El dilema de los sistemas financieros islámicos: ¿para bien o para mal?

5/02/2007 | Opinión

En el altamente competitivo mundo financiero y de los negocios de hoy, los sistemas financieros islámicos están experimentando un crecimiento sin precedentes. Sin embargo, muchos eruditos, investigadores y académicos están acusando al sistema de crear confusión. Cuestiones como la participación de la banca islámica en los mercados bursátiles, la hipoteca y la total operatoria de los sistemas financieros islámicos, particularmente en las sociedades occidentales, tienden a crear un considerable dilema entre las partes interesadas.

Expertos financieros, económicos y de negocios tienen diversos criterios respecto a la cuestión. Interpretar el sistema como «interést free» tiende a crear confusión. Por ello necesitamos entender los fundamentos.
Históricamente, las finanzas islámicas fueron practicadas en el mundo musulmán a lo largo de la Edad Media, fomentando el comercio y las actividades económicas con el desarrollo del crédito. Los comerciantes islámicos fueron intermediarios imprescindibles para el comercio. De hecho, muchos conceptos, técnicas, e instrumentos de las finanzas islámicas fueron después adoptados por financieros y hombres de negocios europeos.

El término «sistema financiero islámico» apareció a mediados de los años ochenta coincidiendo con los excesos de cuenta corriente de los países islámicos por exportación de petróleo. Pero su continuado crecimiento por la utilización de los ingresos del petróleo refleja la influencia de otros factores, tales como la búsqueda de sistemas sociopolíticos y económicos basados en principios islámicos y en una más fuerte identidad islámica. Factores tales como la introducción de amplias reformas macroeconómicas y estructurales – en sistemas financieros -, la liberalización de los movimientos de capital, la privatización, y la integración global de mercados financieros permitieron la extensión de las finanzas islámicas.

En resumen, las finanzas islámicas siguen la Sharia, donde todas las formas de interés están prohibidas. Con la Sharia, el reparto del riesgo es importante. Hacer dinero de dinero, tal como cobrar interés, es usura y por tanto no está permitido. En la banca islámica, el cliente y el banco reparten el riesgo de cualquier inversión en términos contractuales, y dividen entre ellos cualesquiera beneficios. La riqueza se debe generar solamente con inversión en activos y comercio legítimos. Pero la inversión en compañías implicadas con el alcohol, el juego, el tabaco y la pornografía está terminantemente fuera de los límites.

Las categorías principales dentro de las finanzas islámicas son: Ijara, Ijara-wa-iqtina, Mudaraba, Murabaha y Musharaka.

Ijara es un acuerdo de leasing por el que el banco compra un artículo para un cliente y después se lo arrienda por un período de tiempo determinado.

Ijara-wa-Iqtina es un contrato similar, excepto que el cliente puede comprar el artículo al fin del contrato.

Mudaraba ofrece la inversión especializada de un experto financiero en la cual el banco y el cliente comparten cualquier beneficio. Los clientes se arriesgan a perder su dinero si la inversión fracasa, y el banco no cargará honorarios de dirección a menos que exista un beneficio.

Murabaha es una forma de crédito que permite a los clientes hacer una compra sin tener que soportar el interés de un préstamo. El banco compra un artículo y después se lo vende al cliente sobre una base diferida.

Musharaka es una sociedad de inversión en la cual la distribución de beneficios se conviene por adelantado, y las pérdidas reducen la cantidad invertida.

De una parte, el sistema sólo puede apreciarse completamente en el contexto de las enseñanzas del Islam sobre la ética del trabajo, la distribución de la riqueza, la justicia social y económica y el papel del estado. Además de centrarse en los aspectos económicos y financieros de las transacciones, el sistema islámico pone igual énfasis en las dimensiones éticas, morales, sociales, y religiosas, para realzar igualdad e imparcialidad en bien de la sociedad en su conjunto.

Los sistemas financieros islámicos animan a compartir el riesgo, promueven el espíritu emprendedor, desalientan la conducta especulativa, y enfatizan la santidad en los contratos. Prohíben el pago y el cobro de cualquier índice de retorno garantizado predeterminado, cerrando así la puerta al concepto del interés y al uso de instrumentos basados en la deuda.

De un sistema financiero islámico se puede esperar que sea estable debido a la eliminación de la financiación de la deuda y a la eficacia realzada de la asignación. Tal sistema será estable porque la estructura de las responsabilidades y de los activos se igualan simétricamente con arreglos de participación en los beneficios, porque no se acrecienta ningún coste de interés y porque la refinanciación con deuda no es posible. La eficacia de la asignación se produce porque las alternativas de inversión se seleccionan estrictamente por su productividad y el índice de retorno previsto.

Se anima el espíritu emprendedor porque los empresarios compiten para ser agentes proveedores de capital financiero que estudian proyectos y equipos de gerencia. Generalmente hablando, el objetivo principal de los sistemas financieros islámicos intenta la promoción de la justicia socioeconómica, la distribución equitativa de la renta y de la riqueza y un bienestar económico ampliamente basado en el pleno empleo y en un grado óptimo de desarrollo económico.

Sin embargo, por otra parte, el sistema ha sido acusado de crear confusión particularmente en lo que respecta a cuestiones como la hipoteca, la banca islámica, los mercados bursátiles y muchos otros aspectos y desafíos, de cara a la puesta en práctica del sistema. Tomemos el ejemplo de los musulmanes que viven en sociedades occidentales. Esas comunidades viven en un dilema constante.

Bajo ley islámica, usted no puede prestar o pedir prestado con interés, no puede conseguir una hipoteca para comprar una casa, y no se le permite participar en transacciones bursátiles a menos que estas transacciones se filtren de acuerdo con la Sharia. Así, cumplir la estricta ley del Islam llega a ser desafiante en las comunidades musulmanas occidentales donde es extremadamente difícil seguir tales prácticas. Uno puede decir que es un mal necesario.

En el caso de una hipoteca, por ejemplo, muchos musulmanes ricos en sociedades occidentales todavía están viviendo en propiedades alquiladas porque las reglas de la hipoteca no se conforman con su creencia religiosa y forma de vida islámica. Recientemente bancos como HSBC, Lloyds TSB en Inglaterra, por ejemplo, son conscientes de esa necesidad y han iniciado un programa de préstamo-vivienda cuidando sus necesidades. Con hipotecas islámicas, el banco pudiera comprar un 90 % de la casa mientras que el “homebuyer” (comprador de la vivienda) compraría el 10 por ciento. El homebuyer no toma prestado nada, pero en su lugar paga un alquiler, una parte del cual irá derecho al banco.

El resto va hacia la gradual compra al banco de su parte de la propiedad. Uno puede discutir que este sistema es muy similar al de las otras compañías, pero hay una diferencia para el supuesto de que no pueda pagar y haya que vender la casa. Si soy un banco, un banco musulmán, prestando a un musulmán, compartiendo con él, no voy a vender la casa de la manera que ahora se vende, poniéndola en una subasta y vendiéndola más rápido y por el mejor precio.

Incluso en la parte más desarrollada de los sistemas financieros islámicos que es la banca islámica, encontramos que los bancos islámicos especializados han estado tradicionalmente bien posicionados para atraer depósitos de musulmanes, pero carecieron generalmente de la capacidad técnica para invertir eficientemente. Este vacío ha sido resuelto por los servicios de los bancos occidentales que rápida y eficientemente colocan fondos en los canales Islámicos aceptables. Pero esto ha significado a menudo retornos más bajos para los inversionistas islámicos debido a la segunda gestión de intermediación.

Esta tendencia está cambiando. Los bancos islámicos se están haciendo resolutivos y globales, en parte debido a su integración creciente en los mercados internacionales.

Los mercados financieros islámicos tienen el reto de la carencia de instrumentos de liquidez, eliminando así un segmento grande de inversionistas potenciales. A este respeto, la emisión de fondos islámicos puede ser confusa para alguno. Hay tres tipos de fondos islámicos: equity, commodity, y leasing. Los Equity funds, la parte más grande del mercado islámico de fondos, son iguales a los fondos mutuos convencionales pero con un toque islámico que requiere un proceso de única «filtración» para seleccionar las partes apropiadas.

El proceso de filtración asegura que el modo, la operación y la estructura de capital, de cada negocio en que el fondo invierte, son compatibles con la ley islámica, eliminando compañías comprometidas con actividades prohibidas y cuya estructura de capital descansa principalmente en la financiación de deuda (para evitar el trato con el interés). Por esta razón, las compañías con un nivel insignificante de financiación de deuda (10 por ciento o menos) pueden ser seleccionadas, a condición de que la deuda no siga siendo una característica permanente de la estructura de capital. Por otra parte, la ausencia de instrumentos de liquidez, tales como bonds y otras marketable segurities, es otro desafío en caso de que haya problemas de liquidez.

En Egipto, como en muchos otros países islámicos, el mercado financiero islámico está funcionando muy por debajo de su potencial. Las regulaciones de actividades bancarias existentes se basan en el modelo occidental de las actividades bancarias. Vivimos en una economía de mercado basada en el interés. El sector bancario está apoyado y regulado por el banco central. Uno podía ver esta clase de ayuda en términos de tipos de descuento en los préstamos dados por el banco central a los bancos comerciales en épocas de necesidad.

Desafortunadamente, el banco islámico no goza de tales privilegios puesto que muchos bancos islámicos trabajan bajo procedimientos operativos diferentes de los de los bancos centrales. Aunque las bolsas en países islámicos emergentes tales como Egipto, Jordania, y Pakistán son activas, no son completamente compatibles con principios islámicos.

Un sistema financiero islámico necesita procedimientos y estándares sanos de contabilidad. Los procedimientos occidentales de contabilidad no son adecuados debido a la diversa naturaleza y tratamiento de los instrumentos financieros. El desarrollo de un marco regulador y de supervisión que tratara las cuestiones específicas a las instituciones islámicas es necesario para conseguir la integración de los sistemas financieros islámicos en los mercados internacionales. En suma, desde mi punto de vista las limitaciones del sistema deben ser tratadas en su totalidad, antes de poder juzgar su eficacia.

Doaa Khairy Mohsen

Dr Doaa Khairy Mohsen, (PhD. MBA, BSc) consultor en administración de empresas especializado en cuestiones del comportamiento de organización, reforma de la gerencia, desarrollo económico en la región MENA, con interés particular en el mundo árabe; GCC Studies.

Traducido por Victoria Cristina Millán, para el Departamento África de la Fundación Sur.

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