El debate de Accra podría hacer que a los líderes africanos les gusten más los medios

25/06/2007 | Crónicas y reportajes

El Presidente de Suráfrica, Thabo Mbeki, ha confirmado que habrá un debate entre cinco presidentes africanos y los periodistas durante la cumbre de la Unión Africana, en Ghana en julio.

Según el Presidente Mbeki, esto es una señal de que los líderes del continente, en su mayor parte, tienen una actitud progresiva hacia los medios. Bueno, no exactamente.

Mientras que los líderes pueden estar dispuestos a debatir con los periodistas, de vuelta en casa casi todos ellos han rechazado enfrentarse al reto de un debate durante las campañas electorales. Por ejemplo, durante las elecciones de 2001 en Uganda, se planificó un debate. Se enviaron las invitaciones y el Centro Internacional de Conferencias se equipó para la ocasión. Se dispusieron los asientos, y los invitados, entre los cuales había muchos embajadores, llegaron pronto para coger un buen sitio. El ambiente estaba cargado anticipación. Únicamente el un poco extravagante pero serio Muhammad Kibirige Mayanja ocupó su asiento en el estrado a la hora acordada. El principal opositor, Kizza Besigye, merodeaba por el vecindario. Pero el hombre que se aferraba a la corona, el Presidente Yoweri Museveni, no apareció. Se había asegurado de estar lo más lejos de Kampala que pudo. Pronto, la visión de las sillas vacías llegó a ser algo difícil de soportar, y la audiencia se fue disolviendo poco a poco en la noche.

Sus agentes dijeron, y no les faltaba razón, que el debate no era obligatorio ni por la ley electoral ni por la costumbre nacional, y era una distracción innecesaria. En privado, los estrategas de Museveni dijeron que se había mantenido lejos del debate porque los únicos que ganarían algo serían sus rivales.

Si se hubiese presentado al debate, tanto si era mejor que ellos como si no lo era, explicaron, el efecto hubiera sido elevar el estatus de los oponentes, ya que eso les hubiera permitido “parecer presidenciales”. Por otra parte, al presidente no se le habría pegado nada de valor de sus rivales.

En 2006, hubo un debate, si es que puede llamarse así. Sin embargo, los candidatos presidenciales tampoco se presentaron. Enviaron a sus subordinados y compinches.

Si el debate de Accra se celebra y resulta bien, dos cosas buenas pueden salir de él. Primero, podría abrir el apetito de algunos líderes africanos por un enfrentamiento similar, cara a cara de vuelta en casa. Segundo, podría resultar ser una buena manera de abordar asuntos de gran importancia como la Federación Política del Este de África. La comparecencia de los Presidentes Pierre Nkuruziza (Burundi), Mwai Kibaki (Kenia), Paul Kagame (Ruanda), Jakaya Kikuete (Tanzania) y Yoweri Museveni (Uganda) enfrentándose a las críticas del proyecto del Este de África en directo por la televisión, a pesar de la obvia variedad de aptitudes para el debate, podría ser justo lo que necesita la región para influenciar a la gente en favor de la integración.

El único grupo que necesita preocuparse, y mucho, por los resultados del debate de Accra son los medios de comunicación africanos. Mientras los líderes africanos tienes en su equipo a gente como Mbeki, Meles Zenawi de Etiopía, y, sí, Robert Mugabe, de Zimbabue, los medios tienen para competir con ellos una formidable mezcla de astucia intelectual, temperamento voluble y volatilidad.

El que, particularmente, la mayor parte de los lectores de periódicos no saben es que tras esas letales e incisivas historias y columnas hay gente que tiende a encogerse cuando les toca estar en primer plano. Son coherentes y tienen agudeza mental cuando están sentados ante sus ordenadores, pero cuando se suben a un gran escenario, tienden más a caer en farfullos indescifrables.

Por supuesto, podríamos ganar este debate fácilmente si las reglas permitieran a los periodistas ser agresivos e irreverentes, tanto en un debate como al hacer preguntas. Pero es muy improbable que pase esto, porque, de nuevo, uno de los más dramáticos cambios en las salas de prensa de África, en los últimos años, ha sido el aburguesamiento de los periodistas.

El redactor malhablado, bebedor y fumador empedernido, sin miedo a nada en el mundo es una especie en extinción. La mayoría de los redactores de hoy vienen a trabajar con traje y corbata, no dicen palabrotas, llevan el pelo bien cortado, y algunos incluso juegan al golf. Bastantes de ellos también son monógamos.

Charles Onyango Obbo

Charles Onyango-Obbo es un redactor jefe de Nation Media Group. Email: cobbo@nation.co.ke

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