El feminismo y la lucha panafricana: Desde Anna J. Cooper hasta Addie W.Hunton (parte 1/4)

20/06/2017 | Opinión


Las mujeres han tenido un papel fundamental en la creación del movimiento panafricano y en las luchas de liberación nacional. En el continente africano, las mujeres estuvieron al frente de la movilización colectiva, la educación política, la lucha armada y la reconstrucción nacional del movimiento independentista. En los EEUU, muchas mujeres propiciaron el resurgimiento de la lucha por los derechos civiles de la población negra.

En la década de 1880, la institucionalización de la opresión nacional y explotación económica de las personas de ascendencia africana posterior a la esclavitud ya estaba muy desarrollada.

Si bien entre 1862 y 1875 se decretaron una serie de órdenes presidenciales, enmiendas constitucionales y medidas legislativas con el fin de demoler el marco legal que sostenía la esclavitud de las personas africanas, estas acciones fueron restringidas por los afianzados intereses de los plantadores sureños derrotados en la guerra y los emergentes industrialistas norteños. Estas dos facciones constituían la clase dominante de EEUU y entre 1861 y 1865 mantuvieron una lucha encarnizada por el control del sistema económico que determinaría el futuro de las décadas restantes del siglo XIX.

El presidente Abraham Lincoln, asesinado al final de la Guerra Civil en abril de 1865, no tenía un plan definitivo para reconstruir una democracia republicana que tuviera en cuenta las personas africanas. La Proclamación de Emancipación fue básicamente un documento de guerra ideado para debilitar la base política y económica de los estados del sur y sus intentos de secesión para preservar la esclavitud como un sistema de explotación, opresión y contención social.

La Decimotercera Enmienda de la Constitución, instaurada en 1865, declaró que la esclavitud involuntaria quedaba prohibida a no ser que se impusiera a personas encarceladas. Aun así, la clase de los plantadores de los estados confederados readmitidos impuso leyes estatales que mantenían la esclavitud a base de la criminalización y encarcelación masiva de la fuerza de trabajo africana.

En 1868, el Congreso instauró la Decimocuarta Enmienda, que supuestamente concedía a los africanos el derecho a solicitar la ciudadanía, un trato igualitario por parte del sistema legal y el acceso a instalaciones públicas. Más tarde, en 1870, se redactó e instauró la Decimoquinta Enmienda, que garantizaba el derecho a voto a los hombres africanos y la posibilidad de ejercer cargos públicos.

En un sentido amplio, se empezaron a perder los logros alcanzados por la Reconstrucción Federal tras las elecciones de 1876, cuando una división del electorado hizo necesario el Compromiso entre Hayes y Tilden. Se permitió que el candidato del Partido Republicano, Rutherford B. Jayes, ejerciera la presidencia a cambio de que se retiraran las tropas federales del sur.

En consecuencia, se llevó a cabo un proceso de vuelta a la esclavitud a lo largo de la década de 1880 hasta el inicio del siglo XX. Los africanos resistieron la imposición de los códigos negros y otras formas pseudo legales de dominación racial. En respuesta, los blancos establecieron campos de trabajo a través de la administración penal y métodos extrajudiciales como sanciones económicas y linchamientos.

Los aportes filosóficos y educativos de las mujeres afroamericanas

Se sabe que Anna Julia Haywood nació esclava el 10 de agosto de 1858, en Raleigh, Carolina del Norte. Su madre, Hannah Stanley Haywood era una mujer africana. La identidad de su padre nunca se supo por culpa del legado de la esclavitud y la explotación de mujeres africanas. Muchos blancos que poseían esclavos, hombres de familia y sus empleados abusaban sexualmente y explotaban continuamente a las mujeres africanas. Con frecuencia los agresores negaban la paternidad de su descendencia con estas mujeres. Los hijos de mujeres africanas fueron sometidos al mismo nivel de discriminación y represión que los que no tenían ascendencia mixta.

Se dice que la madre de Anna J. Haywood fue analfabeta y que por eso animó a su hija a tener una educación. A los 9 años Haywwod asistía al St. Augustine´s College, una institución ideada para exesclavos africanos, donde estudió matemáticas, griego y filosofía. Superó barreras de género y persistió en dominar áreas reservadas exclusivamente para hombres.

Los logros académicos de Haywood le proporcionaron un puesto como profesora en la institución. Más tarde se casó con otro docente llamado George Cooper, un profesor de griego que fue el segundo afroamericano en ser nombrado ministro episcopal en Carolina del Norte. Haywood abandonó la enseñanza durante dos años hasta que su marido falleció inesperadamente.

Anna J. Cooper continuó su desarrollo académico en el Oberlin College de Ohio, donde se licenció en matemáticas en 1884. Tres años después, en 1887, completó un máster y volvió a enseñar matemáticas, griego, latín y ciencias. También se convirtió en una prestigiosa oradora.

Fue en 1892 cuando Cooper escribió su obra seminal, A Voice from the South: By a Black Woman of the South (Una voz del sur: por una Mujer Negra del Sur»). El libro se considera un hito en la filosofía social y política de las mujeres africanas.

La tesis de esta obra sostenía que las mujeres afroamericanas son perfectamente capaces de alcanzar altos niveles de educación. Y además, la educación de las mujeres y su participación en la vida pública supondrían un aporte monumental, no solo para las comunidades afroamericanas sino para toda la sociedad estadounidense. La liberación y aprovechamiento del intelecto femenino transformaría el transcurso de la historia, lo que llevaría a un mayor conocimiento de los potenciales humanos.

Un capitulo de este libro titulado, Educación superior para las mujeres, dice lo siguiente:

«Sostengo que es la prevalencia de una educación superior para las mujeres, hacer que sea un hecho común de cada día que las mujeres razonen, piensen y expresen sus opiniones, la formación y estímulo que permite y anima a las mujeres a proporcionarle al mundo tanto el pan que necesita como el azúcar que desea; en resumen, es transmitir la fuerza potencial de su alma a los factores dinámicos que han dado simetría y plenitud a las instituciones del mundo. Si tan solo llegaran a unirse la compasión, y lo que enseña, y la verdad; que la justicia o la virtud, el ideal del hombre, y la paz, su necesaria “otra mitad”, llegaran a besarse» (Cooper, p.57)

Sin embargo, la cuestión de la mujer en los EEUU está unida a los problemas de racismo y opresión nacional. Las mujeres afroamericanas sufren discriminación tanto por su origen nacional como por su género y clase social.

Cooper hace una conjetura sobre el problema de la opresión racial en «Una Voz del Sur»:

«No podemos negar, entonces, que los EEUU tienen un problema racial. Es una garantía de la perpetuidad y progreso de sus instituciones y asegura la amplitud de su cultura y la simetría de su desarrollo. Más que nada, no despreciemos el factor del problema en el que el negro está designado a contribuir. Los EEUU necesitan al negro como contrapeso. Su calidez tropical y emotividad espontánea complementan al frio y calculador anglosajón. Y así, su instinto por la ley y el orden, su respeto nato por la autoridad, su ineptitud para la rebelión y la anarquía, su bondad y entusiasmo como trabajador y su enraizada fé en Dios serán elementos inestimable en una nación como los EEUU, amenazada por la anarquía, socialismo, comunismo y escepticismo originados por los presos de origen europeo y asiático. Como el Dr. Crummell, creo que «el Todopoderoso no preserva, rescata y construye un pueblo manso para fines innobles». Y un historiador de la civilización estadounidense congratularía que este país tiene un problema racial y que los descendientes de la raza negra han facilitado uno de sus mayores factores». (pp.173-4)

Tras este trabajo preliminar, Cooper pasó a tener una participación mayor en la situación internacional al asistir al Congreso Mundial de Mujeres Portavoces (World Congress of Representative Women) en mayo de 1893. El congreso se celebró junto a la Exposición Mundial de Columbia (la Feria Mundial de Chicago). Se celebraron 81 reuniones sobre las condiciones de la mujer, en las que hablaron 500 mujeres de 27 países diferentes.

Este Congreso Mundial de Mujeres Portavoces fue organizado, financiado y publicitado por la sección femenina del World´s Congress Auxiliary. Esta sección del grupo de Chicago estaba dirigida por la presidenta del Women´s Auxiliary, Bertha Honore Palmer, la mujer de un adinerado comerciante de Chicago, Potter Palmer. La sección de hombres llevaba 17 departamentos y organizó más de 100 paneles, incluyendo discusiones sobre asuntos políticos, sociales y técnicos. La división de mujeres organizó una fase del congreso. De todas las actividades organizadas por hombres en la Exposición Mundial de Columbia, el Congreso Mundial de Mujeres Portavoces fue la que obtuvo la mayor asistencia.

Un número de mujeres afroamericanas destacables presentaron ponencias en el Congreso Mundial de Mujeres Portavoces, como Hallie Quinn Brown, que nació en Pittsburg en 1849, de padres africanos libres. Obtuvo una licenciatura en la Wilberforce University de Ohio. Más tarde, Brown trabajó como profesora y administradora en la Allen University de Carolina del Sur y en el Tuskegee Institute de Alabama. Luego llegó a ser profesora en Wilberforce.

Brown fue una fuerza motriz en la creación de la Asociación Nacional de Clubs de Mujeres de Color (National Association of Colored Women´s Clubs). La organización surgió de una fusión de otros grupos similares interesados en el sufragio femenino, y el fin de los linchamientos y la opresión racial.

Otra participante fue Fannie Barrier Williams, nacida en 1855 en el estado de Nueva York. Barrier Williams se licenció en el Brockport College, un departamento del State University. A pesar de sus logros académicos para esa época, estuvo sometida a una fuerte discriminación racial.

Barrier Williams fue una promotora del avance social y político afroamericano a través de activismo comunitario, éxito profesional y la obtención del voto femenino. Se casó con S. Laing Williams, un abogado, y más tarde se establecieron en la ciudad de Chicago.

En el Congreso Mundial de Mujeres Portavoces, Williams expuso una ponencia titulada El Progreso Intelectual de las Mujeres de Color en los Estados Unidos desde la Proclamación de Emancipación. También presentó su ensayo ¿Qué Puede Hacer la Religión para Mejorar la Condición del Negro Americano? al Parlamento Mundial de Religiones.

En su presentación al Parlamento Mundial de Religiones, denunció la segregación de las iglesias y habló de la capacidad de las instituciones religiosas para propiciar el cambio en la sociedad estadounidense.

Fue cofundadora de la Asociación Nacional de Mujeres de Color, que con el tiempo pasaría a ser la Asociación Nacional de Clubs de Mujeres de Color.

También habló en el congreso Fanny Jackson Coppin. Nació en la esclavitud en 1837 en Washinton, D.C y asistió al Oberlin College, donde se convirtió en maestra. Más tarde fue contratada como profesora en Philadelphia, donde enseñó griego, latín y matemáticas.

Otra mujer afroamericana que habló en el Congreso Mundial de 1893 fue Sarah Jane Woodson Early. Nació como africana libre en 1825 en Ohio, donde se habían asentado sus padres tras ser liberados de la esclavitud. Se educó en el Oberlin College y más tarde enseñó en Wilberforce, convirtiéndose en la primera persona africana en enseñar en una Historically Black College (Universidad para personas de color).

La ponencia que Woodson Early expuso en el congreso de Chicago se tituló Los Esfuerzos organizados de las mujeres de color en el sur para mejorar su condición. Entre 1888 y 1892, Early ostentó el cargo superintendente nacional de la sección afroamericana de la Unión de Mujeres Cristianas de Temperance. Dió más de 100 conferencias en cinco estados. La oradora escribió un resumen biográfico de la vida de su marido, centrándose en su liberación de la esclavitud, como contribución a una serie de escritos publicados al finalizar la Guerra Civil.

Una de las ponencias más notables expuesta en el Congreso Mundial de Mujeres Portavoces fue la de Frances E.W. Harper, titulada El futuro político de la mujer. Nacida en 1825 en Baltimore, Harper fue una poeta cuya obra se publicó incluso durante la esclavitud anterior a la guerra. Nació como africana libre, pero siguió una carrera de fomento a la abolición de la esclavitud involuntaria y al sufragio femenino.

Su discurso fue orientativo para algunas dentro del movimiento femenino, incluido algunas afroamericanas que también hablaron a favor de la necesidad de alfabetización como requisito para tener acceso al voto. También fue una oficial en la Unión de Mujeres Cristianas de Temperance. El concepto de alfabetización y el derecho al voto se volvió muy controvertido durante las siguientes décadas del siglo XX, ya que era un mecanismo utilizado para negarle el voto a millones de afroamericanos en el sur.

Abayomi Azikiwe

Fuente: Pambazuka News

[Traducción, Eduardo Ruiz Ferrero]

[Fundación Sur]


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Autores

  • Abayomi Azikiwe

    Coordinador en Detroit del Workers World Party y editor del Pan-African News Wire, un servicio de prensa electrónica internacional diseñado para fomentar el debate sobre los asuntos que conciernen a los pueblos africanos en todo el continente y de forma global. La agencia de prensa fue fundada en enero de 1998. Entre 2007 y 2008 fue presidente de la directiva de la Coalición de Michigan por los Derechos Humanos.

    Azikiwe ha publicado numerosos artículos, panfletos y libros sobre asuntos africanos, además de trabajar como consultor para varias redes de noticias de televisión por satélite en todo el mundo. Ha viajado extensamente por África realizando investigaciones de campo sobre economía política e historia.

    @panafnewswire

    https://www.facebook.com/panafricannewswire

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