Cultura y revolución: el festival panafricano de 1969 en Argel

24/11/2017 | Cultura

El documental trata sobre el primer Festival Cultural Panafricano del continente, que tuvo lugar en Argelia, siete años después de su independencia. Este episodio fue un verdadero encuentro entre culturas africanas unidas por su enfrentamiento mutuo al colonialismo y las luchas por la libertad.

Un primer plano muestra a una mujer, seguido de la imagen de un hombre y de otra mujer, ambos militantes de la SWAPO (Organización del pueblo de África del Suroeste) cantando:“¡Nuestro país, nuestra gente, será liberada, con nuestras manos!”.“¡Abajo el imperialismo, fuera el colonialismo!”, seguido de títulos e imágenes de la lucha en la pantalla al son de una banda sonora efervescente. “¡Colonialismo, luchar hasta ganar! ¡Imperialismo, luchar hasta ganar!”.

Estas son las primeras escenas del documental del Festival Panafricano de Argel de 1969, que marcaron la línea anticolonial y antimperialista de la película, reflejando la política del continente africano en los años 60 y 70. Cincuenta año después, estos lemas no han perdido fuerza en el camino hacia la emancipación del imperialismo.

El documental es un trabajo colectivo dirigido por William Klein y trata sobre el primer Festival Cultural Panafricano en el continente, que tuvo lugar en Argel en julio de 1969, siete años después de la independencia de Argelia. La película capta la atmósfera radical de unos días de verano, mostrando que esta reunión panafricana fue un verdadero encuentro entre las culturas africanas, en especial por su lucha contra colonialismo y por la libertad.

Con el peso de su reciente pasado, especialmente por su larga lucha por la independencia, que sirvió de ejemplo para varios frentes de liberación en todo el mundo, y dada su audaz política exterior en los años 60 y 70, la capital argelina se convirtió en la meca de todos los revolucionarios . Tal y como anunció Amilcar Cabral en una conferencia de prensa al margen del festival: «Coge un bolígrafo y toma nota: ¡los musulmanes hacen la peregrinación a La Meca, los cristianos al Vaticano y los movimientos de liberación nacional a Argelia!»

El festival estuvo marcado por el fervor revolucionario y las ideas de Fanon acerca de una cultura combativa impulsada por la lucha cotidiana contra la opresión. Siguiendo los pasos de Fanon, el filósofo beninés Stanislas Adotevi, señaló los límites del movimiento literario e ideológico negritud. Adotevi afirma que: «La búsqueda forzosa de tradiciones, es una búsqueda banal de exotismo. Ya no hay lugar en África para la literatura que esté al margen fuera de la lucha revolucionaria «.

Su discurso destaca el ataque de la película contra la visión esencialista de la negritud ofrecida por el presidente y poeta senegalés Léopold Sédar Senghor y una crítica al Festival Mundial de las Artes Negras organizado en Dakar en 1966 fuertemente influenciado por Francia y en especial por el ministro de cultura francés André Malraux.

320px-archie_shepp022.jpgLa película logra transmitir la idea de que la cultura es una forma de resistencia a la dominación, un medio para la movilización y para la toma de conciencia, además de ser un medio para la lucha política contra el colonialismo o cualquier otra forma de opresión. Los líderes políticos, como el primer presidente de Angola, Agostinho Neto, y el líder de la lucha por la independencia de Guinea-Bissau, Amilcar Cabral, fueron poetas y pensaron en la revolución como una acción y como una transformación cultural. Pusieron la cultura en el centro de sus preocupaciones porque la asociaron con la liberación. Resaltaron las palabras de Fanon en Los Desdichados de la Tierra: “Una cultura nacional no es un folclore, ni un populismo abstracto que cree que puede descubrir la verdadera naturaleza de la gente … la cultura afroamericana se nutre de la lucha popular y no de canciones, poemas o folclore”.

Este mensaje culmina en la película con la afirmación: «¡La cultura africana será revolucionaria o no lo será!», junto a una imagen de un joven guerrillero en la pantalla. Su sonrisa encarna la esperanza de todo un continente.

La película forma parte de la tradición del cine político. Logra integrar lo político y lo festivo encarnado a ambos, en los bailes y acercamientos. Además, pasa del reciente recuerdo de la guerra de independencia de Argelia a otros hoy activos, desde la lucha contra el colonialismo a la lucha contra el neocolonialismo, desde el colonialismo al imperialismo y de la situación nacional a la continental. En palabras de Agostinho Neto: «Si la idea de que la lucha va dirigida contra el hombre blanco persiste en algunos de nosotros, esta debe ser inmediatamente reemplazada con la idea de una lucha contra el colonialismo y el imperialismo, por y para la libertad de los seres humanos en el mundo «.

A pesar de la escasa distribución (si es que existe) en África y el en Tercer Mundo, sigue siendo una referencia para los movimientos de liberación africanos y afroamericanos que estuvieron presentes en Argelia de Guinea Bissau y Cabo Verde (PAIGC), Angola (MPLA), Mozambique (FRELIMO), Namibia (SWAPO), Sudáfrica (ANC) y los Estados Unidos (Black Panthers), y muestra la aparición de un panafricanismo fraternal y generoso.

El Festival Panafricano de Argel de William Klein es una película muy importante aunque sea como prueba de la atmósfera radical y fraternal que se respiró en Argel en julio de 1969. Hace uso de imágenes archivadas, pero también incluye extractos de documentales como: Algerie en flames de Rene Vautier (1958) rodada en el maquis argelino, Come Back Africa de Lionel Rogosin (1959), una película sobre Sudáfrica, Miriam Makeba y su familia, Sangha de Bruno Muel (1967) sobre la extracción de diamantes en la República Centroafricana y Madina Boe de Jose Massip (1968) filmado con el movimiento de liberación PAIGC en Guinea Bissau.

La última secuencia de la película es particularmente apasionante cuando vemos al saxofonista afroamericano de free jazz Archie Shepp en concierto con un grupo de músicos tuareg. Shepp se alejó de las limitaciones del sistema armónico europeo y se reencontró con las raíces africanas del jazz. Así podemos ver cómo ambos estilos de música, Jazz y Gnawi, entre la tradición y la modernidad comienzan a entrelazarse, a encontrar un ritmo común. Esta escena, en la que tocan frente a los militantes de los Black Panthers, fue una reafirmación del vínculo entre los afroamericanos y África.

Esta película demuestra que el panafricanismo ha sido parte de la identidad argelina desde la independencia y que fue una idea clave en los años 60 y 70, algo que hoy a veces se pasa por alto. Los argelinos no deberían negar este pasado, deben estar orgullosos de él. En un momento en que el sistema económico internacional culpa a sus víctimas más que a sus defensores, desvía la atención de los mecanismos de dominación y recurre a explicaciones culturalistas (a menudo racistas) de sus fracasos, es crucial para nosotros sumergirnos en este pasado revolucionario y progresista.

Hamza Hamouchene

Fuente: Pambazuka News

[Traducción, Juan Vacas]

[Fundación Sur]


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