la guerra racista-sexista contra las pobres mujeres bajo excusa de la lucha contra las drogas.

Me sorprendió gratamente cuando Zerai aceptó un premio de la Conferencia sobre Mujeres Negras en Educación Superior en Virginia Tech y me reconoció como una de sus mentoras, mientras que yo la admiraba como como una de mis compañeras mentoras. Me complace y me honra ver que este nuevo libro, Mujeres africanas, TIC y Políticas Neoliberales, comenzó destacando nuestra celebración del trabajo de Victor Chikezie Uchendu, que fue mi mentor en Nigeria y cuyo clásico trabajo sobre The Igbo of Southeast Nigeria cumplió 50 años en 2015. Había invitado a tres académicos para celebrar el libro en Virginia Tech y fue un honor haber tenido a Zerai, que era entonces Directora del Centro de Estudios Africanos que Uchendu había fundado en la Universidad de Illinois, Urbana-Champagne. Iba a ascender pronto en la administración de la universidad como decana asociada, vicecanciller asociada para la Diversidad e Inclusión, y rectora asociada mientras encontraba el tiempo para completar innovadores libros.

Este nuevo libro continúa con su trayectoria en el activismo académico postpositivista centrado en el género en África del que todos los académicos críticos y el público en general podrían aprender. Ya incluyo su ensayo sobre activismo académico dentro del aula y en la base como una de las lecturas requeridas para mi clase de posgrado de Métodos de Investigación Africana y estoy feliz de decir que el nuevo libro profundiza su teoría original de que incluso cuando estás enseñando en la sala de clase puedes practicar el activismo académico mediante la exposición de los estudiantes a los beneficios de la sensibilidad de género crítica, creativa y centrada en África en todos los aspectos del curso. Esta es una contribución original de un erudito de la diáspora africana porque los académicos afroamericanos tienden a centrarse más en la diáspora y descuidan relativamente a África. Los eruditos africanos tienden a centrarse principalmente en las importantes luchas contra el racismo, mientras que descuidan relativamente el sexismo; y los eruditos africanos tienden a depender de teorías eurocéntricas mientras descuidan las contribuciones de otros africanos.

La Teoría Crítica de Raza vino de Kimberley Crenshaw y otros para avanzar los conocimientos más allá de los estudios jurídicos críticos que se centraban solo sobre la cuestión de clase al enfatizar la interseccionalidad de los problemas de raza-clase-género. Pero los defensores de la interseccionalidad rara vez aplican su teoría a las mujeres africanas de la manera en que Stuart Hall ejemplificó al basar su Teoría de Estudios Culturales de Articulación, Desarticulación y Rearticulación en la crítica del imperialismo- racismo-sexismo del apartheid. Las feministas occidentales tienden a evitar la necesidad de adoptar pensamientos antirracistas porque afirman que el racismo no es parte de sus experiencias de punto de vista, aunque no necesitan experimentar todas las formas de opresión antes de poder oponerse. Angela Davis advirtió que algunas de las feministas blancas estaban apoyando el uso de la violación como propaganda racista para la opresión de mujeres negras y hombres negros. Marxistas occidentales tendieron a centrarse exclusivamente en la lucha de clases trabajadoras pero desde la perspectiva de las mujeres africanas, será imposible ignorar el racismo y el sexismo al organizarse contra la pobreza. Aquí, Zerai demuestra lo que pierden académicos cuando las mujeres africanas son ignoradas por teóricos y activistas si se tiene en cuenta las inmensas contribuciones que las mujeres africanas han proporcionado al avance de la democracia y la innovación de las tecnologías de comunicación junto con sistemas indígenas de conocimiento.

El libro hace que la sensibilidad de género centrada en África de Zerai influya en los estudios de gobernanza y desarrollo como crítica del enfoque de ley y orden de los Indicadores Globales del Banco Mundial.

Zerai descartó tales indicadores centrados en los hombres por quedarse cortos al no tomar en serio la cuestión vital de la justicia social, sin la cual la efectividad de gobierno y la democracia comunicativa seguirían siendo exclusivas. A diferencia de la mayoría de los textos en African Studies, que tienden a ser históricos, biográficos, artísticos o sociológicos, este libro abre nuevos caminos al centrarse en el acceso a la tecnología comunicativa como un indicador de lo que Walter Rodney identificó como mayor libertad, capacidad y bienestar material que definen el desarrollo y su contrario indica el subdesarrollo de una sociedad por otra.

En el Modelo Zerai de uso de las TIC centrado en las mujeres, difusión de conocimiento y buena gobernanza, el acceso de las mujeres a los teléfonos celulares y la tecnología de Internet por cada 100 personas en la población se usa como la variable independiente con la que explicar los niveles de acceso de las mujeres a la educación, atención médica y matriculación escolar y con los que explicar rendición de cuentas en la gobernanza, la participación de las mujeres en el gobierno y la efectividad de gobernanza como variables dependientes La correlación entre las variables independientes y dependientes puede verse en el Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que muestra que los países africanos que invierten menos en el acceso de las mujeres a la educación tienden también a tener baja puntuación en el Índice de Desarrollo Humano en comparación con la puntaciones más altas en todo el Caribe. Es importante tener en cuenta que Zerai asocia las TIC con la producción y difusión de conocimiento y no solo para entretenimiento, especialmente porque es fácil que las TIC sean mal utilizadas para videojuegos, intimidación, estafas y para ver infinitas películas de Nollywood sin enfatizar los potenciales educativos, económicos y políticos. Zerai sugiere que es probable que las mujeres aprovechen mejor la ecología de las TIC en beneficio de toda la familia y toda la comunidad o todo el país.

En África, la narración de historias está dominada por mujeres que entretienen a sus hijos con cuentos populares a la luz de la luna para enseñarles la moral de su cultura. Los colonizadores europeos intentaron socavar la autoridad de las mujeres africanas al tratar de imponer un imperialismo patriarcal y racista que veía a las mujeres africanas como dependientes de los hombres, pero las mujeres africanas resistieron y desplegaron su conocimiento de tecnologías de comunicación para resistir su desempoderamiento. Así, las mujeres Igbo e Ibibio declararon la guerra al colonialismo en 1929 cuando los británicos intentaron imponerles jefes e impuestos sin representación. Se agruparon y quemaron las casas de los jefes y las tiendas de empresas comerciales multinacionales junto con los tribunales nativos. Docenas de mujeres desarmadas fueron asesinadas a tiros, pero se ganaron el derecho de no pagar impuestos sin representación y de no tener jefes coloniales. Las mujeres Abeokuta repitieron esta guerra en 1945 cuando depusieron a un jefe colonial que molestaba a las jóvenes con el pretexto de evaluarlas para impuestos. Las mujeres kikuyu libraron una lucha similar contra la imposición del trabajo forzoso a las mujeres y su explotación sexual que produjo embarazos no deseados cuando se vieron obligadas a viajar lejos para trabajar sin paga en vías de ferrocarriles. Las mujeres sudafricanas se levantaron contra las Leyes de Paso del Apartheid y decían que quienes golpeaban a mujeres golpeaban rocas. Finalmente, las mujeres liberianas se organizaron para «Pray the devil back to hell» a fin de poner término a la sangrienta guerra civil que los hombres usaron como excusa para violar y aterrorizar a las mujeres en su competición por el control de diamantes de sangre.

Biko Agozino

Fuente: Pambazuka News

[Traducción Jesús Esteibarlanda]

[Fundación Sur]

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