El Presidente del Sur de Sudán, Salva Kiir quiere que el Tribunal Penal Internacional, ICC, retrase la acusación del Presidente de Sudán, Omar El Bashir, hasta que se haya implementado completamente el Acuerdo Comprehensivo de Paz, ACP, y se haya alcanzado la paz en Darfur.
Kiir tiene razón. Otros incluso han citado la supuesta doble moral del ICC y el plan concebido por Occidente para dividir a Sudán, como una justificación para retrasar la acusación. Pero hay otro punto de vista.
Es verdad, Sudán debe seguir siendo un Estado fuerte y la paz debe volver al sur y este del país, pero hacer que esto dependa de un solo hombre en el poder, es simplista.
En primer lugar, las violaciones de los derechos humanos en ambas regiones tienen sus raíces, en parte, en la filosofía del régimen. Es derrotista decir que aquellos que son responsables de los problemas son los mismos que tienen la solución.
En segundo lugar, Bashir es mortal, es un error creer que Sudán no puede mantenerse sin él al cargo. El Gobierno del Sur de Sudán ha sobrevivido al signatario de su Acuerdo, ACP. El Estado de Sudán, el ACP y las iniciativas de paz en Darfur, también pueden sobrevivir a Bashir.
Si la acusación de Bashir tuviera que esperar a que volviese la paz a las dos regiones, ¿Existen garantías de que él no retrasaría la vuelta de la paz, para retrasar su propio proceso judicial?
Muchos se han quejado de que los organismos internacionales son demasiado lentos, que hacen poco, tarde y mal para prevenir el genocidio.
Las masacres de 1990-94 en Ruanda y Bosnia, 1992-95, son citadas como ejemplos en los que las Naciones Unidas deberían haberse movilizado contra los líderes para evitar más muertes, en lugar de esperar a hacerlo después de esas muertes.
Alrededor de 17.000 vidas podrían haberse salvado en Bosnia si Radovan Karaszic (aarestado esta semana) hubiese sido acusado antes. ¿Cuánta gente más debe ser asesinada, morir de hambre o ser violada en Darfur, antes de que el ICC pueda actuar al respecto?
Nadie va a obtener placer por ver a Bashir tras las rejas en el ICC. Pero para terminar con la impunidad, evitar más sufrimiento humano y enviar una advertencia a otros presidentes, debería permitirse al ICC hacer su trabajo.
Editorial aparecida en el diario ugandés New Vision, el pasado 23 de julio de 2008
