Discurso de Sarkozy en la Unión Africana ¿Demagogia o convicción?

4/02/2011 | Opinión

Los dioses han caído sobre la cabeza de los africanos en Addis-Abeba. Efectivamente, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, desde lo alto de la tribuna de la 16ª cumbre de la Unión Africana, ha proclamado a grito limpio que África había hecho notables progresos y que su balance económico no era tan catastrófico. ¿Qué ha sucedido para que se llegue a este espectacular cambio de tono?

Recordamos la famosa frase de este mismo Nicolas Sarkozy durante su discurso en Julio de 2007 en la Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar: “El drama de África, es que el hombre africano no ha entrado suficientemente en la historia”. El presidente francés, según parece, en aquel momento se dejó llevar tanto por la euforia de su victoria que se entregó a excesos de todo tipo, con la promesa final de una ruptura con el viejo orden. Si hoy ha cambiado de parecer, ciertamente se debe a que entre tanto ha madurado al estar en contacto con África y con los africanos, demasiado a menudo víctimas de los estereotipos negativos.

El hombre negro ha entrado completamente en la historia, si se lee entre líneas el discurso etíope de Sarkozy. Este acto de valentía intelectual debe ser valorado en su justa medida, aunque sea cierto que cuatro años de conmociones económicas y políticas han cambiado, en cierto modo, la faz de la tierra. ¿Quizás Sarkozy quería redimirse, ya que en Addis-Abeba hablaba con varias gorras, es decir, las del actual presidente del G8 y del G20? En cualquier caso, si ha abogado porque África ocupe una plaza entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, es anteponiendo de manera especial los excelentes progresos del continente en materia económica. El debate sobre la reforma del Consejo de Seguridad no es un tema actual. De hecho, Nicolas Sarkozy ha vuelto a poner sobre el tapete un tema que se tomaba muy a pecho su antecesor Jacques Chirac, que con ese propósito se proclamó el abogado del continente. Una postura al menos justa, en la medida que el Consejo de Seguridad no puede seguir funcionando con unos principios que, en última instancia, van contra cualquier sentido común democrático. ¿Cómo comprender si no, que este Consejo muy a menudo se atasque, por culpa de la única voluntad de un estado miembro que habrá usado y abusado de su derecho de veto hasta el punto de constituir, a veces, un auténtico peligro para la buena marcha de la humanidad?

Parece que estuviésemos en otro planeta oyendo a Sarkozy decir que África es más fuerte de lo que creía. No obstante, ¿Un discurso tal no será únicamente circunstancial? Nos lo podemos temer. ¿África puede efectivamente seguir siendo fuerte si las metrópolis sostienen con sus brazos a dictadores que matan de hambre a su pueblo y lo privan de libertad? Los africanos, más allá de los discursos, esperan que Sarkozy lleve realmente a cabo la ruptura que tanto ha predicado durante su campaña y después de haber llegado al Palacio del Eliseo. ¿Pero qué esperar de los propios africanos? Una África fuerte, que se hace respetar en la escena internacional, es en primer lugar una África donde la democracia es el pedestal del desarrollo y de la justicia en provecho de poblaciones que han padecido durante demasiado tiempo el martirio de una mala gobernanza y de la pobreza.

Dayang-ne-Wendé P. SILGA

Publicado en “Le Pays”, de Burkina Faso, el 1 de febrero de 2011.


Traducido por Juan Carlos Figueira Iglesias, para Fundación Sur.

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