El ladrón de Pekín, por Rafael Muñoz Abad

26/01/2016 | Bitácora africana

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El manual de la descolonización se dictó bajo el paternalismo y el tutelaje económico de las ex metrópolis para con los pobres negritos concediéndoles un sillón en la ONU y un trapo a modo de bandera. La cara b fue crear heroicos padres de la independencia manejados desde París que aseguraran el suministro de materias primas y
salvaguardaran los intereses del hombre blanco en sus antiguas fincas africanas.

Neocolonialismo. Nada ha cambiado.

China desangra África sibilinamente. Su estrategia es la de un [mal] amante que lo quiere para ya. Baratijas y obra pública a cambio de cobre, petróleo y madera.

Construcción de autopistas, edificios y presas en un tiempo record. Los chinos traen sus ingenieros, el cemento y la maquinaria en su propia flota mercante. Todo queda en casa. Demanda asegurada. Una jugada perfecta ¿Y la mano de obra no cualificada?; negra. Abundante y barata; es el retorno de los faraones pero de ojos rasgados.

China no se inmiscuye en los asuntos internos de los africanos; no le interesan temas relacionados con la libertad de prensa o la corrupción estatal; se limita a una relación comercial altamente provechosa para su insaciable apetito de materias primas.

En contraposición tenemos la vieja escuela de la Françafique. Doctrina que sí busca influir en las decisiones internas de Gabón, Mali o Níger; y es que Francia no quiere perder su gran influencia en Africa. En pos de asegurarse las minas y los yacimientos se juega una intensa partida de ajedrez entre el ladrón de Pekín y el viejo gendarme galo.

Françafique vs chinafique.

Francia tiene fuertes intereses geoestratégicos en Africa; China, más allá de talar la jungla y agotar los yacimientos, ninguno. Juzguen ustedes qué relación es ya no más beneficiosa, si no menos dañina para los africanos y sus intereses. Ambas potencias esquilman los recursos naturales para su interés propio. Francia necesita el uranio de
Níger y el petróleo chadiano y, China, a cambio de arrasar el subsuelo, ofrece manufacturas simples pero accesibles al escuálido bolsillo africano. En otras palabras, les devuelve la madera “robada” en forma de muebles de cartón; todo queda en el banco
de Beijing…

CENTRO DE ESTUDIOS AFRICANOS DE LA ULL.

@Springbok1973

Autor

  • Muñoz Abad, Rafael

    Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

    @Springbok1973

    @CEAULL

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