El ex jefe de la IAEA infunde energía en la política de Egipto

15/01/2010 | Crónicas y reportajes

El antiguo jefe de la Agencia de la Energía Nuclear de la ONU aún debe regresar a su país natal, Egipto, después de casi un cuarto de siglo dirigiendo los programas atómicos del mundo, pero el ganador del premio nobel de la paz de 2005 ya ha creado la mayor conmoción política en su tierra natal desde hace muchos años, al insinuar que podría dar un giro a su carrera para dedicarse a la política.

Mohamed El Baradei puede arrepentirse un día de haberse metido en la política de Egipto, donde los retos al régimen han sido pocos y rápidamente resueltos, pero su movimiento ha infundido un soplo fresco de esperanza en la estancada atmósfera política del país.

Egipto ha sido gobernado durante casi 30 años por Hosni Mubarak, que ahora tiene 81 años, que parece estar intentando establecer una dinastía política arreglando a su hijo para sucederle.

Respetado por todo el mundo e intacto por la corrupción que mancilla a la mayor parte del régimen en Egipto, El Baradei bien podría ser el líder de la oposición más creíble de la historia reciente para emerger en este país aliado de Estados Unidos.

Excepto porque las oportunidades de El Baradei para que ni siquiera se le permita presentarse a las elecciones presidenciales de 2011 son escasas, gracias a una serie de reformas constitucionales que aprobó el gobierno en 2005 y 2007, que prácticamente limitan las candidaturas a los altos cargos del partido en el gobierno, o unos cuantos partidos de la oposición elegidos, oficialmente sancionados.

Incluso si se presenta, se enfrentaría a un candidato del partido en el gobierno respaldado por los enormes recursos del gobierno y que disfrutará del apoyo de las agencias de seguridad, los actores más poderosos en las elecciones egipcias.

“Pero la frustración dentro de Egipto es tal que una figura así podría inspirar un verdadero sentido de la oposición, incluso si tales sentimientos fueran en un primer momento un rechazo al status quo”, afirma el analista egipcio – americano Michael W. Hanna, de la fundación Century, en Nueva york, “él es una figura muy convincente”.

No se espera que El Baradei regrese a su país desde Viena hasta dentro de un mes, pero en una carta abierta, respondiendo a la campaña lanzada por los jóvenes egipcios pidiéndole que se presente para presidente, dice que sólo se presentaría si hubiese garantías de que las elecciones sean libres, totalmente supervisadas por la judicatura y controladas por la comunidad internacional.

El Baradei también quiere que la constitución reformada retire las restricciones sobre quién puede presentarse y quién no.

“Lo que yo quiero es que Egipto se convierta en una nación democrática… mis palabras no están motivadas por un deseo personal, sino por la firme convicción de que el pueblo de Egipto se merece algo diez veces mejor de lo que tiene”, declaró en el diario independiente al – Shorouk, en una entrevista en diciembre.

El autoritario gobernante de Egipto durante 28 años, Mubarak no ha nombrado a un sucesor y nunca ha tenido un vicepresidente, desde que llegó al poder, en 1981. Su hijo Gamal es la figura más dominante en el partido del gobierno, el Partido Nacional Democrático, y todo el mundo espera que suceda a su padre, algo que no necesariamente apoyan todos los egipcios.

La incertidumbre que rodea la sucesión, según los analistas, supone una amenaza a la estabilidad de este aliado de Estados Unidos, dado el creciente descontento popular por el desempleo, la subida de los precios, la corrupción y el dominio del país por parte de las Agencias de Seguridad y de una camarilla de empresarios y políticos ligados al régimen.

Es en este potencialmente explosivo escenario donde el anuncio, el mes pasado, por parte de El Baradei, de 67 años, de que se metería en política ha revolucionado Egipto, dominando los debates de la televisión, inspirando miles de post en internet y ocupando las portadas de todos los periódicos.

Pero algunos comentaristas dicen que El Baradei, con su voz suave, podría ser de más utilidad para Egipto si no intentase llegar a la presidencia, y se centrase en crear un movimiento popular para presionar por las reformas.

“Entrar en la arena política es un comienzo erróneo”, advertía Abdel Azeem Hamad, el director del diario al Shorouk, a El Baradei en un reciente artículo, sugiriendo que podría presentarse para el parlamento en las elecciones generales del próximo año.

Pero, elija lo que elija, el ex jefe de la IAEA, licenciado en derecho por la universidad de El Cairo y la de Nueva York, ya ha entrado en el ring y se enfrentará a los oponentes que han competido en el pasado sin piedad.

Eso quedó claro poco después de que la carta abierta de El Baradei fuera publicada el mes pasado.

Su crítica al régimen de Mubarak y su petición de reformas atrajo inmediatamente reproches de la prensa controlada por el gobierno.

En una serie de artículos, fue calificado de hazmerreír americano, culpado por la invasión de Irak en 2003 y acusado de saber muy poco de Egipto, debido a los muchos años que lleva fuera.

El Baradei no tiene que mirar muy lejos hacia atrás en el tiempo para encontrar ejemplos de lo que el régimen puede hacer a sus enemigos.

El líder de la oposición Ayman Nour, el principal rival de Mubarak en las elecciones presidenciales de 2005, fue encarcelado durante casi cuatro años por cargos de falsificación, que según sus seguidores eran una invención.

Respaldado por las leyes de emergencia que están en vigor desde hace casi tres décadas, el régimen, frecuentemente, encarcela a periodistas, activistas pro reforma y políticos de la oposición.

Puede que no sea fácil para el régimen tratar a El Baradei de la misma manera, dado el respeto que se ha ganado por liderar la Agencia Internacional de la Energía Atómica, durante tiempos difíciles. Pero el régimen de Mubarak es conocido por no andarse con chiquitas tampoco.

El impulso, en cualquier caso, está del lado de El Baradei.

Algunos comentaristas dicen que podría ser el salvador del país, liberando a sus 80 millones de personas de políticas generalmente vistas como a favor de los ricos y contra los pobres. Otros dicen que podría obligar a Mubarak, o a su sucesor, a introducir verdaderas reformas.

Adel Hammouda, un destacado columnista y director del semanal independiente Al Fagr, dice que los ataques a El Baradei en la prensa controlada por el gobierno sugieren que el régimen se empieza a asustar, pero también señala que la amenaza de El Baradei reside en su énfasis sobre las reformas más que en su búsqueda de poder.

“Todo lo que él persigue es ser como Gandhi, el padre de la revolución pacífica, que no tiene interés en el poder, pero es capaz de incitar al enfado”, escribió.

Hamza Hendawi

Publicado en IOL, Suráfrica, el 14 de enero de 2010.

Traducido por Rosa Moro, de Fundación Sur.

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