El CAMINO DE LOS EMIGRANTES VISTO DESDE TANGER

24/02/2014 | Editorial

Habitualmente, miramos los acontecimientos desde nuestro punto de vista. Conviene sin embargo mirarlos a veces desde la perspectiva de las personas que viven el evento.

Hoy os presento esta dramática situación de los emigrantes africanos visto desde Tánger, en Marruecos, a través de Santiago Agrelo, arzobispo de Tánger.

“No te cierres a tu propia carne”.

La Biblia nos recuerda con frecuencia: «Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que va desnudo….porque son tu propia carne”.

“Este reconocimiento bastaría para que fuese otra la política de las fronteras, otra la lógica de nuestros razonamientos, otro el motivo de nuestras manifestaciones, otra la matriz de nuestras preocupaciones.”

Es inaceptable que la vida de un ser humano tenga menos valor que las fronteras de un estado.

Es inaceptable que las mercancías y capitales gocen de más derechos que los pobres para entrar en un país.

Es inaceptable que las políticas migratorias de los llamados países desarrollados ignoren a los empobrecidos de la tierra, vulneren su dignidad y sus derechos fundamentales, y los dejen a merced de las mafias que los explotan.

Es inaceptable que se reclamen fronteras impermeables para los pacíficos de la tierra, y se toleren permeables para el dinero de la corrupción, para el turismo sexual, para la trata de personas, para el comercio de armas.

Es inaceptable que el negrero de ayer (Europa), perviva en los gobiernos que hoy vuelven a encadenar la libertad de los africanos, supeditándola a los mismos intereses y al mismo poder opresor.

El camino de los emigrantes africanos está lleno de sufrimientos y de muerte, lo cual nos produce sentimientos de frustración e indignación. Pero este compromiso con la vida de los empobrecidos nace ante todo, para los creyentes, de nuestra mirada de fe, pues son nuestros hermanos-as.

A los gobiernos les pedimos que sean más justos, humanos y solidarios.

Nosotros podemos denunciar esas mafias que explotan al indefenso, compartir nuestro pan, leña, agua, aceite, trabajo, asilo…con los emigrantes.

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