EL DÍA DE LA MUJER EN CAMERÚN, Por Khadija Douieb Díaz

26/05/2008 | Bitácora africana

Hace unas semanas estuve en un encuentro preparatorio del día mundial de la mujer. El día de la mujer se hace un enorme desfile en el que participan miles de mujeres agrupadas por asociaciones, empresas…vestidas todas con la misma tela del día internacional de la mujer que se vende por todo el país para la ocasión. Un mes antes todas las mujeres llevan sus propios diseños a las costureras para que les cosa su propio modelo original. Las conductoras de autobús desfilan con sus autobuses y una señora del campo desfiló este año montada en su tractor. Cada vez que levantaba y bajaba la pala mientras conducía, el público se volvía loco aplaudiendo.

El encuentro para preparar el día de la mujer estaba presidido por la Ministra de la promoción de la mujer y de la familia, en una sala donde se reunían mujeres representantes de asociaciones de todo el país. Yo estaba medio dormida entre tanta parafernalia de presentaciones que se estilan aquí (secuelas de la pedante colonización francesa) hasta que empezó la movida. Se levanta una señora de una asociación relacionada con la salud para explicar que quería hacer una conferencia sobre la menopausia durante las jornadas que se celebran previamente al día de la mujer. La señora dijo: ‘quiero dar a conocer a muchas señoras que no están informadas en que consiste la menopausia, para que luego cuando tengan abortos no acusen a sus hermanas de haberles hecho brujería’. Toda la sala se partió de risa. La ministra, una señorona africana, interrumpía a las participantes cada vez que quería. En todo el acto sólo intervinieron dos hombres. El primero, bajito, canijo, con tipo de cerilla: ‘Hola represento a una asociación de músicos y mi nombre artístico es ‘petit matelas’ (pequeño colchón). La ministra soltó una risotada de leona. Y el la miró a ella y al resto de la sala intentando buscar su complicidad, con una sonrisa traviesa infantil. El hombre siguió: quiero cantar durante las jornadas mi canción ‘montre ton doigt, ton Mari met l’alliance’ (muestra tu dedo, tu marido te mete la alianza’) y empezó a cantarla. La canción, como no podía ser menos con este tipo de canciones, iba acompañada de una coreografía muy explícita. La sala se partía de la risa. Acabaron cantando con el hombre el estribillo. La ministra dijo muy seria que le parecía muy buena idea, que era una manera original de apoyar la política de su ministerio para que las parejas se formalicen y las mujeres puedan reclamar sus derechos. Luego pidió la palabra una chica que representaba la ‘asociación de mujeres paradas’. La mujer empezó diciendo que aunque su asociación fuera de mujeres en el paro, quería aclarar que la mayoría de ellas tenía una formación, tenía estudios, pero que al no tener trabajo se las menospreciaba. Y la ministra preguntó escéptica y algo desafiante: ¿entonces, si no tenéis trabajo como os ganáis la vida? Y la chica dijo tímidamente, medio titubeando, que, bueno, que vendían pescado. Y la ministra sentenció: ‘entonces no estáis paradas’ y miró al resto de las mujeres para comprobar que compartían su duda. El público asentía con la cabeza y daba la impresión de que consideraban audaces los comentarios de la señorona política. Y la chica iba a hablar y la ministra la interrumpía. La ministra no paraba de interrumpir a la gente para sentar cátedra con sus acotaciones. Y la ministra dice ‘Est-ce que ce sont le gens qui ont donne le nom a votre association’ ¿Es que es la gente la que le ha puesto el nombre a vuestra asociación? (Todo esto con su fuerte acento camerunés, lentamente, marcando cada sílaba). Y la chica responde un poquito amedrentada por la leona: ‘no’. ‘Entonces’ Concluyó rápidamente ‘¿Qué pretendéis si le ponéis ese nombre a vuestra asociación? Normal que la gente os rechace porque piense que no hacéis nada. Lo que deberíais hacer es repensar el nombre de vuestra asociación, digo yo’. La de la asociación de mujeres paradas no se atrevió a decir nada más. Y la sala volvió a revolucionarse a carcajadas. Luego intervino el segundo hombre: ‘yo represento a una asociación de cosméticos y quiero dar una charla contra las pelirrojas y las rubias de bote (teñidas)’. La ministra enfurecida no lo dejó continuar: ‘tendrías que dar una charla contra los hombres que se van con las pelirrojas y las rubias de bote, ¿NO?’. El hombre, intimidado también por la mujerona dice ‘no, yo lo digo porque el teñirse de un día para otro es muy perjudicial para el pelo de las mujeres’. Entonces se cortó la tensión, toda la sala se echó a reír de nuevo y la ministra, ya aliviada, lo invitó a que se explicara. Y el hombre siguió ‘es una pena que no hayan venido los científicos de mi empresa, porque ellos son los que saben explicar realmente bien lo dañino de cambiarse de un día para otro el color de pelo’. La ministra, ya convencida, entró en razones y le dijo que tomarían seriamente en cuenta su propuesta.
La reunión duró más de tres horas, tardó muchísimo, y a pesar de las intervenciones de este tipo, el resto se hacían muy pesadas. Por un lado me enfadaba cada vez más y pensaba ‘joder, que lentos que son, vaya forma de promocionar a la mujer’ y ‘¿Por qué no le envían por escrito todas las propuestas al ministerio?’. Y por otro pensaba: ‘esto si que es divertido, anda que en cualquier país de Europa se iban a reunir tantas mujeres con la ministra en una sala tan pequeñita a proponer todo lo que les pasa por la cabeza, hablando con ella en el mismo tono que mis vecinas en el portal. Una ministra que les respondía a todas con lo que de verdad opinaba sobre cada una de sus propuestas y sobre todo en general…

Autor

  • Becaria MAEC-AECI de gestión cultural. Centro Cultural Español. Embajada de España en Camerún

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