Día Mundial del Medio Ambiente de la Casa Común

5/06/2017 | Editorial

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Recordamos estos días, por diferentes razones, nuestra Casa Común:


Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos”, exclama el papa Francisco en su encíclica (L.S. nº.53).

Todo está conectado. Existe una íntima relación entre el empobrecimiento de la sociedad y la destrucción del planeta, entre la dignidad de cada ser humano y el progreso ecológico y sostenible, entre la grave responsabilidad político-económica de los líderes y la propuesta de un nuevo estilo de vida.

Para gestionar y superar el empobrecimiento y falta de oportunidades de gran parte de la humanidad, la violencia que sufren tantos pueblos, la grave crisis migratoria de estos años y el deterioro del Medio Ambiente, necesitamos llegar a la raíz o raíces de estos males humanos y sociales.

Lo dijo ya Pablo VI: El desarrollo es el nuevo nombre de la paz, pues no existe verdadera paz cuando hay personas marginadas y forzadas a vivir en la miseria. No hay paz allí donde falta el trabajo o la expectativa de un salario digno. No hay paz en las periferias de nuestras ciudades, donde abunda la droga y la violencia.

El mundo vuelve a encontrar esperanza cuando se abre al ser humano y respeta la Casa Común. Cuando se abre a los jóvenes, ofreciéndoles perspectivas serias de educación, posibilidades reales de inserción en el mundo del trabajo. Cuando invierte en la familia, que es la primera y fundamental célula de la sociedad. Cuando respeta la conciencia y los ideales de sus ciudadanos.

El papa Francisco afirma: “El hecho es que el hombre moderno no está preparado para utilizar el poder con acierto, porque el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia”. (LS. nº 105)

Esta me parece la raíz más profunda de todas las crisis actuales: humanas, sociales, económicas y ecológicas. La falta de líderes íntegros a todo nivel es patente.

Existe también otra raíz fundamental de estos males humanos, sociales y naturales, como son el sistema político y financiero neoliberal que es inhumano e injusto en su propia raíz, y que sigue creando estructuras opresoras y esclavizadoras. La última reunión de los G-7, en la cumbre de Sicilia (mayo 2017), ha sido una gran decepción, ante la negativa irresponsable de algunos poderes mundiales a limitar su desastrosa contaminación del Medio Ambiente.

Si no llegamos a resolver estas injustas y opresoras estructuras políticas y económicas, creadas por seres humanos, no resolveremos ningún problema o crisis actual.

La tercera raíz básica de las injusticias humanas y sociales actuales radica en la pasividad de gran parte de la sociedad.

Por eso todos los economistas más importantes de hoy ( Paul Krugman, Geoffrey Sachs, Jean Tirole, Joan Ramon Sanchís, etc.) coinciden en proponer una economía alternativa que llaman: economía social, participativa, del Bien Común, Desarrollo Sostenible, en las que la participación de la sociedad en todo tipo de Cooperativas es la clave angular de su crecimiento y éxito.

Existen hoy más de mil empresas con este objetivo del Bien Común en el mundo. En Europa entre el 20 y el 30% de todos los depósitos bancarios están ya en los bancos cooperativos. Esta es una cantidad muy significativa hoy día.

Estas nuevas economías de carácter cooperativo ganan fuerza y terreno rápidamente en todos los continentes y ofrecen la mejor esperanza para trabajar eficazmente por el Bien Común, en un Desarrollo Sostenible y Ecológico, donde todos puedan vivir con dignidad.

Todos los Movimientos Sociales, Movimientos de Agricultores y Bancos éticos van en la buena dirección. Seguir potenciando la sensibilización, educación y compromiso colaborativo social, es un requisito indispensable.

Cuando comenzamos a trabajar juntos por un Desarrollo Sostenible, y a gastar responsablemente, los sueños ya se están haciendo realidad.

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