El largo viaje de la rumba: Congo, Cuba y España, por Afribuku

15/11/2012 | Bitácora africana

Autor Javier Mantecón.

Existen conceptos culturales presentes en diferentes puntos geográficos del mundo conectados de maneras inverosímiles que comparten sus raíces y sus motivaciones, su idiosincrasia y sus intenciones. La rumba es uno de ellos.

Podemos preguntar a cuatro individuos de cuatro puntos distintos del mundo qué significa para ellos la rumba, qué definición le etiquetarían, y los cuatro nos darían respuestas diferentes, aunque en la realidad estarían conectadas por un contexto histórico común de un pasado remoto que ya parece olvidado. Este contexto deberíamos encuadrarlo en la siguiente práctica socio-económica: el comercio triangular entre Europa, África y América.

El comercio triangular fue practicado por Europa durante más de tres siglos, partiendo del siglo XVI. Los reinos de Portugal y España buscaban nuevas rutas de comercio debido a la marginación y encasillamiento político y geográfico del primero y las necesidades económicas e inflacionistas del segundo. Este hecho sumado al bloqueo de las rutas terrestres y marítimas tradicionales hacia el Este por el Imperio Otomano, fuerza a estas dos potencias europeas a buscar nuevas rutas de comercio. España descubrirá América, Portugal bordeará África para establecer colonias comerciales que le permitan contactar con el comercio asiático en la India. Esta apertura geográfica mundial pronto será el inicio de una política colonizadora que tendrá como protagonistas también a otros reinos europeos, ávidos de materias primas a bajo coste. El establecimiento de enclaves coloniales europeos en la costa africana facilitará el contacto entre los nuevos colonizadores, aún no invasivos y las poblaciones indígenas.

Por otro lado, Europa encontró también en América un lugar más habitable en el que elaborar los productos que quería vender a sus propios habitantes. En América existían abundantes materias primas pero la mano de obra, ya interrelacionada por vínculos de parentesco durante los siglos anteriores de mestizaje no era tan eficiente y controlable como se buscaba. Las jefaturas africanas completaron la ecuación. Estas ofrecieron en venta a su población masculina, fuerte y manipulable que los europeos aceptaron de buena gana. El comercio triangular había nacido. La práctica comercial consistía en fletar barcos desde Europa con productos de baja calidad que intercambiaban por materias primas y ahora ya sí, esclavos, que se transportaban directamente a América en dónde trabajaban estas materias primas africanas y las americanas en condiciones inhumanas. Estas materias primas eran llevadas a Europa en dónde se vendían a su población por un precio mucho más elevado. Los restos de estos productos se trasladaban a África en dónde las jefaturas apreciaban esta nueva aunque barata y mal producida tecnología. La práctica comercial resultaba perfecta. No se desperdiciaba ninguna carga marítima y los precios de producción resultaban ínfimos respecto a las ganancias obtenidas que se veían nutridas por una venta residual en tierras africanas de los productos rechazados por la población europea.

Este tipo de comercio fue el eje fundacional de muchas de las potencias europeas, que en muchas ocasiones incluso colaboraban financiando una o dos partes del viaje teniendo en cuenta su posición ventajosa de colonizador según el área geográfica en el que se encontraran. Sólo la abolición de la esclavitud, ya a principios del siglo XX, significó la decadencia de este sistema, verdaderamente debilitado por la industrialización que convirtió a la mano de obra humana en algo prescindible.

El comercio de esclavos supuso un negocio que proporcionó pingües beneficios tanto para las naciones comerciantes como para las jefaturas vendedoras y para los explotadores americanos. Los esclavos africanos fueron, sin duda alguna, los grandes perdedores de esta práctica comercial que denigró sus derechos hasta límites inimaginables. La práctica de este comercio proporcionó grandes riquezas económicas a sus beneficiarios pero otros tipos de procesos culturales se estaban desarrollando paralelamente de manera completamente espontánea que marcarían el devenir de la música y la religión de las áreas afectadas.

Los expertos citan a la etnia africana gangá como introductora de la rumba en las Antillas. El origen exacto de este grupo étnico ha supuesto una gran controversia, aunque se considera generalmente como de origen bantú y del Congo, por lo que podríamos situarla en la vasta región del África Central.

Los esclavos viajaban sin posesiones materiales de las que eran despojados, pero si lo hicieron con su tradición cultural que pronto hizo mella en las culturas receptoras. Los esclavos trabajaban durante el día pero durante la noche continuaron realizando sus prácticas y ritos tradicionales. Estos ritos nocturnos se basaban en la música y la religión de tradición animista, mezcladas en una única liturgia inseparable que suponía la única vía de escape y la sola conexión con su tierra madre. Pronto los esclavistas, ya cristianizados en América, prohibieron estos ritos peligrosos y paganos a sus ojos. En muchas áreas americanas los instrumentos de percusión fueron prohibidos, ya que se relacionaban con la religión oscura e impía de los africanos. Éstos, ya despojados paulatinamente de su tradición religiosa animista tomaron los instrumentos que se les permitía tocar para desarrollar su música, entre ellos, la guitarra, que los españoles habían llevado a América durante esos siglos.

De esta fusión “bastarda” entre ritmos y bailes prohibidos africanos, las melodías americanas y la armonía europea, nació la rumba, cuyo origen se establece según muchos autores en el actual Congo y se configura en el Caribe como rumba caribeña a través del baile para desembarcar en Europa mutada una vez más continuando la ruta comercial que anteriormente apuntábamos. A esta rumba, al igual que a la guajira o la colombiana, el flamenco la definió como cante de “ida y vuelta”. Esta terminología ha quedado impresa en los musicólogos de todo el mundo que ya consideran no únicamente a la rumba, sino al reggae, la salsa, el highlife, el blues, el soul, el gospel o el calypso como estilos musicales de “ida y vuelta”. Esta rumba primero americanizada y posteriormente europeizada retorna una vez más a África a través del soukouss, estilo musical muy popular en todo el continente que hunde sus raíces en Europa, América y en su propia tradición pasada.

La tipología de la rumba varía pues dependiendo de su localización. En las tres áreas afectadas por la práctica del comercio triangular, el estilo ha evolucionado de manera distinta, pero siempre manteniendo sus patrones rítmicos basados en el compás del 4/4, su aceleración y su carácter festivo. En África hablamos del soukouss, de zouk o de benga, en América de colombianas, el guaguancó, el yantú e incluso el son, y en Europa de rumba flamenca, catalana y francesa. Un inabarcable número de artistas han practicado el estilo durante sus años de historia, su evolución ha permitido que los subgéneros nacidos a partir del mismo patron rítmico sean tan diversos y ricos que nos permitan disfrutar de la rumba en cada una de sus diferentes versiones.Podemos establecer una relación directa y compartida a través del ritmo de cada uno de estos estilos, aunque la rumba europea se haya mezclado más con propuestas de otros orígenes como el son, o con elementos locales como el flamenco.

El viaje de la rumba pues, se inicia en África Central como un baile de fertilidad, de allí, a través del esclavismo, se asienta en las Antillas para ser una vez más transportado a Europa habiendo adquirido su carácter melódico ya en América. Los fenómenos musicales actuales africanos del soukouss o el zouk se configuraron como una nueva mezcla de “ida y vuelta”, los ritmos contemporáneos africanos se unen a las melodías y patrones cubanos que desembarcan y se ponen de moda en África durante el periodo colonial, durante el cual los europeos buscaban reproducir el ocio y por tanto, la música, de la manera de vivir colonial que ya conocían, la americana.

La rumba pues, ya sea en África Central, en las Antillas o en el sur de Europa, es portadora de una historia, ya no sólo musical y cultural si no política, social y económica, reflejando y fosilizando un periodo histórico concreto, superándolo, manteniendo y haciendo crecer algo que ningún comercio de esclavos podrá nunca arrebatarle: el ritmo.

original en : Afribuku

Autor

  • afribuku

    Afribuku pretende hacer descubrir y reflexionar sobre manifestaciones culturales africanas contemporáneas de interés, divulgándolas a través de esta página y de las redes sociales. En África existen numerosas propuestas artísticas de excelente calidad que permanecen ocultas a los ojos del mundo. Es necesario que todos aquellos que creemos en una visión más realista y honesta de África tratemos de que la comunidad iberoamericana se familiarice y comience a disfrutar de la gran diversidad que ofrece este continente.

    @afribuku

Más artículos de afribuku