Cultura, Justicia Sostenible y Fe, en África y en el Mundo.

30/10/2017 | Editorial

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El 22 de octubre se celebró el “Día mundial de la Evangelización de los Pueblos.”

Esta expresión puede interpretarse de mil maneras y mientras que para unos, conocer y vivir el Evangelio significa: mejor vida y humanidad, mayor fraternidad entre los pueblos y un desarrollo integral para los pueblos del globo, para otras personas, todo tema religioso puede sonar a: imposición, ideología y hasta algo perjudicial para la humanidad.

Para personas más radicalizadas, el tema religioso sigue siendo: “el opio del pueblo”, “taboo” y algo a descartar en la vida social del nuestro mundo. Algunos partidos y grupos se empeñan en desacreditar, ridiculizar y descartar todo símbolo religioso.

En primer lugar, por respeto a la Historia de la Humanidad, conviene reconocer y aceptar que, como dice el Papa Francisco, “todas las religiones hemos cometido graves ofensas contra seres humanos de otras religiones”, y debemos aceptar esta responsabilidad para aprender de la Historia.

Incluso hoy día, constatamos que ciertos grupos radicalizados, sean de corte religioso como los “yihadistas”, “selekas”, “antibalakas” y otros, o sean más bien de carácter étnico o político-económico, como el “M 23”,”FDLR”, y otros grupos armados en la región de los Grandes Lagos, apoyados por los gobiernos de Ruanda, Uganda, la propia RDC, y por gobiernos extranjeros, todos son víctimas de alguna ideología o hambre de lucro, y buscan imponer su codicia y estilo de vida a los demás, hasta con medios violentos y causando muchas víctimas humanas en el proceso.
Por encima de todo, les importan los codiciados recursos: coltan, oro, diamantes, petróleo, gas, etc.

Al mismo tiempo, podemos observar que mirando a la Historia de la Humanidad en su conjunto, la contribución de las diferentes religiones a la calidad de vida, de relaciones y comportamientos humanos, ha sido no solamente positiva sino incluso muy beneficiosa, como es natural.

Mirando al Continente africano, también encontramos los dos aspectos. Por un lado, las diferentes religiones han causado abusos de poder y violaciones de la dignidad y derechos humanos, y además con impunidad, hasta hace poco tiempo.

Por otro lado, es evidente que la contribución de las diferentes religiones a la calidad de vida y relaciones en África, ha sido y sigue siendo muy beneficiosa, particularmente en todos los servicios de sanidad, educación académica y profesional, transformación de conflictos, desarrollo sostenible para todos y para la promoción de una nueva Fraternidad local y universal.

Resulta bastante patente en la actualidad, la nueva calidad de relaciones y de colaboración entre las diferentes confesiones religiosas, en África y en el globo, en diferentes ámbitos, como: diálogo interreligioso, justicia social, reconciliación y resolución de conflictos, educación, salud, desarrollo sostenible, etc.

A través de la Historia de la Humanidad, podemos observar durante los últimos dos milenios, un constante movimiento siguiendo el enfoque sobre una de las dos dimensiones más esenciales en todo ser humano: la Razón y la Fe.

A cada periodo de “iluminación” y “de positivismo”, seguían siempre periodos de “fideísmo” y “renovada devoción”. Se pasaba frecuentemente de un extremo al otro, sin llegar a una síntesis enriquecida y a una integración beneficiosa para todos.

En los documentos de los últimos Papas, como Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, es evidente el equilibrio y la mutua necesidad entre: la Razón y la Fe, Ciencia y Valores, para una mayor calidad de vida, relaciones y comportamientos humanos.

La tercera dimensión que pensadores modernos como Arrupe y muchos teólogos están añadiendo al binomio de: Razón y Fe, es el de Cultura.

El potencial humano busca transformar la realidad humana y social actual. Esta realidad cultural evoluciona muy rápidamente en un mundo digital y globalizado. Por tanto la ciencia como la fe y los valores humanos deben aplicarse y transformar la realidad cultural actual de cada persona, región y país, para lograr el Bien Común.

El riesgo no está en la misma religión como tampoco lo está en ninguna ciencia o experiencia humana, sino que más bien depende del grado de radicalización, mercantilismo y fundamentalismo, que se vive, en la concepción o aplicación, tanto de la ciencia, como de la fe.
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Por tanto es cuestión de desarrollo, integración, equilibrio y complementariedad entre las diversas dimensiones esenciales del ser humano. No nos conviene, ni mutilar al ser humano disecando alguna dimensión esencial de la persona, como son: su cultura, razón y fe, ni tampoco que crezca de forma desproporcionada o empobrecida.

El ser humano alcanza la auténtica Sabiduría y Bienestar, en todos pueblos del mundo, desarrollando todo su potencial humano: físico, racional, emocional, relacional, cultural y espiritual, de forma gradual y armónica.

El ser humano busca vivir en plenitud sus relaciones y actividades. A veces esta búsqueda de auténtica felicidad se desvía por sendas engañosas, como: culto al poder, al lujo y al consumo desorbitado, la mentira y la corrupción con total impunidad, debates sin respeto y llenos de ideologías, deportes al límite del riesgo, evasiones…

Toda desproporción, mutilación y radicalismo debilitan el bienestar humano, las relaciones sociales y el desarrollo sostenible de los pueblos.

Estamos creados para el crecimiento armónico de todo nuestro potencial humano: racional, cultural, social, ecológico y espiritual, compartiendo nuestros bienes con los demás, para promover un mundo renovado y más solidario.

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