El estancamiento de la crisis de Madagascar cada día produce más desempleo

23/03/2010 | Crónicas y reportajes

Un año después del derrocamiento del presidente de Madagascar, la isla del Océano Índico se enfrenta a duras penas políticas y sanciones económicas que están hundiendo a miles de personas en la pobreza.
Una desértica fábrica de ropa en la capital Antananarivo es una de las víctimas recientes del forzoso cambio de poder que provocó que los Estados Unidos pusiera fin a una serie de medidas que permitían a algunos países africanos el acceso preferente a sus mercados.

Desde que EEUU suspendió el AGOA (Acta de Crecimiento y Oportunidades para África), en diciembre, el director de la fábrica, Richard Hurnungee ha luchado por liquidar la planta Cosmos. “Nuestros clientes nos dieron la espalda así como el director general y el financiero”, dice amargamente Hurnungee, refiriéndose a la marca alemana, Adidas.

Sala de juntas vacía

“Me quedé yo solo en Madagascar para hacer la liquidación”, añade, sentado en una sala de juntas vacía, con un montón de sus archivos y un portátil ante él.

A finales de enero, una llamada de teléfono de los propietarios de la firma de Hong Kong ordenó que se detuviese la producción de miles de artículos de ropa de Adidas y la inmediata liquidación.

En su momento más álgido, Cosmos producía entre 450.000 y 500.000 piezas de ropa deportiva de Adidas al mes.

Madagascar ha estado en crisis política desde el 17 de marzo de 2009, cuando el alcalde de Antananarivo, Andry Rajoelina, se hizo con el poder con el respaldo del ejército.

Los bloques regionales, la Unión Africana y la Comunidad de Desarrollo del África Austral, SADC, suspendieron al país como miembro, mientras que Washington detuvo la ayuda humanitaria a la vasta isla del Océano Índico, después del golpe.

Prohibiciones de viaje

Hace una semana, la Unión Africana fue más allá e impuso prohibiciones de viaje y sanciones económicas sobre Rajoelina y decenas de sus seguidores, que desafiaron a la directiva de la UA para aplicar los acuerdos destinados a terminar con el prolongado estancamiento.

Este mes, los 1.750 empleados de Cosmos se presentaron en la fábrica cerrada para que les pagasen unos míseros 45.000 ariarys, [unos 15 euros], la mitad de su salario mensual, lo que desató el enfado de los que esperaban más dinero.

“Nuestro caso está en los tribunales. Los acreedores han congelado nuestros activos”, explica Hurnungee.

El jefe de producción, Parvez Jamdaty, dice que tienen que esperar “a ver si podemos vender lo que hemos producido o las máquinas”.

Cerca de 30 fábricas que funcionaban bajo los planes AGOA se han visto afectadas por la suspensión y casi 20.000 personas se han quedado sin trabajo. “No espero que AGOA vuelva a Madagascar”, explica Jamdaty. El programa de AGOA iba a terminar en 2015.

Junto a Madagascar, Guinea Conakry y Níger también han visto suspendido el acceso preferente al mercado norteamericano, por ignorar la democracia.

Hasta el año pasado, Madagascar era uno de los mayores exportadores de textil a los Estados Unidos, con ventas por valor de 250 millones de dólares, y el sector empleaba a al menos 50.000 trabajadores directamente.

En noviembre, el hombre fuerte de Madagascar, Rajoelina, firmó un acuerdo de reparto de poder con sus rivales políticos para terminar con la inestabilidad, pero después no cumplió el acuerdo.

Madagascar es uno de los países más pobres del mundo, donde tres cuartas partes de la población viven con menos de dos dólares al día.

(Mail & Guardian, Suráfrica, 23-03-10)

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