El doble viaje africano de “El pequeño ruiseñor”, por Afribuku

8/01/2014 | Bitácora africana

Más de uno no dará crédito con el título de este artículo, pero sí, Joselito, uno de los iconos culturales más populares del franquismo, tuvo una controvertida relación con el continente africano en dos períodos de su vida. Dos momentos de plena decadencia de su carrera que coincidieron con los últimos coletazos del colonialismo portugués en Angola y Mozambique.

La película El pequeño ruiseñor (1956), título que le serviría de apodo durante el resto de su carrera, lanzó a la fama a un niño de trece años que parecía tener siete u ocho años por padecer cierto retraso en su crecimiento. Era la época de los niños prodigiosos, Pablito Calvo había debutado un año antes con “Marcelino, pan y vino” y quedaría desplazado rápidamente por la voz cristalina de Joselito. Posteriormente llegaría el fenómeno Marisol y algo más tarde la tímida incursión infantil en el cine de Ana Belén. La España de la posguerra, caracterizada por un fuerte sentimiento de pesimismo, trataba de consolarse de alguna manera con las historias cinematográficas de huérfanos y viudas. El fenómeno Joselito traspasó las fronteras españolas y logró un alcance a nivel internacional sin precedentes: sus películas, coplas y fandangos eran emisiones de éxito garantizado en las televisiones, radios y cines de países como México, Argentina, Alemania, Francia o Portugal. Incluso llegaría a cantar para personalidades tan influyentes en la época como Frank Sinatra, Fidel Castro, Ernesto Che Guevara o el papa Juan XXIII.

A mediados de los años 60, Joselito acusó el paso a la edad adulta con un cambio de voz que no favorecía para nada a un timbre tan característico como el suyo, y su carrera entró en decadencia. Aun así su trayectora continuó adelante y en1965 presentó el filme Loca Juventud nada menos que en Angola y Mozambique, territorios que a la sazón eran conocidos como “provincias de ultramar” portuguesas. En la década de los 60, Portugal pretendía justificar su presencia en África ofreciendo una imagen de Estado multirracial y multicultural, y en las radios de estos países se intercalaban temas de creación local con otros procedentes de la metrópolis. Joselito era uno de los artistas de mayor calado en Portugal, con lo cual su voz también se hizo muy popular en las colonias africanas. Levantó una gran expectación en su gira africana y llenaría los teatros principales de Luanda y Lourenço Marques, antiguo nombre de la actual capital, Maputo. En los años 50 y 60 la filmografía de Joselito ocupó la cartelera de los cines más importantes de estas ciudades y canciones como Campanera o Malagueña salerosa alcanzaron una gran popularidad. Curiosamente, aparecieron algunos imitadores africanos del “El pequeño ruiseñor” como Armando Ferreira, niño al que se conocía popularmente como O Joselito moçambicano.

No obstante, el lazo de “El pequeño ruiseñor” con África iría mucho más allá y no se quedaría como una simple anécdota. En 1969 grabó su última película, Prisionero en la ciudad, que sufrió el rechazo por parte del público y de los empresarios que lo habían mimado durante más de una década. Joselito no pudo soportar que de la noche a la mañana ya no le interesase a nadie su trabajo y se vio en la necesidad de huir de España y de su pasado como artista. Se puso en contacto con una distribuidora portuguesa y le pidió al director de la compañía que le ayudase a escapar a Angola, país que se encontraba en plena guerra de la independencia. Allí permaneció nada menos que ocho años tratando de alejarse de los fantasmas del pasado. Al tiempo, la policía angoleña lo acusaría de trabajar como mercenario para el Gobierno portugués y lo detendría por tráfico de armas, hecho que él mismo ha desmentido en varias apariciones televisivas. Este tipo de negocios turbios lo forzaron a abandonar África definitivamente y volver a España años después. De ahí en adelante el futuro no se perfilaría como hubiese deseado. Terminaría entre rejas por tráfico de drogas y posteriormente sería el objeto del sensacionalismo de algunos de los programas de mayor éxito de la televisión o acabaría protagonizando Torrente 4.

Estos acontecimientos han empañado la carrera de un personaje que merece cuanto menos el respeto del público por su significado dentro de la música española de la posguerra. La llegada de la televisión a los hogares de medio mundo y la fuerza del cine en la época facilitaron que se convirtiera en toda una estrella a nivel internacional. La colonización portuguesa en África favoreció la difusión de la música de Joselito en sus antiguas colonias, hecho que actualmente se traduce en que muchos angoleños y mozambiqueños recuerden algunas de sus canciones. De hecho, no deja de sorprender que incluso hoy en día al encender Radio Moçambique esperando escuchar los acordes de una marrabenta, podamos oír de repente al pequeño ruiseñor cantándolas melodías que llegaron a encandilar a medio mundo.

Video Entrevista: Joselito «No soy un mercenario»

Original en : Afribuku

Autor

  • afribuku

    Afribuku pretende hacer descubrir y reflexionar sobre manifestaciones culturales africanas contemporáneas de interés, divulgándolas a través de esta página y de las redes sociales. En África existen numerosas propuestas artísticas de excelente calidad que permanecen ocultas a los ojos del mundo. Es necesario que todos aquellos que creemos en una visión más realista y honesta de África tratemos de que la comunidad iberoamericana se familiarice y comience a disfrutar de la gran diversidad que ofrece este continente.

    @afribuku

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