La educación en África se enfrenta a la globalización y, por tanto, a un nuevo paradigma social que la hace más dependiente que nunca. Siendo un derecho fundamental consagrado en la Declaración Universal de Derechos Humanos, es también un motor de crecimiento económico. Varios estudios sobre las diferentes regiones del mundo en desarrollo han concluido que el crecimiento no puede lograrse de manera sostenida sin un impulso al capital humano. También destacan el impacto positivo que el gasto en educación tiene sobre la reducción de la pobreza y la desigualdad, la reducción de la vulnerabilidad, la participación en el desarrollo, el ejercicio de ciudadanía y el buen gobierno. Además del desarrollo económico, la educación es también un requisito para el desarrollo sostenible. Este artículo pretende resaltar la importancia de la educación en África para los problemas mundiales, y no establecer líneas de actuación política para los Estados.

En África, la educación es vista como la clave para generar un buen comportamiento en la sociedad y promover el respeto a la jerarquía. Con un marcado carácter colectivo, todo el tejido social actúa de forma global e integrada, haciendo que la educación tradicional tenga lugar en todas partes y en todo momento, en contextos tanto de trabajo como de ocio.

El triunfo del capitalismo, que favorece un desarrollo exacerbado de los medios de información y comunicación, tiene unas consecuencias dramáticas para África. Tanto el bajo nivel de desarrollo de África como las dinámicas y reglas de juego de la globalización condenan a 750 millones de africanos a un atraso despreciable: empobrecimiento masivo, altas tasas de analfabetismo, epidemias de enfermedades y diversas formas de violencia, incluidas las guerras civiles fratricidas.

En África tradicional, la educación la proporciona la familia, el clan o el linaje, estando fuertemente relacionada con los vínculos sociales. Con la colonización europea, la civilización occidental se impone generando importantes problemas en la sociedad africana. Hay un consenso entre casi todos los historiadores y sociólogos que estudian las sociedades africanas: la importación de modelos extranjeros desde la llegada de los europeos provocó un gran terremoto en los planos político, económico y social. Existen múltiples efectos de la dominación cultural de franceses y británicos en sus excolonias: la degeneración de los idiomas locales por los idiomas de las metrópolis, la existencia de nuevas relaciones sociales, el descubrimiento de nuevas formas de sexualidad a través de la literatura audiovisual y pornográfica, el abandono de la vestimenta tradicional, el blanqueamiento de la piel, ignorando las consecuencias nocivas de esta práctica, y la proliferación de la música africana moderna vendida por músicos que valoran el sexo y el dinero.

Después de los estragos del colonialismo, la globalización se encarga de deconstruir y reconstruir los estados africanos para promover la libre circulación de capitales, bienes y tecnología. Por eso, África está inundada por la escritura, la imagen y el sonido de productos culturales procedentes de Occidente, potenciando el alcance destructivo de la invasión cultural que parece incapaz de enfrentar. Sería de otra forma si estos productos culturales tuvieran un contenido más educativo y enriquecedor, en vez de resaltar los instintos más bajos del hombre. No obstante, cada producto cultural refleja una visión del mundo, unos valores, creencias y comportamientos que pueden condicionar y cambiar las actitudes del “consumidor”.

Toda dominación política duradera, así como la resistencia a la dominación, se construyeron primero sobre la base cultural. En su dinámica actual, la globalización está oprimiendo el cuerpo y alma de África debido al retraso en materia de educación. Por tanto, África debe forjar una nueva mentalidad que promueva la responsabilidad por África desde una apreciación propia. Necesita movilizar más fondos para desarrollar armoniosamente su sistema educativo, introducir más idiomas nacionales en los currículos y buscar promover la investigación como catalizador del avance económico. De esta forma se podrá reposicionar favorablemente en la globalización. Existen alternativas que requieren una fuerte expresión de la voluntad política de los Estados y la conciencia de su responsabilidad de la lucha por una globalización justa y del progreso social que respeta las identidades nacionales.

Wilfried Koikson

Referencias:

• Essé Amouzou, L’impact de la culture occidentale sur les cultures africaines, L’Harmattan, Paris, 2009, 190p.
• Anthony Stephanie, Civilisation (niveau débutant), CLE International. Deslandres, Paris: (2003).
• Simeon Olayiwola, Initiation à la culture et civilisation Françaises etFrancophones. Agoro publicity company. (2005) (2ème édition).
• Source photo: Serigne Diagne.
  

Fuente: L’Afrique des Idées

[Traducción y edición, Ana María Martín Calderón]

[Fundación Sur]

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