Día Escolar de la NO Violencia.

1/02/2016 | Editorial

El sábado día 30 de enero, recordábamos el Día Escolar de No violencia, justamente cuando siguen apareciendo abusos graves de menores, aquí, en EEUU, en África y por todo el mundo.

Esta violencia y abuso escolar y de menores, está mostrando una de las caras más feas y graves de la deshumanización que está erosionando los valores fundamentales en muchas familias y en gran parte de la sociedad.

Mencionaré tan solo tres síntomas muy significativos que delatan esta erosión de los valores humanos y la pobreza de nuestro sistema educativo: el acoso escolar, la inmadurez de gran parte de nuestros políticos-agentes sociales y la xenofobia, en España, en Europa y en el resto de los continentes.

El acoso escolar y el abuso de menores, a veces vejatorio y criminal, nos cuestiona profundamente a cada uno de nosotros-as. El reto más inmediato al que debemos enfrentarnos, es el de la indiferencia o la pasividad. Ya no cabe mirar al otro lado.

La urgente necesidad de una educación más holística o integral de los jóvenes, de la sociedad y de los agentes sociales, se va haciendo cada día más patente y prioritaria.

Cuando descubrimos graves abusos de la dignidad de los menores, sea en la familia, en los centros escolares, en el trabajo o en la sociedad, deberíamos preguntarnos y analizar en profundidad la calidad de educación y de relaciones, que brindamos a los péquelos y a los adolescentes.

Recolectamos lo que sembramos, normalmente. Esto cobra una importancia capital, cuando hablamos de la calidad de acompañamiento que ofrecemos a nuestros menores. El niño-a que no se siente profundamente aceptado y amado, estará a merced de los vientos que corren.

Solo el niño-a que se siente profundamente querido-a, será capaz de relaciones sanas con los demás y de comportarse amable y responsablemente.

Gracias a Dios, conocemos muchísimas familias y pueblos donde reina una educación integral y buenas relaciones humanas.

La falta de integridad de muchos políticos y agentes sociales, es otro síntoma de que no vamos por buen camino, en cuanto, a madurez de relaciones humanas o de responsabilidad social por el bien común, se refiere.

Su comportamiento, tanto aquí como en África, nos demuestra todos los días que su principal preocupación no es el bien común, a nivel nacional o internacional. Lo que persiguen ante todo es: el poder, el beneficio económico y que dure su partido o sistema. Esto se ha vuelto sumamente patente en los últimos días.

Para conseguir la popularidad y los votos, juegan con todos los medios y agentes que les resulten útiles. Los principios o valores fundamentales de referencia, como: dignidad humana, bien común, derechos humanos, democracia, responsabilidad social, solidaridad, etc. brillan por su ausencia.

La falta de integridad personal y social es notable en gran parte de los líderes y agentes sociales.

Deberíamos ser capaces de exigirles responsabilidad y transparencia continuamente y poder remplazarlos cuando sea necesario. La necesidad de líderes íntegros, es primordial y la más urgente.

Recordamos que una buena parte de padres, educadores y líderes sociales nos muestran un magnífico ejemplo de calidad en la educación, de relaciones con y cuidado de los más pequeños.

La xenofobia, que se hace patente y cada día más agresiva en nuestras sociedades europeas y mundiales, muestra también que podemos ir hacia comportamientos más exclusivos y fundamentalistas.

La Asamblea General de las Naciones Unidas, define el 21 de diciembre 1965, la discriminación racial o xenofobia como:

“Toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública”. Artículo 1º

Es evidente que también constatamos una buena capacidad de acogida y solidaridad hacia los extranjeros, en muchas familias y sociedades.

Al mismo tiempo podemos observar el aumento de voces y comportamientos exclusivistas hacia los inmigrantes y personas de otra raza, color o religión, como lo delatan los fenómenos: “Le Pen” o “Trump”.

Pienso que para superar estos retos y otros, en nuestras familias y sociedades, nuestro instrumento más eficaz sigue siendo: una mayor calidad en nuestra educación y en nuestras relaciones.

¿Dónde encontraremos la luz, energía, motivación y pasión por una educación más integral que nos ayude a cuidarnos de los demás?

¿Dónde encuentran la luz, motivación, valentía y alegría en la dedicación al bien de los demás, los miles de personas consagradas, en los últimos dos mil años?

A estas personas generosas y entregadas a educar y a cuidar de los demás y de las personas marginadas, les recordamos especialmente el día 2 de febrero.

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