Cruzando Senegal (1), por José Eladio Santacara

28/07/2009 | Bitácora africana

Senegal: la pesadilla de la entrada

Nada más llegar la barcaza a la orilla Senegalesa empieza la pesadilla:

.-1000 CFA (la moneda de Senegal), por el aparcamiento- me dicen casi sin tocar tierra firme, y sin abrirme la verja de entrada.

.- No tengo cambios. Luego te doy-
.
-Pues entonces no entras!- me contestan de malas maneras.

Uno de los jóvenes que va conmigo le da el dinero.

Aparco y vamos a la policía. No necesito visado, pero por poner el sello me pide dinero.

.-No tengo por qué pagar nada- le digo de mal humor.

Me mira con cara de asombro (el bien sabe que eso es un chantaje) y casi fuera de sí me contesta:

Mira!- mostrándome el cajón. – Todos pagan y aunque vengas de Europa también debes pagar!- y sigue hablando y hablando.

El chaval que está conmigo anda un poco asustado, y me alarga el dinero. Se lo doy al policía pero ahora se hace el digno:

.- No quiero tu dinero. Vete!-.

Ibiletxe tiene ya más de 4 años, por tanto necesito rellenar el CDP; una persona me llama a gritos, supongo para hacer de intermediario. Les doy por la ventanilla el CDP, el seguro para Senegal que lo hice en Mauritania (en una especie de cueva de Ali Babá) y otros 2500 CFA que me dice uno de los jóvenes que me acompañan, que cuesta (otro chantaje claro).

La persona de los gritos se adelanta y coge el CDP ya sellado y mi pasaporte.

.-Dame mis documentos! le digo de malas maneras, pues veo es el típico caradura de las fronteras.

.- Pero me tienes que dar 5000 Cfas (unos 8 E.)-.

Vamos hacia Ibiletxe y mientras, el grupo va aumentando: el caradura, los 2 jóvenes, unos cuantos curiosos y yo.

El primero ya no se conforma con que le dé 5000 Cfas: también quiere que haga el seguro para todos los países del CFA, y algunos más con un amigo suyo. El precio es muy alto y le digo que no, que lo haré en Dakar. Pasa un funcionario y le comento.

.-Esta persona no me quiere dar mis documentos, a .pesar de estar todo en regla-.

Los mira, me los da y me dice:

.-Tienes razón, pero debieras darle lo que te pide- y se marcha.
Cambio 20 E. allí mismo ( a un mal cambio claro), les doy a os chavales lo que me han pagado y algo más (me dicen que han pagado mucho más, y esa era la razón de acompañarme), y ya con mis documentos me meto casi a empujones en biletxe. La situación es Kafkiana: uno de los jóvenes intenta acompañarme y lo tengo que echar del interior; para colmo el chaval que ha lavado Ibiletxe me pide dinero (en realidad es el único que se lo ha merecido), y al abrir la ventanilla para darle 1 dólar un montón de manos se cuelan en el interior. Cierro rápidamente, arranco y al alejarme de la frontera me cuesta creer que la pesadilla haya terminado. Desde luego es la peor frontera que me ha tocado pasar nunca: por supuesto que si hubiese ido pagando los chantajes nada de esto habría ocurrido!

A San Luis

La carretera aunque con algún agujero se encuentra en buenas condiciones, y está jalonada de pequeños pueblos con las casas redondas de barro y sus techos de paja. Paro en uno de ellos para comprar un refresco, los críos me saludan muy sonrientes, pero mi cabeza sigue estando todavía en la frontera. Se empiezan a ver huertos caseros, aunque la arena y la no demasiada vegetación delatan que el desierto todavía no está muy lejano. Hay bastantes controles policiales, y en todos me paran: que si llevo extintor, triángulos etc. Uno de ellos me quiere multar por llevar una bombilla fundida, pero me orillo y me pongo a cambiarla. Mientras muchos coches siguen pasando sin luces: se lo hago ver al policía pero solo le importa el mío por si puede sacar un dinero. Al anochecer llego a San Luis, una ciudad totalmente colonial francesa. El río la separa en varios zonas con sus bloques de calles paralelas y sus casas porticadas. De alguna manera me recuerda a New Orleans.

Aparco para dormir en una calle cerca de la policía y por fin puedo descansar: verdaderamente un día difícil de olvidar!

Dakar

Hago las últimas fotos en San Luis y parto para Dakar. Un árbol que no veía desde Australia vuelve a aparecer: el Obaobab. Cada uno con su personalidad propia: no hay 2 iguales, a veces se intercalan entre otras clases de árboles, y otras veces forman auténticos bosques formando un paisaje muy peculiar. Las pequeñas mezquitas a ambos lados de la carretera indican que estoy en zona musulmana, y para el mediodía ya estoy en los arrabales de Dakar. La entrada es bastante complicada pues hay muchas obras y apenas hay señales. Consigo llegar al centro y voy directamente a hacer el seguro que me servirá para gran parte del África Occidental. La parte central de la ciudad me resulta agradable, pero sigo en África y excepto algunas zonas, se sigue conviviendo con la suciedad y la basura. Voy hasta la embajada de Guinea Conakry y decido quedarme a dormir cerca, pero por dos veces me despiertan y me hacen marchar. No es nada conveniente estar a las 3 de la madrugada en Dakar buscando un sitio para dormir, pero al fin encuentro un lugar apropiado .

Al día siguiente, 14 de Diciembre, le llamo a Aliou, un Guineano afincado en Dakar, quedamos en la misma embajada y me ayuda a tramitar la visa que estará lista para el lunes. Después vamos al mercado en el centro de la ciudad, donde Aliou tiene un pequeño taller de costura. Nuevamente el Africa variopinta, donde se vende y se compra de todo, y donde si ya resulta difícil circular andando, con Ibiletxe es toda una odisea. Consigo aparcar cerca del taller y voy con Aliou a cambiar dinero. En un espacio minúsculo 8 personas están cosiendo a máquina sus nuevos trajes que estrenarán para la fiesta del cordero.

.- Por qué no te quedas hasta el día de Tabaski (fiesta del cordero)?- me dice Aliou.- Es el viernes 21 y seguro que te iba a gustar-
.- Ya me gustaría pero ando ando con retraso- le contesto con pena.
Aliou es un buen amigo de mi amigo viajero Carlos de Lerín, y aunque Guineano hace años que vive en Dakar. Es una persona tranquila que disfruta de la vida, tiene 3 mujeres (es musulmán), y 10 hijos.

Gore: la isla maldita.

Me despido de Aliou hasta mañana, y voy a visitar la cercana isla de Gore, último lugar de África donde se hacinaban los esclavos que eran llevados a América. Millones de ellos fueron transportados en condiciones inhumanas, y para la mitad el viaje terminaba en las profundidades del Atlántico. En la zona del puerto tomo el ferry que me traslada hasta la isla, y mientras me voy acercando y empiezo a ver los barracones me pregunto cómo el «civilizado» hombre europeo fue capaz de semejante barbaridad: difícil respuesta.

A la vuelta voy a la cercana plaza de la Independencia, centro neurálgico de Dakar, y me parece un buen lugar para aparcar y dormir. Paseo por el boulevard Pompidou, y los lujosos bares, restaurantes y tiendas como de costumbre se dan la mano con la miseria de la ciudad.

Autor

  • Santacara, José Eladio

    José Eladio Santacara nacido en la localidad navarra de Carcastillo, es ingeniero de telecomunicaciones y viajero impenitente, entre otras hazañas cuenta con un viaje alrededor del mundo y posteriormente un viaje recorreiendo muchos paises africanos, Marruecos, Sahara, Mauritarnia, Senegal, Guinea, Malí, Costa de Marfil, Ghana, Togo, Benin, Nigeria, Camerún, Gabon, Congo, Angola, Namibia, Sudáfrica, Mozambique, Bostwana, Zambia, Malawi, Tanzania, Kenya, Etiopía, Sudán y Egipto. Probablemente se nos habrá quedado alguno.

    José Eladio Santacara en su página web www.munduatamusika.com fue relatando las jornadas de este periplo por África que ahora encontraremos en la Bitácora Africana

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