Economía azul: la alternativa para el desarrollo económico de los Estados insulares africanos, por Carlos Luján Aldana

11/12/2019 | Bitácora africana

mapa_naciones_insulares.png Los océanos son uno de los ecosistemas más dañados por la moderna actividad económica mundial. Sin embargo, los valiosos recursos que guarda constituyen una gran fuente potencial de desarrollo económico. Al respecto, exploramos las oportunidades y ventajas que tiene para los pequeños Estados insulares africanos impulsar un proyecto económico adecuado a sus características geográficas a través de un enfoque nuevo e innovador: la Economía Azul.

Cuando pensamos en algún país africano, rara vez se nos viene a la mente alguno de éstos: Cabo Verde, Comoras, Mauricio, Seychelles o Santo Tomé y Príncipe. Se habla poco de ellos, pero estas naciones existen, donde habita gente como nosotros, con las mismas necesidades, derechos, obligaciones y sueños. Estas naciones tienen una característica en común: son pequeños Estados compuestos por islas.

Este hecho determina enormemente la calidad de vida y las actividades económicas que se desarrollan dentro de estas islas, al presentarse obstáculos naturales que escapan a cualquier tipo de control. Debido a la poca disponibilidad de terreno se derivan toda una serie de situaciones negativas, como la escasez de recursos naturales, tierras cultivables, falta de espacios para la construcción y las dificultades inherentes a la integración, administración y gestión de las islas que componen estos países.

Por su ubicación, estas cinco naciones son vulnerables y están constantemente expuestas a fenómenos climatológicos y ambientales adversos como resultado de los efectos del calentamiento global, que amenazan con destruir su entorno, siendo el derretimiento de los polos y la formación de “islas de plástico” los principales impactos sobre ellos, además de que también enfrentan los mismos desafíos económicos y sociales que el resto de los países africanos: pobreza, conflictos internos, desigualdad, dependencia económica del exterior, deuda externa, etcétera.

Dadas estas condiciones, es necesario que estos países encuentren una alternativa sustentable para detonar su desarrollo económico que se adecue a su entorno y sus necesidades. Ante todo ello, los preceptos del recién creado concepto de Economía Azul son una opción altamente atractiva.

¿Qué es la Economía Azul?

La Economía Azul ha sido abrazada por dos vertientes teóricas, en cuyo centro se encuentra el cuidado al medio ambiente, el fomento al desarrollo sustentable y el cuidado a los océanos, de los cuales toma el color azul.

La primera de ellas fue desarrollada por el economista y emprendedor belga Gunter Pauli, quien concibe la Economía Azul como un sistema económico y de trabajo que se plantea imitar el funcionamiento de la naturaleza, mediante el máximo aprovechamiento de todos los recursos disponibles. Surge en contraposición con la Economía Verde, enfoque al que tacha de ineficiente y oneroso para las empresas, ya que, aunque incentiva la producción de mercancías amigables con la ecología, solamente son accesibles para una selecta élite con amplio poder adquisitivo.

De esta manera, se busca satisfacer la demanda local con productos locales. Rechaza la especialización productiva y las economías de escala. En cambio, se espera lograr la diversificación productiva, bajos costos, creación de empleos y generar beneficios para las empresas. Para conseguir esto, se adoptan una serie de valores y principios que guían la actuación en pro del medio ambiente, entre los que destacan la cooperación, interdependencia, felicidad, responsabilidad social y solidaridad.

Mientras que en muchos modelos económicos los residuos son tratados como externalidades negativas, para la Economía Azul son un aspecto central, misma que hace hincapié en que si realmente le diéramos su verdadero valor a las cosas, no existiría ningún objeto que se llame basura. En el siguiente video se muestra una síntesis de este enfoque de Economía Azul.

Por otra parte, la Economía Azul fue retomada en la Conferencia de Río+20 de 2012 y en la Cumbre Mundial del Océano de 2018, siendo uno de los temas principales. Desde este punto de vista, la Economía Azul (sustentable) se define como el aprovechamiento sostenible de todos los sectores económicos que tienen relación directa o indirecta con el océano, así como la protección a la biodiversidad marina, su contribución a la seguridad alimentaria y al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas.

Entre las consideraciones políticas que se defienden para su implementación, se cuentan las siguientes:

Mejorar los procesos de ordenamiento y manejo costero.

Inversión portuaria con visión a largo plazo.

Mejorar los instrumentos de gestión relacionados con el destino final de los plásticos, para evitar que terminen en el océano.

Bienestar social en las zonas cercanas al mar.

La OCDE estima que el valor de la producción mundial de los sectores que conforman la economía del océano es equivalente al 2.5% del Valor Agregado Bruto (VAB) mundial, y se prevé que en un futuro este valor sea mayor, aunque se reconoce que las dificultades técnicas para implementar estas acciones son enormes, ante la reducción de la biodiversidad marina, la contaminación del agua y el calentamiento global. En el video que sigue a continuación se mencionan, de forma enunciativa más no limitativa, los sectores económicos que forman parte de esta economía.

Economía azul sostenible, cuarto tema de la conferencia #OurOcean 2017

Como resultado de la combinación del enfoque de Pauli y el de la Cumbre Mundial del Océano puede surgir un nuevo sistema económico totalmente adecuado para muchas naciones, sobre todo si son pequeñas y cuentan con grandes litorales. Por reunir estos requisitos, los Estados insulares africanos son susceptibles de adoptar estos principios, en lo que podíamos llamar “Enfoque Integral de Economía Azul”. A continuación analizamos las oportunidades que ofrece este enfoque integral para los cinco países al principio mencionados. Fuera de ello se queda Madagascar, país africano que a pesar de que es insular, es mucho más grande en comparación con el resto, por lo que merece un análisis más específico.

Sobrevivir siendo un país insular africano.

Cabo Verde, Comoras, Santo Tomé y Príncipe, Mauricio y Seychelles son el resultado de la fusión de culturas, cuyo punto de encuentro se dio en las islas y archipiélagos que hoy las componen. De esta forma se dio el surgimiento de sociedades cosmopolitas totalmente volcadas hacia el exterior, a pesar de que para el resto del mundo están condenadas a la periferia, al aislamiento y provincialismo.

Podría decirse que su historia moderna comienza a partir del siglo XVI, cuando los europeos arribaron a estas islas, mismas que estaban prácticamente despobladas. Esto marca una diferencia muy clara con respecto al largo proceso histórico que experimentó el continente africano. Pese a que cada uno de estos cinco países tiene sus propias particularidades, comparten entre sí muchas similitudes, características y problemas, destacando los siguientes:

Son naciones compuestas, en su mayoría, por descendientes de esclavos.
Capacidad institucional y gubernamental limitada por la geografía.

Fueron colonias de plantación dedicadas a uno o dos productos, principalmente la caña de azúcar (Mauricio y Seychelles); el cacao, el café (Santo Tomé y Príncipe); la vainilla y el clavo (Comoras).

Economías abiertas, primario-exportadoras y poco diversificadas.

Dificultades de acceso a capitales e inversiones externas.

Grandes flujos migratorios y turísticos.

Ausencia de recursos humanos en cantidad y calidad para dar respuesta a los problemas del entorno.

Proyectos económicos delineados por las instituciones financieras internacionales.

Excesiva dependencia en la importación de los alimentos necesarios para llevar una buena dieta.

Este es el panorama al que se enfrentan estos países, por lo cual su desarrollo y crecimiento económico no han sido fáciles. Incluso Cabo Verde tuvo que construir su nación desde cero, dado que sus islas son de origen volcánico, y los portugueses no encontraron seres humanos a su llegada.

No obstante, y por increíble que parezca, estos cinco países presentan, en general, un mejor desempeño en comparación con los países del África continental en algunos indicadores económicos y sociales, como mayores niveles de productividad, menor mortalidad infantil, mayores niveles educativos y mejores resultados en la clasificación del Índice de Desarrollo Humano (IDH). Todo esto es producto de la menor dimensión de estos países comparados con los países del resto de África. A pesar de esto, parte de su población es pobre y vulnerable.

De esta forma, las propuestas de política económica y desarrollo social para los Estados insulares tendrán que ser sustentables y estar relacionados con el entorno natural y contexto social específicos de estas regiones. Al ser Estados que tienen más jurisdicción sobre agua que sobre tierra, están obligados a tener ventajas competitivas en los sectores económicos relacionados con el mar, y que, al mismo tiempo, se garantice la seguridad alimentaria, el desarrollo social y el bienestar de la población.

Este equilibrio podrían conseguirlo a través del Enfoque Integral de Economía Azul. Es más, estos países están conscientes de las oportunidades que ofrece este modelo, al grado que la Unión Africana lo considera como la nueva frontera del Renacimiento Africano, por lo que estas islas han tratado de alinearse a sus principios mediante la elaboración de proyectos, informes y acuerdos para fomentar el desarrollo sustentable en diversas conferencias, destacando la de Barbados y la de Lomé.

De los cinco países, Seychelles es el que está más comprometido en adoptar y desarrollar el Enfoque Integral de Economía Azul, mismo que ha promovido en la recién creada Área de Libre Comercio Continental Africana. Recientemente este país emitió el primer “bono soberano azul”, un instrumento financiero diseñado para captar recursos para apoyar proyectos marinos y pesqueros sostenibles. Esta emisión resulta una apuesta atractiva, puesto que si de algo carecen este tipo de países, es dinero e instrumentos financieros para echar a andar sus proyectos.

Este asunto nos lleva a uno de los típicos problemas de este tipo de naciones: los paraísos fiscales. Desafortunadamente los países insulares africanos no son ajenos a esto. Ante la urgencia de recursos financieros, estos países gravan con tasas de interés muy bajas los ingresos extranjeros. La misma Asociación de Periodistas que reveló al mundo los Panama Papers, encontró también que a través de Mauricio se evitan pagar millones de dólares en impuestos a los países de África.

Hablando de Mauricio, este país es, junto con Seychelles, de los más desarrollados, transparentes y democráticos de África. El modelo de convivencia de la población de esta nación es de admirarse. Lamentablemente, la buena gobernanza imperante en este país es la excepción en el continente. Sin ir más lejos, en Comoras existe una crónica inestabilidad política, al punto de que cada dos años en promedio se produce un golpe de Estado.

Por otro lado, en las ex colonias portuguesas de Cabo Verde y santo Tomé y príncipe, desde su independencia hasta los años ochenta, sus economías se caracterizaron por una fuerte presencia del Estado. Después se dio un viraje democrático, buscando la integración (interprétese, subordinación) con el resto del mundo. Los resultados han sido mejores en Cabo Verde que en las islas de Santo Tomé y príncipe, donde pareciera que el tiempo se ha detenido, ya que aún se respira una atmósfera colonial en esas islas, cuya población depende de las actividades primarias.

De todas ellas, la pesca es la principal actividad primaria en éste y el resto de los Estados, aunque enfrenta demasiados problemas relacionados con la captura indiscriminada e ilegal de especies acuáticas. La agricultura no es importante en ninguno de los cinco países, pero no deberían renunciar del todo a ella. Al respecto, Mauricio está decidido a transformar al país en una isla orgánica en un futuro cercano, a través del otorgamiento de incentivos para que los productores interesados puedan establecer su propio jardín orgánico. En el mundo se han creado numerosos proyectos que han sido creados bajo esta técnica, en el cual estas naciones deberán hacer mucho énfasis para asegurar la alimentación de su población.

Otros de los sectores de más interés para el Enfoque Integral de Economía Azul son el desarrollo del transporte marítimo, construcción de puertos y la energía marina. Sin embargo, en ninguno de estos cinco países africanos se ha detonado el desarrollo de estos sectores, debido a la falta de recursos humanos y financieros, así como de capacidad técnica.

Pero, sin duda, el turismo es el sector más importante para todos. En Cabo Verde, Mauricio y Seychelles, contribuye con el 45, 24 y 65% del Producto Interno Bruto (PIB). La belleza y exquisitez de sus playas han atraído a turistas de todo el mundo, lo cual ha hecho posible la creación de una lujosa infraestructura hotelera y aeroportuaria. Sin embargo, los sitios turísticos tienen poco impacto para la economía local, y a menudo existen lugares – incluso islas enteras – totalmente enclaustrados, sin tener ningún tipo de contacto con los habitantes.

La realización de todo el potencial de la Economía Azul requiere la inclusión efectiva de todos los grupos sociales, especialmente las mujeres, los jóvenes, las comunidades locales y los grupos marginados o insuficientemente representados, así como la preservación de su patrimonio cultural y natural. Ya existe una base sólida sobre la cual todas estas naciones pueden trabajar para que sus economías puedan alcanzar este objetivo, y el siguiente paso es invertir en su activo más valioso, su población, asegurándoles una adecuada alimentación, vivienda, educación, salud y desarrollo humano. De este modo, la Economía Azul no solo presentará vías de salida para la pobreza, sino que también se garantizará un futuro más sostenible.

Estos pequeños países insulares africanos están condenados a convivir con sus costas, playas, mares y océanos. Tienen que encontrar la forma de cuidarlos, preservarlos y aprovecharlos de forma sustentable. Una buena gobernanza y garantizar el desarrollo integral de su población, especializada en los sectores y ciencias del mar, son las claves para que su mayor debilidad se convertirá en su mayor fortaleza, beneficiando con todo ello al continente africano y al mundo entero. Su propia supervivencia dependerá de esto.

Original y fotografía en : tlilxayac.com

Autor

  • Luján Aldana, Carlos

    Economista mexicano. Me apasiona el estudio de los asuntos africanos, por lo que escribo para impulsar el conocimiento del continente africano y generar debate en torno a él. Puedes seguirme a través del Blog Tlilxayac.

    La palabra Tlilxayac significa “máscara negra” en lengua Náhuatl, aquella que hablaban los habitantes del Valle de México antes de la conquista española y aún hoy se escucha en algunas regiones del país. La máscara es un símbolo muy representativo de la cultura mexicana, y también lo es para algunas regiones africanas. Con esto, se pretende representar la unión, amistad y diálogo entre las naciones de África y México en pro de una relación sólida, cordial, fructífera y duradera.

    @clujanaldana

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