Democracia: responsabilidad y donación.

23/01/2017 | Editorial



Agustín Moratalla habla, en su último libro, de una ética de responsabilidad, de donación y de esperanza, si queremos vivir en auténtica democracia.

Se analiza la necesidad de una regeneración ética de las instituciones políticas y económicas, para promover un desarrollo más humano y sostenible.
Se requiere además, el cuidado de los demás como un principio de la regeneración social, como lo son: la interculturalidad, la integración y la reconciliación.

Trabajar por el bien común debe estar inspirado por una ética de responsabilidad y por un sentido de donación solidaria. (Ben. XVI: “Caridad en Verdad”, nº 67.)

La política social del papa Francisco es una bofetada a las políticas económicas actuales, motivadas por un capitalismo depredador y por el individualismo.
En la “Alegría del Evangelio”, expone el riesgo de los ídolos de hoy: poder y control de recursos, lucro a costa de los demás y el ambiente tecnocrático. El ser humano, su dignidad y su familia, no cuenta nada para estos ídolos?

Ante este sufrimiento y marginación del ser humano, necesitamos crear espacios comunitarios que sean liberadores, sanadores y motivadores. Urge además la necesidad de políticos que sientan el sufrimiento del pueblo, y sean consecuentes.

Consideramos relevantes los horizontes éticos sostenidos por los movimientos sociales en África y en todo el mundo, por los movimientos del voluntariado que se comprometen por una colaboración y transformación social, por los movimientos ecologistas, y por otros movimientos que promueven una economía del bien común, comercio justo y banca más ética. La Ética de todos estos grupos promueve una solidaridad gratuita y sin fronteras.

Estos movimientos globales buscan la participación de todos, aliviar la desigualdad social, promover un mundo más justo, y están bien organizados. Este espíritu de compromiso social es voluntario y potencia disponibilidad, cuidado de los demás y solidaridad real. Este compromiso voluntario se sitúa en la dinámica de una sociedad activa, solidaria y responsable.

La ética de la justicia se complementa con la ética de la bondad. Se habla de la poesía del amor y de la prosa de la justicia. La economía colaborativa del compromiso gratuito incluye y desborda la ética de la justicia. La bondad es supra-ética, porque no pone condiciones a su entrega, ni a su solidaridad.

Esta ética de la sobreabundancia del amor, (Ética de máximos) desborda la ética de la equivalencia de las reglas de oro, o de valores humanos universales. (Ética básica o de mínimos).

Capacidad de donación y responsabilidad son necesarias en toda ética, incluso en la empresarial y global, afectando tanto a los gobiernos y poderosos, como a los consumidores.

Los documentos de Benedicto XVI y de Francisco, incluyen la caridad o donación en los modelos de ética política, económica y empresarial. Esta es la ética de máximos.
Se trata de dotar personas y instituciones con responsabilidad social y ética. La justicia y la solidaridad son inseparables.

El mercado y la tecnología por si solos, no pueden producir el bienestar y la armonía social que deseamos. Una economía sin ética y compasión, solo nos lleva a más crisis, abusos y violencia, aun en sociedades más o menos democráticas y educadas, como vemos en la UE y en los EEUU.

La responsabilidad social de la ética reclama también la capacidad de donación generosa, para ser eficaz en la transformación y creación de una nueva humanidad.
Una ética “a la carta” erosiona: el carácter de la familia, el sentido de responsabilidad y la armonía social.

La ética de valores humanos universales y del bien común es fundamental y básica para una sociedad responsable que promueva el bienestar social.

Al mismo tiempo, la experiencia humana y la historia demuestran que para vivir como una familia solidaria, además de una ética universal, necesitamos una capacidad de generosidad, de donación gratuita y de perdón, que solo un amor auténtico nos puede brindar.

Para construir la Casa Común, necesitamos los cimientos y la estructura básica de la justicia social distributiva, pero si queremos que todos vivamos con dignidad y armonía, necesitamos igualmente la capacidad de donación gratuita y compasiva.

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